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Rechacemos la trampa del 27 de abril

Las presidenciales y la crisis de los de arriba

16 de abril 2003


Brechas en las alturas
Las presidenciales del 27 fueron pergeñadas para que los explotadores que hundieron la Nación comiencen a recuperar la iniciativa política perdida luego de las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Pero la inexistencia de un nuevo polo burgués dominante que subordine al resto de los capitalistas (como lo fue la alianza de banqueros y privatizadas en los ’90) y la desfavorable correlación de fuerzas con las masas que les impuso aquellas jornadas, ha dejado innumerables brechas en las alturas que los trabajadores tenemos y podemos aprovechar.
El PJ se vio obligado a dirimir su interna en estas elecciones. Su partición en tres fracciones es la refracción en el terreno político de las disputas de poder entre los distintos grupos capitalistas, los exportadores, la banca y las privatizadas. La mayoría de las encuestas indican que la segura segunda vuelta se dirimirá entre alguno de ellos. La trampa de votar al "partido" del "no a Menem" recordando la catástrofe social que significó su gobierno, implica votar por el "partido devaluador" que nos despojó una gran tajada del salario en menos de lo que canta un gallo.

¿Una nueva crisis en puerta?
A partir de aquí, evidentemente existe una gran posibilidad de que desde las 6 de la tarde el domingo 27 se abra una crisis política de proporciones. La inédita paridad de intención de votos entre los tres candidatos del PJ y los dos ex-aliancistas (ninguno supera el 20%) hacen probable que el "resultado" final que decida quiénes van a la segunda vuelta, luego de impugnaciones cruzadas, sólo se conozca a través de la intervención de la Cámara Electoral y luego de la Corte Suprema, abriéndose una nueva crisis política en las alturas que pondría en cuestión la fecha del ballotage y la asunción del 25 de mayo. Esta suspensión obligaría a que la Asamblea Legislativa deba designar un nuevo Presidente provisional, ya que Duhalde tiene la renuncia aprobada en el Congreso. El intento senil de perpetuar al régimen mediante estas elecciones, correría peligro.
En esta perspectiva, la resolución de esta eventual crisis quedaría en manos de los destinatarios del "que se vayan todos", de la oligarquía política del viejo régimen compuesta por nueve miembros de la Corte Suprema y unos 350 senadores y diputados. Estará planteado, entonces, aprovechar estas brechas entre los de arriba y levantar audazmente la lucha por una huelga general por tiempo indefinido que los desarticule, para imponer una Asamblea Constituyente Revolucionaria sobre las ruinas del viejo régimen de hambre y entrega. Una lucha que tenga como norte el desarrollo de verdaderos organismos de democracia directa de los trabajadores ocupados y desocupados y el pueblo pobre que puedan reemplazar en forma revolucionaria este régimen social históricamente acabado. Eso significaría culminar con lo que dejaron inconcluso las jornadas revolucionarias que derrocaron a De la Rúa y Cavallo.

Una bomba de tiempo

Con o sin el desarrollo de esta potencial crisis, el nuevo gobierno que surja de esta trampa deberá afrontar las innumerables tareas inconclusas que le dejará Duhalde, una suerte de bomba de tiempo. Para llevarlas a cabo, Kirchner, Rodríguez Saá, Menem o la Carrió contarán hasta el 10 de diciembre de los super-poderes que le otorgó la Asamblea Legislativa al hombre de Banfield para gobernar mediante decretazos.
Pero esta atribución cuasi monárquica posiblemente no alcance, por el carácter de los problemas planteados.
Todos los postulantes a la presidencia con chances de ganar, ya cuentan en su haber con la importante conquista lograda con la histórica pulverización del salario vía la devaluación. Pero a partir de ese ‘piso’, los distintos grupos capitalistas que los sostienen pujarán por recuperar "lo perdido" u obtener más beneficios. A saber: las empresas privatizadas van por tarifazos del orden del 50%, la oligarquía agro-ganadera por exenciones de impuestos y la eliminación de las retenciones, los banqueros extranjeros y la mayoría de los privados ‘nacionales’ por una capitalización de sus carteras por parte del Estado y una "reestructuración de la banca pública" que cuenta con la acreencia de millones de hectáreas hipotecadas, las grandes empresas por una virtual estatización de su deuda en dólares con el exterior. Las divisiones que corroen a la UIA, a la Bolsa de Comercio, a las distintas asociaciones bancarias responden a esta puja de intereses contrapuestos.
La cuestión de la deuda, se constituye en el principal núcleo del problema. En setiembre comienzan los primeros vencimientos acordados por Duhalde y Lavagna con el FMI, que equivalen al 50% de los dólares que están en el Banco Central. La única salida posible si se quisiera evitar ir a una hiperinflación, es una nueva renegociación que implicará nuevas "metas": ajustes en las provincias y en la administración pública nacional, y la tan mentada reestructuración del sistema financiero (fusiones y privatizaciones en la banca pública). El nuevo gobierno, además, deberá comenzar la difícil negociación con los tenedores de los títulos públicos defaulteados. Se calcula que sin una quita del 70% del capital de estos bonos, el reinicio de los pagos se tornaría inviable, "oferta" que nada augura que aceptarán los acreedores sin mediar un nuevo ajustazo. Hasta el mismísimo payador puntano, Adolfo Rodríguez Saá, se comprometió en "honrar los compromisos con el exterior", lo que en los hechos implica que su plan de obras públicas es pura ciencia ficción.
El parco crecimiento que se prevé tendrá la economía, se basa no sólo en el fenomenal robo al salario y una creciente sustitución de importaciones, sino también en haber pateado para adelante los principales problemas estructurales del Estado semi-colonial argentino. Los nubarrones que se ciernen sobre la economía mundial no parecen disiparse con el triunfo yanqui sobre Irak. Una ida hacia una recesión abierta en las principales economías imperialistas desintegraría las conquistas "competitivas" hechas en base a la quita del salario del pueblo trabajador a favor de la ‘patria exportadora’.
En este marco, el rechazo a las elecciones del 27 se torna de una extraordinaria importancia para desligitimar al máximo al futuro ocupante de la Rosada que sólo traerá más entrega, hambre y miseria. ¿Por qué después de haber derrotado a De la Rúa y Cavallo en las calles tenemos que "optar" por un "mal" aparentemente "menor"?

Las tareas planteadas

Como se ha demostrado en la histórica gesta obrera y popular de Neuquén para defender la conquista de Zanon, la energía de las masas explotadas está lejos de haberse agotado. Si esta no se ha desarrollado y organizado a escala nacional en los 15 meses que nos separan de las jornadas del 19 y 20, superando la criminal política de la burocracia sindical de las CGT y la CTA y de la burocracia piquetera (FTV-CCC), se debe en gran parte a las políticas errantes de los grupos de izquierda que influencian o influenciaron al movimiento piquetero y asambleario, que en pos de mantener sus "quintas" y bajo la lógica impuesta por los subsidios estatales a los desocupados, se han negado rotundamente a crear coordinadoras y a convocar a un congreso nacional verdaderamente democrático de todas las expresiones de lucha que podría haber abierto el camino para la preparación de la huelga general. Sin embargo, los actuales conflictos por retraso de sueldos, como el de LAPA o por aumento salarial en la UTA, o en los aprestos de huelga de los 7800 trabajadores petroleros de Neuquén, son síntomas de reanimamiento obrero.
Entre las distintas camarillas capitalistas existe una sorda puja por cuál les marcará el paso al resto en el próximo período. El viejo régimen que intenta perpetuarse, ni siquiera logró imponer alguna figura de recambio. La clase obrera conserva su energía política y social y es la única que, autodeterminándose, puede concretar las esperanzas de los millones de postrados por la política del gran capital y sus políticos. El definir un programa independiente, un pliego de reivindicaciones que una las filas obreras (ocupados, desocupados, precarizados) es de vital importancia. Comencemos a recuperar lo perdido, recomposición salarial del 50% para todos los trabajadores con aumentos mensuales según la inflación, vayamos por un genuino plan nacional de obras públicas al servicio del pueblo y el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados.
Estas tareas planteadas tendrán plena vigencia en la etapa que se abrirá luego de las elecciones del 27.

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Las elecciones convocadas por Duhalde, sólo a Presidente, son una de las más truchas de la historia nacional. Como el "fraude patriótico" en los ’30 y la proscripción del peronismo en el ’63. Ahora es el PJ en el poder el que proscribe el reclamo de "que se vayan todos" del pueblo que se alzó el 19 y 20 de diciembre de 2001. Se quedan todos y obligarán a optar en una segunda vuelta entre dos viejos políticos, probablemente del mismo PJ, para erigir a un presidente obediente al FMI.
Las asambleas populares, la mayoría de los movimientos piqueteros, gran parte de los trabajadores de las empresas recuperadas, casi todas las nuevas expresiones de lucha rechazan esta trampa electoral. El PTS y otras fuerzas sociales y políticas, incluyendo al diputado Luis Zamora, llamamos a rechazarlas, ya sea mediante el no voto, votando en blanco o con una boleta que exige que se vayan todos. El PTS lo hace en la perspectiva de poner en pie organizaciones de democracia directa como coordinadoras de ocupados y desocupados por la preparación de la huelga general con piquetes y movilización en las calles hasta que se vayan todos.

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