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LINEA 60

DESPUÉS DEL TRIUNFO DE LOS TRABAJADORES

Línea 60: la patronal cumple a medias y sigue enviando sus patotas

Tras la dura lucha que implicó huelgas y enfrentamiento con las patotas de la patronal, ésta retomó su práctica de apriete e impunidad, intentando imponer un diagrama horario que obligaba a los choferes a realizar el recorrido de cabecera a cabecera en un tiempo imposible.

PTS

29 de septiembre 2011

Tras la dura lucha que implicó huelgas y enfrentamiento con las patotas de la patronal, el viernes pasado los trabajadores de la línea 60 lograron arrancarle al monopolio del transporte de colectivos DOTA los salarios adeudados, el reconocimiento de su Cuerpo de Delegados (consiguiendo además la regularización de los salarios de sus integrantes) y el pago de los días de paro.

Un triunfo destacado que muestra la fuerza de la organización de los compañeros de la línea 60 y abre nuevas perspectivas.

Al cierre de este número los choferes habían recibido el depósito de las sumas acordadas, a cuenta de los haberes mal liquidados desde principio de año, que la patronal negaba sistemáticamente.

Con todo, los trabajadores se mantienen en guardia y siguen de cerca el cumplimiento de los acuerdos. En ese sentido, a las pocas horas de alcanzar el acuerdo, la patronal retomó su práctica de apriete e impunidad, intentando imponer un diagrama horario que obligaba a los choferes a realizar el recorrido de cabecera a cabecera en un tiempo imposible, condicionado el descanso y obviando las circunstancias del tránsito.

Impunidad y convicciones (capitalistas)

Este intento de la patronal (rápidamente rechazado por los delegados), es una muestra más de la irresponsabilidad y abuso de una empresa acostumbrada a hacer lo que se le cante; donde nada le importan ni el servicio público ni la vida de los usuarios y de los trabajadores. Medidas tales avivan un poco más las posibilidades de accidentes fatales como el ocurrido semanas atrás en el barrio de Flores.

Ante estas nuevas escaramuzas que propuso la patronal, los delegados hicieron respetar su convenio de trabajo, garantizando el cumplimiento de las normas de tránsito y el servicio.

Este triunfo y lucha de los compañeros de la 60 implicó pararle la mano a un monopolio como el de DOTA (ver recuadro), que desconoce derechos y convenios colectivos de trabajo, y se mueve de forma “policial” disciplinando y “limpiando” trabajadores en las líneas de colectivos que viene apropiándose con ayuda del Gobierno.

Un método basado en la financiación y reclutamiento de patotas de mercenarios (que hacen recordar “los días de plomo”), que pone en su nomina de empleados con impunidad y convicción capitalista (ver testimonio).

Perspectivas y coordinación efectiva

Pero los trabajadores de la 60 no están enfrentando solamente a un monopolio sino a también a sus socios, el gobierno kirchnerista, que vía el Ministerio de Trabajo y la Secretaría de Transporte, maniobra, desgasta e impulsa negocios en beneficio de los empresarios.

A la vez, la Unión Tranviaria Automotor (UTA) es un sindicato en el cual la burocracia sindical se lava las manos y deja correr los aprietes patronales. Eso de mínima. El resto del tiempo niega apoyo y solidaridad, e inclusive se declara contra la lucha por cuestiones “ideológicas”. 

¿Serán eso, problemas “ideológicos”, los derechos de los trabajadores o los miles de choferes con complicaciones psicológicas y físicas irreversibles, en un gremio que a los 50 uno no sirve para nada o se muere años antes de jubilarse?

Los problemas de insalubridad son una cuestión muy seria en el gremio de la UTA.

En este marco fue un importante paso adelante organizar una Comisión de Apoyo en la cabecera de Constitución, donde se dieron cita delegados y activistas obreros junto a organizaciones políticas de izquierda, que fortalecieron la lucha y extendieron la solidaridad junto a sectores combativos del sindicalismo de base.

¿Por qué? Porque como dice un compañero, la lucha de la 60 “no es simplemente un problema salarial sino un problema político serio”. Es decir: si manda DOTA y logra imponer sus patotas y sus acostumbradas miserables condiciones de trabajo o, en cambio, son los trabajadores quienes imponen sus demandas y derechos sobre una burocracia sindical que ha sido puesta en retirada pero que, seguramente, prepara herida junto al Estado maniobras de contragolpe.

Y esta “santa trinidad”, de patrones, burocracia y Estado, es la misma que ataca a los delegados y trabajadores del sindicalismo de base de gremios del transporte en ferroviarios y el subte, o en la industria como en Kraft y Fate.
Por eso, para enfrentarlos en condiciones superiores, empieza a volverse necesario recuperar las tradiciones clasistas de la clase obrera argentina y sentar las bases de una política de coordinación efectiva de las agrupaciones antiburocráticas y delegados combativos del transporte público, que potencie la unidad y la fuerza de los trabajadores de la línea 60, del Subte y de los ferroviarios.

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