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Según Marx...

La duración de la jornada laboral como campo de batalla (1- Plusvalía absoluta)

Las horas extras y la plusvalía

4 de mayo 2006

Mientras se desarrolla la negociación salarial en la rama de la alimentación, entre los trabajadores se debate cuál debería ser el aumento salarial a recibir. Por ejemplo en PepsiCo Snacks, ante el planteo de los delegados combativos de que el salario básico debe ser igual a la canasta familiar, calculada hoy en 2.200 pesos, muchos manifestaron que les parecía una cifra exagerada. No es para menos, si tenemos en cuenta que el salario básico de convenio está hoy en la mitad de esa cifra.
Lo más sorprendente, sin embargo, es que en esta fábrica se han generalizado las horas extras, sea trabajando doce horas por día, sea yendo los fines de semana, como única forma de llegar a un sueldo aceptable. En el caso de una trabajadora efectiva con categoría de operaria calificada, trabajando todos los fines de semana, cobra alrededor de 2.200 pesos al mes, muy cerca del valor de la canasta que nombramos antes. Entonces, ¿por qué parece una cifra exagerada el planteo de un salario igual a la canasta familiar? Porque la patronal ha logrado naturalizar que para llegar a un salario “digno”, es necesario un esfuerzo “extra” por parte del trabajador. En realidad, detrás de esto se esconde uno de los mecanismos básicos que tiene la patronal para aumentar la explotación de sus obreros.
En notas anteriores, explicamos que la ganancia tiene su origen en el trabajo excedente que realizan los obreros y que es apropiado gratuitamente por los capitalistas. Dicho excedente se denomina plusvalía. Cuando el capitalista paga un salario para comprar fuerza de trabajo, pretenderá que ese trabajo que pone en movimiento produzca el excedente máximo posible. El mecanismo más antiguo que el capital conoce para lograr este objetivo está dado por la extensión de la jornada laboral. Cuando se aumenta la jornada laboral se aumenta el trabajo excedente. Este tipo de aumento de la plusvalía Marx lo denomina plusvalía absoluta. Así sucede cuando la jornada de trabajo se incrementa por ejemplo de ocho a doce horas: si suponemos que el tiempo de trabajo socialmente necesario para cubrir el valor de la fuerza de trabajo es de cuatro horas, ahora el capitalista, haciendo trabajar al obrero cuatro horas más, se apropia del producto de ocho horas de trabajo excedente en lugar de las cuatro que se apropiaba antes.
Se podrá objetar que en el ejemplo de PepsiCo Snacks, la empresa paga por las horas extras un precio mayor que las horas normales, incluso un día feriado se cobra al 100% (más un franco compensatorio!). Pero como dice Marx, no hay que dejarse fascinar “por los altisonantes tantos por cientos en el tipo de salario, sino preguntar siempre cuál era la cuantía primitiva del jornal”. Si partimos que el salario básico de convenio es, como dijimos, de mil pesos, vemos que la patronal ha impuesto que para percibir un salario acorde al valor de la fuerza de trabajo1, un obrero debe trabajar mucho más que ocho horas diarias; por lo cual esta extensión de la jornada de trabajo, disfrazada bajo las “horas extras”, constituye un claro ejemplo de mayor explotación, es decir, mayor extracción de plusvalía absoluta.
La extensión de la jornada de trabajo encuentra un límite en la capacidad física del obrero, su posibilidad de sostenerse en pie; pero el patrón siempre intentará por todos los medios extender la jornada, sin prestar atención a los riesgos, ni preocuparse de que los trabajadores se desgasten el doble o más, haciendo en un año el trabajo de dos. Como dice Marx “…la historia de la moderna industria demuestra que el capital, si no se le pone un freno, laborará siempre implacablemente y sin miramientos, por reducir a toda la clase obrera a este nivel de la más baja degradación.”2 El otro límite que encuentran los patrones es la resistencia política de los obreros. Así como los capitalistas intentan extender al máximo el trabajo excedente, el interés de los trabajadores, por el contrario, es reducirlo al mínimo, razón por la cual se desarrolla una lucha incesante entre la fuerza de trabajo y el capital por la duración de la jornada laboral. A esto nos referiremos en la próxima nota.

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