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Los Kirchner nos mienten

Los Kirchner nos mienten

En la calle, en el trabajo, en cualquier reunión social se afirma, mezclando la bronca con los chistes, que el gobierno nos miente descaradamente en los números de la inflación. Es un gran engaño para seguir pactando con la CGT un techo al aumento salarial que les convenga a los empresarios, por debajo de los aumentos de precios. Son estos bajos salarios, no sólo los de los trabajadores de convenio sino más aún del 40% que trabaja en negro, la base de la “oportunidad de negocios” que Cristina Kirchner les prometió en el lujoso Hotel Alvear a los grandes capitalistas de los EE.UU. y la Argentina reunidos en el Consejo de las Américas.

Comité de Redacción

9 de agosto 2007

Según el Indec en julio la inflación (Índice de Precios al Consumidor) fue del irrisorio 0,5 %: los alimentos habrían subido, dicen, apenas un 0,4%, contrastando con los aumentos que todo el mundo ve por sí mismo en el supermercado. Los precios del turismo, en plena alza por las vacaciones de invierno, sólo un 2%, y la ropa directamente registró una baja del 4,4. Pero el mismo informe de precios mayoristas que da el propio INDEC de más del 2% pone al descubierto la mentira. Es directamente imposible que si el aumento fue de ese porcentaje en las cadenas mayoristas, la venta al público sea a precios más bajos. Lejos de ello, diversas fuentes aseguran que, por ejemplo, los medicamentos aumentaron entre un 3 y hasta un 20% el último mes. Guillermo Moreno se pisó solo al defender los índices oficiales que, según él, estarían “reflejando la realidad”: “No hay ninguna duda que el ama de casa que va a la verdulería y ve que la lechuga aumentó un 100%, la sustituye inmediatamente por otro producto”. Pero resulta que la lechuga habría bajado el 22% según los datos del INDEC que él interviene.

La realidad es que la inflación está implícita en el actual modelo económico basado en el dólar alto, donde los sectores dominantes de la patronales volcados a la exportación presionan para trasladar los precios que rigen en el mercado mundial a los precios del mercado interno. Mientras los patrones hacen ganancias en euros y en dólares pagan en pesos devaluados los salarios en Argentina.

Por otro lado, el control oligopólico de varias ramas de la economía los lleva a tener una relativa autonomía para fijar los precios y asegurarse mayores ganancias, es decir que actúan como verdaderos formadores de precios. Esto es claro, por ejemplo, en el caso del petróleo. Mientras el costo del barril, incluyendo exploración, desarrollo y extracción, es de 6,10 dólares, las mismas empresas que producen y refinan como Repsol y Petrobras lo venden a US$ 45 a las firmas que no tienen refinado propio, como Esso o Shell, o hasta US$ 15 dólares cuando lo hacen ellas mismas. El aumento de la nafta, desde enero, ha sido del 7,5%, casi el doble que la inflación registrada por el INDEC.

El tercer elemento que empuja a la inflación es la falta de inversión capitalista que pudiera aumentar la cantidad de bienes disponibles para satisfacer el mercado interno, lo que se ve claro en el caso de la carne. Por ello, a esto se refirió el Ministro de Economía Miguel Peirano que ante los empresarios declaró en el Consejo de las Américas que “hay que enfatizar el crecimiento de las inversiones y por ende de la oferta, para acompañar la demanda y así favorecer la estabilidad de precios” (Cronista Comercial, 8/8/2007). La promesa del ministro encuentra un escollo en el encarecimiento del crédito producto del nuevo momento de la economía mundial donde el financiamiento internacional es más caro, lo que hace que grandes empresarios –como Arcor- hayan frenado nuevos proyectos de inversión.

¿“A las puertas del paraíso”?

“Con Kirchner hemos quedado parados a las puertas del paraíso” dijo ante cientos de empresarios un entusiasta Alberto Fernández, el jefe de Gabinete.

Lejos de esto, la perspectiva del segundo mandato de los Kirchner es, como mínimo, al desaceleramiento de la economía o una nueva recesión.
Si en cuatro años de crecimiento económico récord sólo un pequeño sector de los trabajadores recuperó el nivel salarial de la década menemista, mientras la mayoría está aún por debajo del 2001; un 40% trabaja en negro, continúa el desastre de la salud y la educación públicas, el pueblo trabajador sigue viajando como ganado, 14 millones no tienen gas natural y faltan viviendas para dos millones de hogares, ¿qué podemos esperar los trabajadores si durante el mandato de Cristina Kirchner la economía entra en recesión? Si actualmente el ataque a los trabajadores se produce en forma indirecta por la vía de la inflación, el anuncio de que terminarán con la doble indemnización que los empresarios tienen que pagar por despido, muestra la voluntad de ataque directo contra las condiciones de vida y de trabajo en un futuro no muy lejano.

Por ello, la candidata oficial ante la plana mayor del mundo de los negocios volvió a insistir sobre el “acuerdo social tripartito”, entre el Estado, los empresarios y la cúpula sindical, para instalar “las actuales condiciones macroeconómicas como definitivas”. Es decir, para defender las conquistas empresarias contra la mayoría de los trabajadores y el pueblo. Esto es lo que llevó al aplauso cerrado de los presentes y a que el capo empresario de la corporación de las alimenticias (COPAL) en su abrumadora mayoría extranjeras, Alberto Alvarez Gaiani (quien fue uno de los precursores en pedir el estado de sitio bajo el gobierno de De la Rúa para despejar las rutas de piqueteros), la haya felicitado efusivamente diciendo “muy bueno su discurso”.

Prensa

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