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ANUNCIO ANTICIPADO DEL GOBIERNO DE CRISTINA

Las internas entre los de arriba y la pulseada de fondo

Otra muestra de continuidad, por si hacía falta, entre el primer y segundo mandato de los Kirchner está personificada en el “nuevo” gabinete que asumirá el 10 de diciembre con Cristina.

PTS

15 de noviembre 2007

Otra muestra de continuidad, por si hacía falta, entre el primer y segundo mandato de los Kirchner está personificada en el “nuevo” gabinete que asumirá el 10 de diciembre con Cristina. Sigue Tomada como ministro de Trabajo-no-registrado, la hermana del presidente como ministra de “desarrollo electoral”, y hasta habrá continuidad de las peleas internas: permanecen tanto Julio De Vido en Planificación (de subsidios a los empresarios) como el ex -cavallista Alberto Fernández de jefe de Gabinete. El ministro de Economía designado, Lousteau, es también una muestra de continuismo: ubicar en esa cartera a funcionarios sin peso político propio, como vienen haciendo los Kirchner después del desplazamiento de Lavagna. El reemplazante de Peirano también es, como aquel, aprobado por los empresarios industriales como cultor del “dólar alto”. Con el agregado, como dijo el jefe de la UIA de la Provincia de Buenos Aires Osvaldo Rial, que con el nombramiento de un ministro proveniente del Banco Provincia “se puede producir el tan ansiado acercamiento entre el sector financiero y el sector productivo”. Los cambios más importantes son, incluso, hacia la derecha. Sobresale la notable designación al frente del nuevo Ministerio de “Justicia, Seguridad y Derechos Humanos” para Aníbal Fernández quien dijo que Julio López podía estar “en la casa de la tía” cuando fue secuestrado y desaparecido hace más de un año. Y para completar, su reemplazante en el Ministerio de Interior es el bonaerense Florencio Randazzo, el propio ministro de gobierno de Solá que tuvo en gran medida a cargo la investigación de los secuestradores.
El dato más importante es que el matrimonio Kirchner se vio obligado a adelantar el anuncio del próximo gabinete a partir de las tensiones y pulseadas abiertas en la transición del mando. La represión a los gremios del transporte (bajo responsabilidad de Aníbal Fernández, ahora “ministro de Derechos Humanos”) frente a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires fue el punto extremo de una coyuntura plagada de internas políticas y reubicaciones de la cúpula sindical ante el futuro Pacto Social que acordará precios y salarios. La definición del gobierno en el conflicto del INDEC (“Triunfo de Moreno” tituló Clarín) desplazando a trabajadores y técnicos que cuestionan los índices truchos -aún a costa de provocar la renuncia de Peirano-, mostró que la mentira oficial sobre la inflación será una de las cartas de la continuidad. Más allá que el secretario de Comercio siga o no en su puesto, Guillermo Moreno cuenta con la confianza del matrimonio presidencial no por el “control” que haya ejercido sobre las grandes empresas formadoras de precios, en lo que se ha demostró inútil, sino por su intervención para falsear las estadísticas.

Ministros sin cartera

Como graficó el rápido recibimiento de Kirchner a Moyano después de los hechos de la Legislatura porteña, la otra carta del gobierno de Cristina será, como ahora, la alianza con la cúpula sindical. La CGT logró dejar en claro, en la última semana, que le es muy necesaria a los Kirchner. No sólo por la “demostración de fuerzas” de la mera amenaza de un paro que hubiera paralizado todo el transporte en la zona neurálgica del país. Sino también en su rol de “contención” enviando la patota del SOMU, esta vez en alianza con las fuerzas de Prefectura, contra los delegados de base del Casino Flotante que luchan por mejores condiciones de trabajo, como ya había sucedido con el matonaje de la UTA contra los delegados del subte y los de UPCN contra los trabajadores del INDEC, primeros ataques contra todos los que desborden el Pacto Social en el futuro.
Las tensiones entre los de arriba a pocos días del rotundo triunfo oficial en las presidenciales, serían inexplicables si no fuera que, de fondo y más allá de los intereses de las distintas camarillas, hay algo más grande. Es la preparación de las fracciones de la clase dominante para una pulseada con la clase trabajadora que, aún habiendo votado mayoritariamente por el oficialismo, ha comenzado un proceso profundo y empieza a reclamar por recuperar el salario perdido con la devaluación y la creciente inflación, mientras amplios sectores se rebelan contra las condiciones precarias de empleo y casi en ninguna parte se aceptan ya despidos sin resistencia obrera. La extensión y generalización de este proceso -que incluye intentos de reorganización desde abajo en los lugares de trabajo que durante años no tenían vida sindical y ahora eligen nuevos delegados- es lo que el Pacto Social intentará contener.
Si no fuera por este temor de fondo a la fuerza y movilización de la clase trabajadora, ¿cómo se justifica que las patronales y el gobierno aumenten cada vez más los privilegios de un verdadero ejército de burócratas sindicales? Tanto es así que todos los últimos convenios vienen estipulando, con la homologación del Ministerio de Trabajo, el descuento compulsivo de una cuota sindical aún a aquellos trabajadores no afiliados, llamada “cuota solidaria” del 2 y hasta el 3%. Como se sincera un gerente de una gran multinacional al diario Cronista Comercial: “Esto va en contra de convenios internacionales de la OIT que hablan de libertad sindical. Si una persona no está obligada a afiliarse a ningún sindicato para trabajar, mal puede ser obligada a aportar a un sindicato al que no está afiliada. ¿Y por qué una empresa acepta esa cuota de solidaridad en la negociación? Porque el sindicato es el que le transmite presión y esto, fundamentalmente, es algo que beneficia al sindicato directamente, no a los trabajadores. Siendo así, a la empresa le sirve para amortiguar o disminuir la presión que ejerce el sindicato”.

Por el reagrupamiento de los delegados y comisiones internas combativas

El estado de ánimo en grandes franjas de trabajadores y el pueblo es de creciente descontento con la carestía de la vida. Aún los que votaron mayoritariamente por Cristina y aspiran a mejorar evolutivamente su nivel de vida con este gobierno, no están conformes ni con los salarios, ni con las condiciones de trabajo ni con los dirigentes sindicales burocráticos. En esto se basa el hecho de que los trabajadores que votan políticamente al gobierno u otras variantes patronales, eligen como delegados a luchadores clasistas y de la izquierda para que los representen en sus lugares de trabajo ante las patronales. Esto, que comúnmente es tomado en el sentido de marcar la poca influencia política de la izquierda, tiene, como reverso, otra lectura: la posibilidad que desde las posiciones conquistadas los delegados combativos disputen la influencia sobre la base trabajadora con un programa que ayude a acelerar la experiencia política con los Kirchner. Desde esta perspectiva es que alentamos la unidad y coordinación de los cuerpos de delegados, comisiones internas y sindicatos independientes de la burocracia sindical. En primer lugar para apoyar los conflictos que, como mostramos en estas páginas, están en curso como en el Casino, siguen abiertos en el puerto de Mar del Plata contra el trabajo en negro, en el lavadero Virasoro de Rosario contra los despidos, en el INDEC por el restablecimiento de los desplazados a sus puestos de trabajo, o se reabren como en Zanon ante las nuevas amenazas de quitarles el control de la planta y la gestión obrera. En segundo lugar para constituirse en un polo que con independencia de clase ante el Pacto Social entre los empresarios, el gobierno y la cúpula sindical, impulse asambleas en los lugares de trabajo, levante un programa por las más sentidas demandas de los trabajadores, y sirva para fortalecer las oposiciones sindicales combativas y recuperar mas internas y delegados, como conquistaron los compañeros de Fate, para disputar la dirección de los trabajadores a las conducciones de la CGT y la CTA, y a su partido en el gobierno.

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