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A 90 años de la Revolución Rusa

LAS JORNADAS DECISIVAS (PARTEII)

La vispera de la toma del poder

PTS

15 de noviembre 2007

La reunión del Soviet estaba programada para el 25 de octubre. El plan de los bolcheviques consistía en tomar el poder antes de la apertura del Congreso, el Comité Militar Revolucionario fue, lentamente desde la noche del 24, ocupando todos los organismos que se habían constituido en los resortes del poder de Rusia.
A las dos de la madrugada comienzan las principales operaciones. Grupos militares, obreros armados, o marinos, bajo la dirección de comisarios ocupan las estaciones, la Central Eléctrica, los arsenales y los depósitos de abastecimientos, los servicios de agua, el puente del palacio, la Central Telefónica, el Banco del Estado, las grandes imprentas, junto a los telégrafos y correos.
Mientras tanto en Cronstadt se preparaba en forma minuciosa la flota para irrumpir en defensa del Congreso de los Soviets. Se fijó la entrada de esta fuerza crucial para el 25, una vez que la insurrección adquiriera su carácter completamente abierto. Uno de los participantes de las preparaciones de la flota relata así estos acontecimientos: “El trabajo de preparación de nuestra intervención en Petrogrado fue organizado enteramente durante la noche… el Club náutico estaba repleto de soldados, marinos y trabajadores, todos ellos estaban obviamente listos para la batalla… El Staff General revolucionario calculó el plan de acción detalladamente, designó diferentes unidades y secciones para cada tarea, marcó como chequeada el inventario de suministros y municiones, y eligió al personal dirigente. Fue una noche de trabajo agotador”1.
Se eligieron varios barcos y cruceros para trasladar la tropa y para preparar la artillería sobre el Palacio de Invierno; el que jugó un rol crucial fue el Aurora, apostado frente al Palacio. “El crucero asumía su posición a la entrada del canal marítimo, rigiendo sobre el tren costero con sus armas. En las calles una intensa pero silenciosa actividad continuaba. Los destacamentos armados y las escuadras de soldados marchaban hacia el puerto. Sólo las caras serias y resueltas de los elementos dirigentes se podían ver a través de la luz de las antorchas. No había allí risa, ni conversaciones. El silencio sólo se rompía por el andar de los hombres en marcha, por las instrucciones de los mandos, y por el crujir de los camiones. En el puerto se cargaban los barcos rápidamente. Los destacamentos de hombres esperaban en línea en el muelle pacientemente aguardando su turno de embarque. ¿Es posible, no podría evitar pensarlo, que estos eran los últimos momentos antes de la gran revolución? Todo marchaba con tal simplicidad y orden que uno podría imaginar que se supondría de alguna maniobra militar perfectamente normal. Todo tenía tan poca semejanza a las perspectivas de una revolución que yo recuerde de la historia… ‘Esta revolución’ me dijo mi compañero ‘estallará con estilo’. La revolución, además, estalló con un estilo proletario -con organización. Esto es porqué, en Petrogrado, se ganó tan fácil y completamente”2. En el Smolny, se sesionó durante toda la noche, los obreros y soldados, los delegados de fábricas, acudían al lugar a buscar información y a conocer la marcha de los acontecimientos, luego volvían a sus puestos de acción.
El trazado de la toma de la capital fue obra de la Organización Militar de los bolcheviques, quienes dividieron la ciudad en barrios de combates, subordinados cada uno a los Estados Mayores más próximos, cada operación particular y la cantidad de involucrados fueron fijados de antemano.
A diferencia de Febrero, Octubre avanzaba silencioso pero firme, derribando al viejo poder e instaurando, esta vez sí, el suyo propio. Como dice Trotsky: “Las clases burguesas esperaban barricadas, resplandores, incendio, mares de sangre. En realidad, reinaba una calma más escalofriante que todos los truenos del mundo. Sin ruido se movía el terreno social, como una escena giratoria, llevando a las masas populares al primer plano y conduciendo a los señores de la víspera al otro mundo”3.
Mientras las fuerzas de la revolución avanzaban tomando todas las instituciones, los líderes “democráticos” se reunían en una conferencia nocturna con Kerensky, quienes desesperadamente veían consumar la insurrección sin poder asirla, bajo sus pies. Incluso, Dan propone lanzar un decreto por la firma de la Paz, para ganar ahora en forma exasperada el apoyo de las masas, Kerensky opina que no era necesaria semejante medida.
Kerensky luego se reúne con una delegación de Cosacos. Finalmente el gobierno suplica por ayuda a los Junkers y ordena a los ferrocarriles que permitan el traslado de las tropas a la capital. Luego quedó Kerensky sólo con Konovalov analizando la situación. Al ver la situación de aislamiento, y de no poder contar con tropas, pide refuerzos. La situación empeora hora a hora, Kerensky sin tropas, sin poder conseguir autos blindados, y con la ayuda de los aliados y de la embajada norteamericana, en un automóvil diplomático, con la bandera de EE.UU. y disfrazado, supuestamente en busca de las tropas del frente del Norte, huye de la caída estrepitosa de su propio gobierno.

La toma del Palacio de Invierno

_Tres militantes fueron los encargados de organizar el ataque al Palacio de Invierno: Podvoisky, Antonov-Ovseyenko y Chudnovski. El asalto al Palacio se esperaba para las 9 de la mañana antes de la apertura del Congreso de los Soviets. El plan general era rodear el distrito con una línea desde el Río Neva, la Fortaleza Pedro y Pablo y los navíos de Cronstadt. A las 10 de la mañana se emite un comunicado del Soviet, diciendo que se había consumado la insurrección, sin embargo le va a costar aún un día a la revolución vencer definitivamente al gobierno.
Dentro del Palacio de Invierno el gobierno provisional pide refuerzos, a los que acuden un batallón de Junkers, un batallón de mujeres, un contingente de Cosacos y 40 caballeros de San Jorge, que logran entrar al Palacio y preparan la defensa. Esto fortalecía su situación, era necesario que las fuerzas revolucionarias recuperen el tiempo perdido, todavía se esperaba los refuerzos de Cronstadt.
En una habitación pequeña de ese mismo edificio (el Smolny), Lenin paseaba arriba y abajo nerviosamente, aún proscrito, aún en su disfraz de viejo. A cada llegada, preguntaba, ‘¿El palacio -aún no ha sido tomado?’ . Su furia aumentaba contra las vacilaciones, los retrasos, los indecisos. Amenazó a Podvoisky ‘Deberemos dispararle, sí, dispararle’ . Los soldados, apiñados alrededor disparaban en las calles cerca del Palacio, mostrando la misma impaciencia. La gente oía el murmullo sobre cómo ‘los bolcheviques están comenzando a jugar también a la diplomacia’ .Una vez más, los sentimientos de Lenin incluso al punto del detalle, eran los de las masas”4. Finalmente llegan los refuerzos de la flota, ahora las fuerzas son más que suficientes, comienza a cerrarse el cerco sobre el Palacio. A las 18 hs. se manda el primer ultimátum de rendición, que no es aceptado por los ministros apertrechados. Se ocupa en ese momento el Estado Mayor, la victoria parece cercana.
Ya de noche comienza un tiroteo entre sitiadores y sitiados que dejan las primeras bajas. Los cosacos son los primeros en desistir. Siguen los enfrentamientos, pero todavía parece no definirse la situación, finalmente Antonov ordena que se abra fuego sobre la fortificación, luego de los disparos se propone una nueva carta para la rendición de los sitiados. Un grupo del batallón de mujeres y de Junkers se rinde, pero el Palacio aún resiste.
Corren rumores que vienen refuerzos, nuevamente el interior levanta su ánimo, pero vuelven las explosiones, son marineros entrando al Palacio con granadas. Ya el sitio no puede prolongarse más. Nuevamente Lenin llama a terminar con lo emprendido, la situación no puede esperar más, se mandan órdenes para que el Aurora abra fuego inmediato contra el Palacio. Sin embargo se esperan 15 minutos, aguardando un desenlace menos cruento. Finalmente el Palacio es tomado por asalto. Se desarma a los Junkers, se invade la sala de ministros: “Esta era la última muralla del último gobierno burgués de Rusia. Antonov-Ovseyenko, Chudnovsky y Podvoisky empujaron para pasar por esas poderosas bayonetas. Un joven les susurró, ‘¡Estoy de vuestro lado!’’. Detrás de la puerta estaba el gobierno provisional: 13 miserables, caballeros temblando, 13 caras abatidas ocultas por las sombras. Así fueron escoltados fuera del Palacio por la Guardia Roja, un grito se levantó reclamando su sangre. Algunos de los soldados y marinos deseaban una masacre. Las guardias obreras los contuvieron: ‘¡No arruinen la victoria proletaria con excesos!’”5. Eran las 2:45 de la madrugada del 25 de Octubre, finalmente la toma del Palacio caía sobre las manos obreras, organizada minuciosamente por los bolcheviques y los estados mayores del Soviet. Esta insurrección daba a luz a una nueva sociedad, un nuevo ensayo de la historia, pero esta vez, eran las masas oprimidas, los esclavos modernos, que hundiendo la vieja sociedad, enterraban con ella, por fin, sus propias cadenas. Pero para que la nueva vida pudiera asentarse, debían entrar en escena los nuevos organismos de poder, es decir, el Congreso de los Soviets, que veremos en nuestra próxima entrega.

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