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Los efectos de la crisis en Argentina

La crisis internacional está cambiando el panorama para la economía argentina. Desde la posibilidad de colocar nuevos bonos de deuda hasta el crecimiento económico impulsado por las exportaciones, se muestra que no hay ningún “blindaje” de la economía nacional frente a la crisis.

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27 de mayo 2010

Los efectos de la crisis en Argentina

La crisis internacional está cambiando el panorama para la economía argentina. Desde la posibilidad de colocar nuevos bonos de deuda hasta el crecimiento económico impulsado por las exportaciones, se muestra que no hay ningún “blindaje” de la economía nacional frente a la crisis.

El fracaso del canje

El primer tramo del canje, es decir el de los tenedores de bonos mayoristas, bancos y otras instituciones que concentran grandes volúmenes de títulos, arrojó un resultado que está por debajo de las expectativas. Se canjeó el 45% de la deuda total, cuando en realidad, los bancos habían prometido que este primer tramo finalizaría con una aceptación bastante superior al 50%. En realidad, los bancos tenían menos títulos en su poder de los que habían sugerido previamente. Luego de este primer traspié, será difícil que el resultado se acerque al 80% esperado por el Ministro de Economía, Amado Boudou. Más probablemente, terminará cerca del 60%, y el problema de los “houldouts”, es decir de los fondos buitres reclamando embargos en tribunales internacionales, seguirá presente. Un poco de eso se está viendo ya esta semana, con el canje aún en curso: el juez norteamericano Thomas Griesa autorizó el embargo de 2.400 millones de dólares del Banco Nación que están en cuentas de Nueva York.

Más allá de los niveles de aceptación global que logre el canje que aún no finalizó, podemos estar seguros de una cosa: el objetivo del gobierno al lanzar el canje, colocar nueva deuda en los mercados financieros internacionales, difícilmente pueda cumplirse. La desvalorización de los títulos iniciada como efecto de los sacudones en los mercados bursátiles, y la menor liquidez internacional, también producto de la crisis, impedirá el regreso a los mercados que había prometido Boudou, para sostener el gasto fiscal en aumento hasta 2011. La tasa a la que deberían endeudarse, no bajará del 10 por ciento, y por eso el ministro salió a decir que no emitirán el bono por mil millones que era parte del paquete original del canje. Como si esto fuera poco, el canje no permitirá colocar nueva deuda, pero aumentará en 1.100 millones de dólares los pagos de deuda que habrá que hacer durante el mandato de Cristina Fernández. “Nosotros no necesitamos la plata” salió a decir el ministro minimizando las consecuencias de este traspié.

Pero lo cierto es que la imposibilidad de colocar deuda complica las apuestas económicas del kirchnerismo hacia 2011. La recaudación fiscal de la nación está actualmente en un virtual déficit cero a nivel primario, con una generosa ayuda de la inflación que aumenta los pesos recaudados (las de la mayoría de las provincias están en rojo hace varios años). Sin embargo, contando pagos de deuda, el déficit llega a varios miles de millones de pesos. Se calcula que este año, el gobierno tiene que financiar 55 mil millones de pesos para cerrar sus cuentas (patear pagos de deuda y sostener nuevos gastos). Si no lo puede hacer afuera, tendrá que aplicar en mayor escala dos caminos ya utilizados: endeudarse con organismos públicos y en la plaza financiera local.

Desde 2007 en adelante, la deuda que el gobierno viene colocando en los organismos públicos no para de crecer. La ANSES, el PAMI, la AFIP y el Banco Nación transformaron sus superávits en títulos de deuda pública. En el caso de la ANSES, el fondo conformado supuestamente para garantizar la sustentabilidad del sistema previsional, se ha transformado en una caja que financia al Estado o les presta a los capitalistas (algunos de los cuales ya amenazan con defaultear, como es el caso de la empresa energética cordobesa), mientras los ajustes que reciben las jubilaciones (8,2% por semestre) se ubican por detrás de la inflación.

Pero como esto difícilmente alcance, la succión de fondos seguirá en los bancos locales. La tasa que tendría que pagar afuera, sería una bicoca en relación a la que tendrá que validar en la plaza local. Además, por el nivel de fondos en juego, esto tenderá poner un piso para todas las operaciones. Esto significa que por prestarle al Estado, los bancos pedirán tasas aún más altas para todas las operaciones del sistema. Si las tasas a las que toman depósitos siguen planchadas, la diferencia entre ambas permitiría hacer un negocio formidable. La política del gobierno “nacional y popular”, promete contribuir por tercer año consecutivo a elevar las ganancias del sector financiero, el que más ganó en 2008 y 2009, en este último gracias a la especulación lanzada por el anuncio del canje.

Se complica la fuga hacia adelante

El kirchnerismo está viendo como sus aspiraciones de llegar a 2011 gastando a costa de nueva deuda (y ayudados por la mayor recaudación vía inflación), y aprovechando el empuje de la demanda externa viene teniendo complicaciones.
Las compras externas podrían verse afectadas por el estancamiento económico en Europa. Pero además, la inestabilidad financiera global, ha generado la depreciación de las monedas de países de fuertes vínculos comerciales con Argentina, especialmente al euro y al real brasilero. Mientras tanto, el peso argentino tiende a apreciarse por la suba de precios (el dólar compra menos en el país), y la propia inflación hace difícil acompañar la depreciación de las otras monedas. Esto está en el fondo de las disputas comerciales con China y Brasil, y muestra la precariedad del crecimiento económico.

Aunque Cristina Fernández aprovechó su reciente paso por Europa para rechazar las políticas de ajuste, al gobierno argentino se le están haciendo difíciles los malabares que está intentando para sostener los pagos de la deuda, los subsidios a los empresarios y mantener el gasto. Pese al discurso del desendeudamiento, el gobierno viene aumentando la deuda exponencialmente para sostener el gasto, y planea continuar ese camino dejando en manos del próximo gobierno las exigencias de hacer un ajuste. La dificultad para colocar bonos en el exterior no hace más que acortar los tiempos.

Frente a estas consecuencias que se avecinan por los nuevos coletazos de la crisis mundial, es necesario preparar una respuesta de los trabajadores para enfrentarlas. Es necesario luchar por el no pago de la deuda, la nacionalización de la banca y del comercio exterior; para imponer planes de obras públicas y el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles, garantizando un salario acorde a la canasta familiar.

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