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Mundo Obrero

EXPLOTACIÓN EN LOS YERBALES DE MISIONES

Las aguas (todavía) bajan turbias

Hacinados, sin luz ni agua, hartos del hambre y el cansancio. Jodidos. Esta semana se conoció la desesperada denuncia de un grupo de tareferos. Levantan la cosecha de yerba mate para La Misionera, contratada a su vez por Las Marías, una de las compañías más grandes del sector gracias a sus marcas Taragüí, Unión, La Merced y Mañanita.

Lucho Aguilar

3 de febrero 2011

Hacinados, sin luz ni agua, hartos del hambre y el cansancio. Jodidos. Esta semana se conoció la desesperada denuncia de un grupo de tareferos. Levantan la cosecha de yerba mate para La Misionera, contratada a su vez por Las Marías, una de las compañías más grandes del sector gracias a sus marcas Taragüí, Unión, La Merced y Mañanita.

El grito del norte tuvo eco en algunos medios nacionales. Mostraron entonces las fotos de los rostros y los catres, sorprendidos por lo que consideran un viaje al pasado.

El río oscuro

1939. “El crujiente río de la yerba cruza distancias inmensas, mueve millones de brazos, encorva incontables espaldas, levanta una industria poderosísima, enriquece a dos o tres decenas de hombres y hace desgraciados a cien mil. Entra en cada casa, en cada una de las bocas que esperan el reconfortante mensaje de la selva. Los hacheros de Santiago del Estero, los gauchos del Río Grande do Sul y los obreros de los frigoríficos de Avellaneda no saben que ese gusto amargo de su brebaje preferido viene de la sangre y el dolor de sus hermanos. Veinte latifundistas poderosos se hacen dueños del Alto Paraná misionero:
Martín, Roca, Bemberg, Nuñez, Herrera Vegas…Un profundo cambio comienza a producirse en la patria de la caá. Sólo que la situación del mensú no varía. Las empresas siguen pagándole salarios flaquísimos, mantiene el vale y la compra obligatoria, a precios abusivos, en la proveeduría. Son dueñas de vidas y de vientres”.

(El río oscuro, Alfredo Varela).

Los herederos del mensú

1966. “Ahí están, hormigueando entre las plantas verdes, con sus caras oscuras, sus ropas remendadas, sus manos ennegrecidas: la muchedumbre de los tareferos. Hombres, mujeres, chicos, el trabajo no hace distingos.

No hay cabezas rubias ni apellidos exóticos entre ellos. El tarefero es siempre criollo, misionero, paraguayo, peón golondrina sin tierra.

Se acercan, nos rodean mansamente, y no tenemos que preguntarles siquiera para que caiga sobre nosotros el aluvión de su protesta:

 Estamos todos abajo –dicen.

 Nuestro jornal no sube.

 Estamos a mate cocido.

 No tenemos ropa.

 Jodidos, eso es lo que estamos.

(La Argentina ya no toma mate, Rodolfo Walsh)

¿Pasado?

2011. “Hacinamiento, insalubridad, trabajo en negro, incumplimiento del jornal diario, trabajo de menores, pago con vales, algunas de las irregularidades que se pudo relevar en un campamento de tareferos en Caraguatay. Los trabajadores viven en lo que queda de un secadero, hacinados en un galpón donde duermen en el piso. Además se efectuaban pagos con vales que solamente podían ser usados en una tienda de la zona, y muchas veces tienen que llevar a sus hijos a tarefear” (La Capital).

Entre quienes mostraron los rostros y los catres de los tareferos estaban también El Argentino y otros medios oficiales. Quedaba clara – una vez más – la feroz explotación de la que son víctimas los obreros de la yerba, el poder de los empresarios y su ligazón con la dictadura militar, como es el caso de los Navajas Centeno, dueños de Establecimiento ‘Las Marías’.
Omitían, eso sí, quién gobierna Misiones. Quién sigue dejando hacer a los “dueños de vidas y vientres en el Alto Paraná”.

Será porque el mismo día que se publicaron las notas, el gobernador de Misiones participaba de la cumbre Dilma-Cristina. Es que Maurice Closs, de pasado radical, se convirtió en uno de los gobernadores kirchneristas más fieles. Un hombre que ha logrado además una encantadora relación con las grandes empresas yerbateras, a costa de subsidios, beneficios impositivos y la vista gorda ante lo que pasa en los establecimientos.

Por eso los tareferos organizados denuncian que “el Ministerio de Trabajo no cumple lo que tiene que cumplir, y nosotros tenemos que aceptar trabajar así, porque no tenemos otra opción para mantener a nuestras familias”. Y que hace años vienen movilizándose por la mala paga y las condiciones laborales. Y que no pasa nada.

De la década infame a la actualidad, las imágenes parecen las mismas.

Las mismas de aquella película emblemática del cine argentino filmada durante la época del primer peronismo, Las aguas bajan turbias. Basada en el libro de Alfredo Varela y protagonizada por Hugo del Carril, desnudaría la feroz explotación que sufrían los mensús, como llamaban a esos peones que vivían y morían en el Alto Paraná.

Hoy, 70 años después, las aguas (todavía) bajan turbias.

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