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La tradición revolucionaria de los marineros

17 de mayo 2007

Si en todas las flotas de guerra del mundo las condiciones de vida de los marineros eran muy duras, bajo el zarismo eran, sin lugar a dudas, las peores. Muestra de ello son los maltratos constantes, los castigos corporales, los alimentos podridos, el severo racionamiento del agua dulce y el desprecio aristocrático de la casta de oficiales y sus esposas hacia los marineros que eran abofeteados y humillados. El reglamento, por ejemplo, prohibía a los marineros frecuentar establecimientos públicos o caminar por la vereda y la parte de la calle que estaba expuesta al sol. Por desobedecer estas normas eran encerrados en calabozos fríos, sin luz ni aire. “Era necesario ver con que arrogancia los llamados aristócratas trataban a sus subordinados para comprender la fuerza del odio que estos últimos alimentaban hacia ellos”1.

1905: la rebelión sacude el Golfo de Finlandia

La huelga general que en Octubre de 1905 subleva a los obreros de Petrogrado también moviliza a los marineros de Kronstadt. Para desarmar el poderoso movimiento revolucionario, el zar otorga ciertas libertades democráticas y anuncia la creación de un parlamento, la Duma, elementos que quedan reflejados en el Manifiesto del 17 de Octubre. Los marineros de Kronstadt ven en estas concesiones una promesa de cambio del régimen de la fortaleza y de los buques. En la Plaza de Ancora los marineros discuten su contenido, el bolchevique Doubrovinski y un “eserista” lo denuncian como un engaño destinado a salvar al zar amenazado y llaman a la insurrección. Los marineros prefieren adoptar una petición moderada. Reclaman no ser tratados como siervos ni perros, sino como ciudadanos rusos, la reducción del servicio en la marina de 7 a 5 años como en la infantería y un aumento salarial.

Los marineros exclaman ante las autoridades: “¡somos tratados como bestias!”. Al día siguiente, 50 soldados son arrestados por exigir sus reclamos. Mientras son llevados a prisión arengan a sus compañeros, y pidiendo auxilio van provocando una revuelta espontánea de miles de marineros que se convierte en un acto de fervor revoltoso sin objetivos claros ni dirección política. El zar declara el estado de sitio en Kronstadt y envía tropas desde San Petersburgo que aplastan el motín, arrestando unos 3.000 soldados, marineros y civiles, de los cuales 208 son enviados a la Corte Marcial.

Luego de varias asambleas masivas en las fábricas de la capital, el 1° de noviembre el Soviet de diputados obreros de San Petersburgo convoca a una huelga en solidaridad con los presos de Kronstadt y con los obreros de Polonia que estaban en huelga. Dicha acción pone limites al gobierno y sólo uno de los cientos de presos es condenado a trabajos forzosos sin que haya ningún condenado a muerte. Este veredicto es considerado como un triunfo por la guarnición de Kronstadt.

La rebelión se dio en medio de la guerra ruso-japonesa y fue parte de una serie de rebeliones que hubo en la marina, la más importante fue la del gigante acorazado Potemkin en la flota del Mar Negro. En el pueblo ruso se fermentaba ya la insurrección y los marineros -obreros y campesinos de uniforme- no podían abstraerse de la situación. Allí “la tripulación amotinada arrestó a todos los oficiales, excepto al comandante y a otros seis, a los que dieron muerte. Los marineros eligieron un comité entre sus filas que tomó la arriesgada iniciativa de arribar a Odessa y buscar el apoyo de los trabajadores. […] Todos los elementos estaban presentes para establecer vínculos con el pueblo revolucionario”2.

Comparando los sucesos de Kronstadt con la rebelión del Potemkin, Trotsky señala: “¡Qué inmenso paso adelante, cuando se compara esta rebelión (del Acorazado Potemkin) con el motín de Kronstadt! En éste no había habido más que una explosión de fuerzas elementales, cerrada por una salvaje represión. En Sebastopol la rebelión había crecido en forma regular, buscando concientemente el orden y la unidad de acción”3.

1906: el levantamiento fallido de los socialistas revolucionarios

Luego de la derrota de la revolución de 1905, cuando son encarcelados los máximos dirigentes del Soviet, entre ellos el propio Trotsky, comienza un duro período de reacción política. La dictadura zarista se hace sentir en las fábricas y las barriadas obreras con todo el peso de la persecución y el terror, incluyendo los pogromos4. En este contexto de retroceso general de las masas, los socialistas revolucionarios preparan un plan de insurrección para Kronstadt. En julio de 1906 se reúne el Comité Ejecutivo encargado de este plan con unos 60 marineros. Los socialistas revolucionarios insisten en desencadenar inmediatamente la insurrección. “Para recalentar el ardor vacilante de los marineros, afirman que hacia la medianoche, cuatro grandes buques amotinados de Sveaborg, de los cuales nadie jamás verá un rastro, vendrán a apoyar a los insurrectos de Kronstradt. El plan de los socialistas revolucionarios recae en estos buques fantasmas y en la convicción infundada de que el regimiento de infantería (…) con un estado de humor muy incierto, se sublevará y armará a los marineros desarmados (…)”5. Esta insurrección mal preparada duró seis horas. La represión fue implacable. El Soviet de Petrogrado ya no existía y el Tribunal Militar pudo trabajar con total impunidad. Más de 3.000 marineros son encarcelados y 36 condenados a muerte.

A diferencia de la actuación de los socialistas revolucionarios en Kronstadt, el POSDR se encargó de llevar adelante un trabajo preparatorio antes de encarar la sublevación de la flota del Potemkin en junio de 1905. Los marineros tomaron contacto con los obreros en los astilleros navales Nikolaievsky, y fueron estos obreros quienes se fusionaron con los marineros y con los socialdemócratas. Los del Potemkin frecuentaban reuniones secretas organizadas por los socialistas. Como nos cuenta Khristian Rakovsky, si bien las condiciones de vida en los cuarteles y la estructura del Estado ruso despertaron el espíritu revolucionario de los marineros, “el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso y particularmente su organización en Crimea (…) contribuyó mucho, a través de una acción prolongada, a la emergencia de los revolucionarios entre los marineros. (…) Es imposible comprender la sublevación revolucionaria de la flota ni otros movimientos análogos sin tomar en cuenta estos elementos”6.

De la misma manera es imposible comprender la experiencia de la Comuna roja de Kronstadt en mayo de 1917 sin esta experiencia de los marineros, sin el conocimiento de los partidos y sus estrategias, sin las lecciones de su tradición.

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