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Mundo Obrero

(Nota exclusiva en internet)

La receta de los Pagani

Luis Pagani disfruta tanto sus billetes como sus diplomas, pero el último que recibió es el que más valora. Fue hace pocos meses, cuando fue aceptado como integrante de la Academia Nacional de Ciencias de la Empresa.

Lucho Aguilar

6 de mayo 2010

Luis Pagani disfruta tanto sus billetes como sus diplomas, pero el último que recibió es el que más valora. Fue hace pocos meses, cuando fue aceptado como integrante de la Academia Nacional de Ciencias de la Empresa. Su amigo Daniel Funes de Rioja hizo de presentador. Pagani pudo acceder a ese hermético círculo que distingue a las patronales más rancias. La coqueta Amalita Fortabat y el sanguinario Arturo Acevedo (Acindar), se codean allí con funcionarios de las últimas dictaduras, como Eduardo Roca o el bigadier Edgardo Stahl. Una injusticia que hayan tardado tanto en reconocer la estirpe de un Pagani.

Las ideas de la Mediterránea

“Sabemos que, aunque pequeña, nuestra contribución puede ser valiosa, especialmente en momentos en que nuestros gobernantes están empeñados en sentar las bases de un nuevo proyecto nacional”. Las palabras de Domingo Cavallo no podían ser mejor recibidas por las autoridades militares, aquel invierno de 1977. Era el lanzamiento de la Fundación Mediterránea, con la que los Pagani y otros grupos económicos buscaban influir en el proyecto instalado por la dictadura, y ubicar cuadros en puestos de gobierno. Cavallo acababa de llegar desde EE.UU., donde también había estudiado Luis Pagani, y no tardó en escalar posiciones en el régimen. Gracias a las geniales ideas de la Mediterránea, Cavallo llegó a titular del Banco Central. A los Pagani también les fue espectacular: con el régimen de promoción industrial y otros favores, pasaron de tener 5 empresas en 1973, a tener 20 en 1983, triplicando su facturación. Arcor había entendido aquella máxima del secretario de Comercio Exterior de Martínez de Hoz: “da lo mismo fabricar acero que caramelos”.
Los trabajadores de la alimentación, mientras tanto, sufrían la persecución, la caída del salario real y decenas de desaparecidos.

Casi un miembro de la familia

Tamaña inversión de plata e ideas siguió dando frutos a los Pagani. El Cavallo canciller nombró a Luis Pagani como... cónsul en Finlandia. Ya como ministro de Economía, Mingo fue al grano y aumentó los aranceles a la importación de chocolates. Enseguida llegó la flexibilización en el gremio firmada por Daer en 1994. La ayuda del Estado y la burocracia venían a coronar la fenomenal ventaja que les brinda a los Pagani la productividad del campo argentino: los costos más bajos a nivel mundial para producir el maíz y el azúcar le permitieron convertirse en el mayor productor de caramelos del mundo, absorbiendo empresas extranjeras (Danone) y abriendo plantas en otros países.
Así terminaban los 90 como uno de los mayores ganadores: casi 200 mil hectáreas de campos, 40 mil cabezas de ganado, más de 30 plantas en Argentina y el mundo.

Con Kirchner también

Mientras en el 2001 la clase obrera era golpeada por la desocupación, Arcor festejaba su 50° aniversario con un brindis en Chicago (EE.UU.). Es que nunca pensaba pagar los costos de la crisis. Todo lo contrario, con la devaluación y la pesificación de sus deudas, el grupo era favorecido por el gobierno de Duhalde.

El nuevo esquema económico brindaba una dulce oportunidad a los Pagani, que junto a lo más granado de los grupos capitalistas locales y las grandes multinacionales pusieron en pie la AEA (Asociación Empresaria Argentina), continuadora del golpista Consejo Empresario. Como presidente de AEA, Pagani se entrevistó con el flamante presidente Néstor Kirchner. “La reunión fue satisfactoria”, titulaba el dueño de Arcor. Y vaya si lo fue. Con el cuento de la “reconstrucción de la burguesía nacional” de los Kirchner, los Pagani no pararon de ganar plata: el último balance les dio ganancias por 350 millones de pesos.

En el último almuerzo de Cristina con los empresarios, Luis Pagani estuvo en primera fila. “El Estado es su mejor socio” le endulzó los oídos la Presidenta. “Chocolate por la noticia”, habrá pensado el gerente de Arcor.

Pero también en los últimos años, Arcor debió enfrentar la rebelión de los trabajadores de varias de sus plantas, con un activismo que en muchas ocasiones supera a los viejos dirigentes de la Federación y el Sindicato de la Alimentación, que durante décadas han sido cómplices de la empresa.

Quizás por eso el jefe del grupo no pudo ocultar su pensamiento tras los cortes de los obreros de Kraft, los estudiantes y desocupados, en 2009: “en Capital Federal reina la anarquía por los cortes y piquetes que afectan la productividad”.

Será que la lucha de clases, como se mostró el año pasado en Terrabusi y asomó en varias fábricas durante esta paritaria, pone las cosas a flor de piel. Como aquella pintada que apareció frente a una de las plantas cordobesas: “Pagani nazi, aumento o se pudre, basta de salarios de esclavo”.

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