La gestión de ˜álvarez a la cabeza del INCAA es la misma que todo funcionario kirchnerista propone en cada ámbito de la cultura o la política: o es la simple corrupción, o se busca la integración a un sistema de premios y castigos que domestica voluntades y compra silencios para tapar la evidencia de un país cada vez más subordinado a los intereses imperialistas, donde solo una minoría goza del “crecimiento económico”.

Como telón de fondo están los recientes casos de corrupción, desde el caso Skanska, el sobre de Miceli, la valija millonaria, hasta las recientes denuncias sobre el Cine.

En realidad no hay ningún proyecto de desarrollo del Cine Nacional. La dirección del INCAA es un caballo de Troya de las grandes empresas productoras internacionales, en todo caso sólo se preocupa por las “necesidades inmediatas” del lobby comercial nacional el cual dedica toda su voluntad a pelearse por las sobras de un mercado acaparado en un 90 % por películas norteamericanas, mientras se producen solo 60 “películas nacionales” al año. En esta fiesta privada que vale 100 millones de pesos no falta ningún elemento actoral: desde el corrupto insalvable y el lamebotas hasta el bienintencionado atrapado en las redes de un poder que no puede dominar pero que parece atraerlo como un imán.

El INCAA se niega a otorgar un jurado transparente que decida sobre los fondos de un nuevo plan de fomento, como exigimos desde DOCA (Documentalistas Argentinos). La resolución hasta ahora aprobada apunta a conformar un jurado con algunos cambios pero en esencia igual a todos los anteriores. Repudiamos esta maniobra que intenta quebrar la lucha de DOCA y busca “integrar” la critica para quitarle su filo y legalizar los manejos de siempre. Esto muestra que la lucha para lograr la democratización y la transparencia en el uso del dinero destinado al Cine será larga.

La ceguera que se autoinflingen directores y artistas, muchos de ellos “respetables” integrantes de asociaciones como DAC, PCI, ADN e incluso “consagrados” cineastas nos paralizaría si no sintiéramos que el Cine nacional no está muerto sino que nace en cada nuevo realizador que con esfuerzo busca expresarse con su película, sea cual sea su elección formal y la de sus temas: intimistas, personales, psicológicos o sociales. 16000 estudiantes de Cine lo demuestran. La lucha de DOCA también.

En los últimos tiempos los documentalistas empezamos a reunirnos, a debatir, a proponer, con diversidad de opiniones, pero con un mismo objetivo: empezar a cambiar esta historia.

Nuestra experiencia se hermana con la de cientos de trabajadores que en los ultimos años protagonizaron las mas importantes luchas por recuperar sus derechos. Son ellos nuestros mejores aliados. Este es el camino que tenemos que andar.

Para Contraimagen la organización y lucha que comenzamos en el cine Documental es un primer paso para una pelea de fondo contra la injerencia de los empresarios nacionales y extranjeros en el libre desarrollo del Cine, por escuelas publicas y abiertas que fomenten la libre creación y experimentación, y por un INCAA democrático manejado por los trabajadores del cine y los realizadores, abierto a la participación de las organizaciones obreras y populares.

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