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Según Marx...

La productividad del trabajo y la jornada laboral: Nota I - La plusvalía relativa

26 de mayo 2006

En notas anteriores explicamos que la plusvalía absoluta consiste en la extensión de la jornada de trabajo, que permite a los capitalistas quedarse con una cantidad mayor de horas no pagadas. También vimos que la jornada y los ritmos de trabajo no pueden aumentar hasta el infinito, sea por el agotamiento físico del trabajador o por los límites impuestos por la clase obrera. Pero como dice Marx, el capital, que “…vive tanto más cuanto más trabajo vivo succiona”1, buscará la forma de burlar dichos límites.
Esto nos introduce en la cuestión de la productividad del trabajo, asociada, desde el punto de vista marxista, a lo que se denomina el incremento de la fuerza productiva del trabajo. En términos sencillos, se trata de la introducción por parte de los capitalistas, de nuevas y más modernas máquinas y tecnología al proceso productivo, logrando que los obreros produzcan más mercancías en el mismo tiempo. Este proceso permite al capital incrementar el robo de horas de trabajo a través de lo que Marx denominó producción de plusvalía relativa. Una idea compleja que tiene muchos aspectos, de los que aquí abordaremos sólo uno.
La plusvalía relativa está asociada centralmente al hecho que, en la medida en que aumenta la productividad del trabajo, no sólo se logra que se produzca más en un tiempo menor, sino que también se consigue que los obreros necesiten menos tiempo para producir el equivalente en dinero de los bienes necesarios para subsistir (su salario). Dicho de otro modo, logran acortar el tiempo de trabajo socialmente necesario para la manutención del obrero. Este mecanismo permite extender el tiempo de trabajo excedente, es decir, las horas de trabajo no pagadas, sin necesidad de que se extienda la jornada laboral, que se mantiene constante.
Volvamos al ejemplo del obrero que trabaja ocho horas diarias y produce en cuatro el equivalente de su salario, siendo las cuatro restantes trabajo no pagado. Supongamos ahora que se introduce nueva maquinaria en las ramas que producen los bienes salarios, es decir, la suma de productos que habitualmente constituyen la canasta familiar del obrero. Ahora el valor (precio) de todos esos bienes disminuirá, dado que podrán producirse en menos tiempo y por lo tanto serán más baratos2, como así también lo será la canasta familiar de conjunto3.
Si en estas ramas se introduce maquinaria que produce el doble de rápido que antes, el valor de los bienes que integran el salario se reducirá a la mitad (porque requerirán la mitad de tiempo de trabajo que antes). De este modo, los obreros no sólo de esas empresas sino de todas las ramas capitalistas, ahora no necesitarán cuatro horas para producir su salario, sino… ¡solamente dos!
Se podría suponer entonces que la jornada de trabajo se reducirá de ocho horas a seis, incluso admitiendo que los capitalistas sigan llevándose sus cuatro horas. Pero este es el nudo del asunto. De ninguna manera la jornada laboral se reduce por el hecho de que los obreros necesiten menos horas de trabajo para reproducir su vida. En este sistema en el cual los medios de producción son propiedad privada de los patrones, el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo que permite aumentar la riqueza social, no está al servicio de disminuir la carga de trabajo que deben soportar los trabajadores. Por el contrario, está al servicio de aumentar la ganancia de los capitalistas.
De este modo sucede que los obreros, con suerte, siguen trabajando la misma cantidad de horas, en nuestro ejemplo ocho, pero como ahora sólo necesitan dos para producir su salario, sobran dos horas. ¿A dónde le parece lector que van a parar? Sencillo: ¡al bolsillo de los capitalistas! Esto es fundamentalmente la plusvalía relativa, que consiste en un cambio en la distribución de horas pagadas y no pagadas. Como dice Marx, es el mecanismo mediante el cual los capitalistas logran “abaratar al obrero mismo” 4.
Quedan muchas cuestiones por explicar, por ejemplo, qué pasa cuando un capitalista que nada tiene que ver con la producción de bienes salario incorpora nueva maquinaria. ¿Obtiene o no plusvalía relativa? Intentaremos responder a esta pregunta en el próximo número.

1 K. Marx, El Capital, Tomo I.
2 Veamos algunos ejemplos. En la industria gráfica, el desarrollo de nuevas tecnologías combinadas con la informática, ha provocado un salto enorme en la productividad del trabajo. La aplicación de estas nuevas tecnologías en la industria alimenticia, ha permitido un abaratamiento en el packaging, obteniendo una baja en el valor de los productos alimenticios, uno de los componentes esenciales de la canasta familiar. Otro ejemplo es la generalización de la tecnología del tetrabrick, que al permitir una mejor conservación de una amplia variedad de alimentos y sustituir materiales más caros como el metal, también ha provocado una baja en el valor de las mercancías alimenticias.
3 Dejamos de lado aquí un problema fundamental como la inflación para no complicar más el asunto, aunque aclaramos al lector que la introducción de esta cuestión no modifica en lo esencial el planteo que estamos haciendo.
4 K. Marx, El Capital, Tomo I.

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