Las banderas bien diferenciadas, para una juventud que no es la misma. Eso quedó evidenciado en la marcha del 24 de marzo, para quien quiera verlo.
Entran las columnas que conforman el Encuentro Memoria Verdad y Justicia por avenida de Mayo. Al costado, sobre la 9 de Julio, están las distintas agrupaciones kirchneristas.

Pasa la columna del PTS frente a la de La Cámpora.

Los mil jóvenes del PTS les cantan: “que pasa jóven K que en la Rioja van con Menen y en Formosa con Infran”. La juventud “maravillosa” se pone loquita y empieza el contrapunto.

Dos cantos bien diferenciados, para quien quiera oírlos. Sólo tienen en común en que ambos están impregnados de un espíritu setentista. “Se va a acabar la burocracia sindical”, gritan los jóvenes del PTS. “Los sindicatos son de Perón”, responde La Cámpora.

La juventud que ya tiene sus primeros procesados por cortar las avenidas de la Capital en apoyo a los obreros de Kraft, retoma con su canto las mejores tradiciones de los ´70: la de los obreros de las coordinadoras interfabriles que derrotaron el plan Rodrigo e hicieron caer a López Rega; la de la unidad obrero estudiantil que forjó el Cordobazo y dio nacimiento al clasismo.
¿Y qué hay de la juventud K? Los jóvenes de gestión, una versión light de la juventud peronista de los `70 de la cual dicen ser los continuadores, terminaron cantando la misma consigna que levantaron los que desde el palco de Ezeiza dispararon contra los montoneros.

Es mejor no engañarse y no engañar a los demás. La juventud forjada desde los puestos de mando estatal, representa una “liberación” un tanto cool, un tanto trucha. Mezcla del chetaje noventista personificado en el ministro Boudou, a quien ahora le hacen la campaña.

De un lado la juventud que está con el sindicalismo de base. Del otro, los amigos de Moyano entonando el cantito que más le gusta a la burocracia sindical.