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La perspectiva comunista de nuestra lucha

9 de noviembre 2001

Emilio Albamonte
"Muchos compañeros que hoy han venido conocen nuestra campaña electoral, nuestra lucha en el movimiento obrero, que tiene su expresión máxima en el sindicato ceramista, nuestro trabajo en el Movimiento de Coordinación Obrera, nuestra lucha estudiantil y nuestra discusión sobre las interfacultades, lo que queremos hacer en esta conferencia no es discutir todo eso. Lo que queremos hacer es discutir cuáles son los grandes principios y cuál es la estrategia de nuestro partido.

El partido de los esclavos insurrectos

La lucha de clases y la idea de comunismo no fueron inventadas por Carlos Marx. Por ejemplo, en el siglo II a.C., a los Gracos los mataron en el senado por querer hacer una reforma agraria. El esclavo Espartaco llegó a tomar toda Italia y fue derrotado por las legiones del imperio romano. Por eso Lenin dijo: "Somos el partido de los esclavos insurrectos."
El comunismo es un ideal que, más allá de lo que el marxismo aportó, ha recorrido las esperanzas y los sueños de los explotados a lo largo de la historia.
En 1848, la Liga de los Comunistas le pide a Marx que escriba el Manifiesto, donde dice que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases entre esclavos y esclavistas, entre patricios y plebeyos, entre señores y siervos y, hoy, entre burgueses y obreros o asalariados.
Un poco antes surgieron socialistas como Fourier, Owen, Saint Simon, a los que se llamó socialistas utópicos, porque sostenían que los obreros debían separarse de la sociedad capitalista y hacer su experimento, viviendo en comunidades. Hoy hay pensadores modernos que se llaman marxistas, como Toni Negri, que tienen mucho de ese utopismo.
Si tuviera que definir al PTS como parte de esa tradición comunista, en una primera aproximación, diría que es el partido que está en contra de luchar por las migajas.
Por eso no nos convencen D"Elia y Aldedrete de que el sumun es la lucha por los 120 pesos. Nosotros participamos de toda lucha por más mínima que esta sea. Pero nuestra política es que se reparta todo el trabajo entre todas las manos disponibles. Y que esto sea a costa de las ganancias de los capitalistas. Esto se llevó a cabo en Salta, la gente se levantó y no aceptó los planes trabajar, planteando la lucha por trabajo genuino. Esto nos separa a nosotros de Alderete y nos liga a la gente de Salta. El problema es que Alderete, D"Elía y el PTP consideran que "el ideal" de luchar por una sociedad donde vaya disminuyendo progresivamente el trabajo, es una cosa para decir, a lo sumo, los días de fiesta, pero no es parte de su lucha cotidiana. Por eso son reformistas. Hay otros partidos o frentes reformistas como IU, cuyo principal, casi único objetivo es conseguir más diputados, como el viejo Partido Socialista de Juan B. Justo.
Entre los reformistas y los revolucionarios hay grupos intermedios como el PO que hablan en su periódico de gobierno obrero pero que en los momentos decisivos claudican frente a la burocracia como recientemente lo hicieron en la Asamblea Piquetera.
Nosotros no somos doctrinarios, participamos en toda lucha de clases, pero lo hacemos desde una perspectiva comunista.

El comunismo de Marx, una estrategia con base científica

Lo que agrega Marx es que de las propias contradicciones del capitalismo puede surgir el socialismo. Para comenzar diremos que descubre y explica el secreto de la explotación capitalista. Marx planteó que en las sociedades anteriores la explotación estaba garantizada por mecanismos extraeconómicos, por ejemplo, las leyes que ataban al siervo a la tierra en el feudalismo. En el capitalismo, en cambio, los hombres y las mujeres son jurídicamente libres. Sin embargo, unos tienen capital (los medios de producción, fábricas, bancos, tierras) y otros no tienen nada. Entonces, el obrero es totalmente "libre" de morirse de hambre. Es la única sociedad que por medios esencialmente económicos consigue arrancar trabajo no retribuido.
¿Cuáles son las principales contradicciones del capitalismo? Una de las fundamentales es que cada vez la producción es más social, pero la apropiación es cada vez más privada. Hoy, 300 grandes millonarios tienen una fortuna equivalente a los ingresos de 3000 millones de personas. Es una contradicción brutal, donde trabaja el 60 ó 70 % de la sociedad y cada vez se enfrenta a un capital más concentrado. Estas desigualdades crecientes constituyen un poderoso impulso de los procesos revolucionarios.
Hay una segunda gran contradicción que es que los capitalistas compiten entre ellos en forma anárquica, y esto lleva a la caída de la tasa de ganancia y a las crisis recurrentes de sobreproducción. Cuando se produce en cantidades mayores a la demanda solvente surgen grandes recesiones y aún depresiones como la que comienza a atravesar hoy la economía mundial. Marx planteó que la única solución era establecer un plan, hecho por los trabajadores y los consumidores, que respondiera a las necesidades de la sociedad.
Basándose en esas contradicciones, Marx dijo que se podía destruir esta sociedad basada en el lucro y construir una civilización superior a ésta, una sociedad de productores libres asociados. Si todo el trabajo se reparte entre todas las manos que pueden trabajar, cada vez más gente puede trabajar menos horas. La disminución progresiva del trabajo humano hasta su virtual desaparición es el objetivo central del comunismo. Esto no es una utopía. La propia sociedad capitalista con sus enormes creaciones técnicas y organizativas forjan una base material para esta perspectiva.
La gran revolución rusa se hizo bajo estos ideales.
En la década del 70 la clase obrera de varios países de Europa se levantó no sólo por el aumento de salarios o contra sus gobiernos sino también contra las condiciones agobiantes de trabajo en las fábricas capitalistas. En eso tan pequeño que es que los mismos obreros controlen desde cuándo se va al baño hasta los ritmos de producción, está el comienzo del comunismo. Se trata de algo que todo obrero sabe íntimamente: que la liquidación de la explotación parte de controlar su propio cuerpo.
Y el que no sienta eso, que no sea comunista, que luche como sindicalista, como activista. Los comunistas compartimos ese sentimiento que es el único que puede sentar las bases de una mayor felicidad humana. Pero esta lucha tiene fundamentos científicos, no está basada en una promesa celestial, es una lucha por la dicha humana que empieza porque cada trabajador controle su propio cuerpo. Un cuerpo que el despotismo del capital transforma en esclavo, lo parcela, lo transforma en algo desechable como hizo la patronal de Zanon con el compañero Daniel Ferrás (cuando empezó la lucha del sindicato ceramista), que por no tener una ambulancia murió en los brazos de otro obrero. Todo aquel que no entienda eso, es imposible que pueda hacer lo que dijo Lenin -ese gran revolucionario realista-, quien sostenía que los revolucionarios no deben solo luchar sino también soñar.
El odio de clase es contra este despotismo que impone el capital. Toda táctica la implementamos dentro de esa perspectiva. Todos los que no lo hagan desde esa perspectiva serán activistas pero no serán revolucionarios. Es decir, ese odio hay que transformarlo en política revolucionaria.

El método Revolucionario

Consideramos a la clase obrera, los asalariados, como la única clase que por el lugar que ocupa en la producción capitalista, por no tener nada que perder y por su conocimiento y entrenamiento en los métodos productivos más avanzados, es la que puede dirigir a las otras clases explotadas y oprimidas (como los campesinos y el pueblo pobre) en un proyecto emancipador.
Somos internacionalistas no sólo por solidaridad en general con nuestros hermanos de clase de otros países sino por necesidades que surgen de la propia lucha. Cómo se podría sostener una revolución en Bolivia sin lograr el apoyo de los obreros de Europa o EE.UU. La solidaridad no es un problema solamente moral, es un problema de autoafirmación de una clase internacional. Todo populista que dice que la revolución va a ser en el tercer mundo y que en los países centrales los trabajadores son irrecuperables para la revolución, se transforma en un enemigo objetivo de la verdadera liberación de los trabajadores. Por eso la teoría de la revolución permanente dice que la revolución puede empezar en cualquier país, pero que el socialismo sólo puede triunfar definitivamente, es decir lograr que disminuya el trabajo humano hasta desaparecer liquidando en el camino la división de clases, el estado y las mercancías, si triunfa en los países centrales. Los países atrasados pueden llegar primero a la revolución, pero más tarde al socialismo. La burocracia sindical existe, entre otras cosas, para evitar toda acción internacionalista consecuente de la clase obrera. Porque si los trabajadores del mundo se unen, dejan desarmado al capital. Esta unidad es mucho más potente que cualquier ataque terrorista sobre el Pentágono.
En síntesis, decimos junto a Trotsky: nuestro objetivo es el socialismo, nuestro método, la revolución proletaria. Sabemos que hay muchos compañeros que dicen que están de acuerdo con casi todo lo que hacemos, pero que no creen en la posibilidad de la revolución. Esta es una discusión que se repite cada vez que el movimiento obrero está a la defensiva. Pero el siglo XX estuvo lleno de revoluciones. En Argentina, por ejemplo, en 1919 hubo una rebelión que fue la Semana Trágica, en los años "30 hubo enormes huelgas como la de la construcción y la de la madera, en 1969, el Cordobazo inició un ciclo de semiinsurrecciones obreras. No ha faltado en la Argentina una clase que tendiera a la revolución. Lo que ha faltado es un partido socialista revolucionario con influencia de masas.
Todo el arte de los marxistas es el de prepararnos para esos momentos culminantes.
El método de la revolución es destruir el Estado burgués, es decir, destruir el ejército y reemplazarlo por las milicias obreras y el pueblo armado, acabar con la justicia burguesa, etc. Hay que instaurar un estado que se base en los organismos como los que los propios obreros han construido en los grandes procesos revolucionarios: los consejos obreros o soviets. En la Revolución Rusa de 1905 y en el 17, por ejemplo, los obreros de una misma ciudad se unían más allá de sus gremios y mandaban delegados de fábrica, campo o cuartel para el consejo de obreros y soldados que se reunían por ciudad. En el 17 crearon estos organismos en más de 500 ciudades. Forjaron un doble poder contra el Estado burgués. Pero esto no sólo pasó en Rusia, en la Argentina, sin ir más lejos, existieron las coordinadoras obreras del "75 en el Gran Buenos Aires que de desarrollarse se hubieran transformado en veraderos consejos obreros. Esa es la base para la construcción de un nuevo Estado donde la "democracia representativa", trucha, sea reemplazada por una democracia donde los delegados (diputados obreros y populares) sean revocables si traicionan el mandato de las fábricas, de las escuelas, de las minas, de los bancos, de las facultades. Eso se llama democracia directa. La Revolución Rusa funcionó así durante varios años, hasta que surgió el stalinismo, una burocracia contrarrevolucionaria que le sacó el poder a los obreros.

Militantes que quieran tomar el cielo por asalto

No estamos planteando una utopía, estamos generalizando una experiencia que ya hicieron las masas explotadas del mundo.
Los revolucionarios podemos estar muchas veces aislados de las grandes masas, pero cuando se ponen en movimiento, el gran peligro que existe es al revés: que las masas estén a la izquierda de los partidos, que éstos no tengan los cuadros preparados para conducir ese momento a la victoria. Por eso es necesario construir un partido revolucionario.
León Trotsky le manda una carta al SWP norteamericano que dice: "Queridos amigos, no somos un partido igual que los demás, no ambicionamos solamente tener más afiliados, más periódicos, más dinero, más diputados. Todo eso hace falta, pero no es más que un medio. Nuestro objetivo es la total liberación material y espiritual de los trabajadores y de los explotados, por medio de la revolución socialista. Si no lo hacemos nosotros, nadie la preparará ni la dirigirá. Las viejas internacionales están podridas y sólo nosotros somos los que la podemos preparar."
Nosotros necesitamos militantes que puedan ser oficiales de un estado mayor revolucionario para los momentos decisivos. Si no construimos un partido de ese tipo, los diputados, los votos, el dinero, etc. son para hacer una nueva burocracia con nombre de izquierda, pero que en los momentos decisivos de la lucha por la emancipación, sea impotente para llevarla a la victoria. Queremos militantes que, en cada lucha parcial, estén comprometidos por la emancipación de los trabajadores y de todos los explotados y oprimidos. Que en el momento decisivo puedan tomar el cielo por asalto."

José Montes

"¿Cómo se mide un partido revolucionario?"
Antonio Gramsci, el revolucionario italiano que murió en el "36 en las cárceles del fascismo, planteaba que un partido marxista revolucionario se tiene que medir por lo que aporta a la historia de su país, y fundamentalmente, a los sectores más explotados, a la clase obrera.
Nosotros no consideramos que seamos ya ese partido con influencia de masas al que se refería Gramsci. Pero, modestamente, quisiera cotejar con esa definición las actividades que, todavía en muy pequeña escala, llevamos adelante en el PTS.
En primer lugar, los trotskistas del PTS tenemos el orgullo de afirmar que hemos aportado aspectos de nuestro programa de transición a la lucha de la clase obrera de nuestro país. El ejemplo más reciente y más importante ha sido en una de sus nuevas organizaciones combativas, como la de los ceramistas de Zanon en Neuquén. Cuando se descarga el primer conflicto importante, la patronal aduce crisis para decir que era necesario hacer una reestructuración de la fábrica. ¿Cómo respondieron? Con la demanda de apertura de los libros de contabilidad, para demostrar que era una maniobra para ocultar las ganancias que obtienen de la explotación. Luego, cuando avanzó la recesión en el país, frente a los intentos de vaciar la fábrica, se levantó la idea de la estatización de la empresa para ponerla bajo el control de los trabajadores. Por eso, cuando se dio el lock-out patronal los obreros ocuparon la fábrica, la pusieron a producir. Durante esta última huelga, demostraron que con dos días de producción alcanza para pagar sus salarios. Pero no se quedaron en eso. Para dar respuesta a los compañeros desocupados, se unieron a ellos para luchar por trabajo digno mediante un plan de obras públicas, controlado por los trabajadores. Y lo plantearon para cubrir las necesidades de vivienda, hospitales, escuelas, de los sectores más necesitados de Neuquén, y no en función de los negociados de los grupos monopólicos de la contrucción. Es decir empezaron a buscar la alianza obrera y popular. Tenemos el orgullo de haber contribuido a forjar este programa y esta perspectiva a través de nuestros compañeros.
Podemos decir que en estas y otras fábricas, el PTS está plantando una bandera para la vanguardia obrera y para las luchas en medio de esta crisis del país. Está sembrando la idea que hay otra manera de luchar, de enfrentar los ataques, otro programa distinto al de los burócratas que aceptan bajar los salarios porque hay crisis capitalista. Zanon puede ser derrotada, eso va a depender de la relación de fuerzas; pero igual es nuestro orgullo que se esté forjando una tradición distinta para que otros tomen la posta y digan: "tenemos que hacer como los obreros de Zanon, que han llevado adelante una lucha heroica, con un programa correcto y una dirección decidida".

En segundo lugar, lo que estamos aportando, todavía en pequeña escala, es en la educación de dirigentes obreros revolucionarios. Yo les hago un desafío y les doy un minuto para que respondan... Piensen bien si en los otros partidos de la izquierda hay dirigentes obreros en la máxima dirección... No si hay muy buenos compañeros obreros, luchadores sindicales, que los hay en todos los partidos de izquierda. La pregunta es si tienen obreros como Godoy, o como yo que trabajamos todos los días en importantes fábricas, y a la vez participan de la dirección de su partido, en la elaboración de la política del partido. No sólo obreros que sean figuras electorales o dirigentes sindicales. Nosotros estamos totalmente en contra de esa concepción. Nosotros estamos a favor de formar obreros ¿para dirigir sindicatos? Sí. Pero al mismo tiempo que luchen para construir un partido revolucionario. Estamos convencidos que si los trabajadores manejan todos "los secretos" de la teoría y la estrategia revolucionaria pueden ser mucho más que honestos luchadores sindicales o meros activistas, pueden convertirse en estrategas de la revolución. Eso es lo que estamos intentando junto a compañeros intelectuales marxistas.

La idea que les quiero trasmitir es que si bien es muy importante que hayan surgido los piqueteros y activistas que en el movimiento desocupado luchen por trabajo genuino y una perspectiva distinta a la de D"Elia y Alderete; eso sólo no es suficiente. Está bien que empiece a haber activistas en las fábricas, que se planteen recuperar las comisiones internas contra la burocracia, pero eso no alcanza. Está bien que haya compañeros estudiantes universitarios y secundarios que peleen contra el arancel, por ganar los centros y en defensa de la educación pública, pero eso no alcanza.
Desde el PTS queremos construir esa herramienta que abra la perspectiva de disputar el poder a la burguesía, con la lucha en las calles, de un gobierno obrero y popular para llevar adelante la revolución socialista que termine con la explotación del hombre por el hombre. Por eso estamos luchando para construir un partido marxista revolucionario no solamente a nivel nacional sino internacional, lo que para nosotros es el partido de la revolución mundial, es decir la IV Internacional. A eso los queremos llamar, porque creemos que esa es la lucha más grande.
Algunos pueden decir que esto es mucho y que sólo están dispuestos a luchar por su fábrica o por las demandas de la universidad. Seguiremos compartiendo esas luchas juntos, pero también seguiremos explicándoles pacientemente que no es sólo eso lo que les proponemos los revolucionarios. Para los que formamos parte de la dirección del PTS sería valioso que una nueva camada de trabajadores se eleve a la política revolucionaria. Y sería un orgullo que una nueva camada de jóvenes, además de dedicarle horas de su tiempo a su estudio y a la militancia estudiantil, le dedicaran la misma energía a una profesión que para nosotros es la más importante, que es la de ser un revolucionario.

Conferencias en La Plata y Córdoba
Con la presencia de más de 50 compañeros en Córdoba y más de 100 en la ciudad de La Plata se realizaron las conferencias convocadas por el tema "La crisis nacional y la construcción del partido revolucionario".
Ambas estuvieron a cargo de Christian Castillo, dirigente nacional del PTS. En Córdoba comenzó con un intercambio de opiniones en base a un informe realizado por Darío Toniutti, delegado de Luz y Fuerza y enviado por este sindicato al acto realizado en la puerta de Cerámica Zanon, y sobre las lecciones que de ella se desprenden. En La Plata participó junto a Christian Castillo, José Montes.

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