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Informaciones Obreras

El golpe en las fábricas: Terrabusi

La patronal que le dijo sí a Videla

8 de marzo 2007

Lock out y agua bendita
El 16 de febrero de 1976, a las 18 horas, decenas de autos lujosos se estacionaban en doble fila junto a la iglesia Nuestra Señora del Inmigrante. Señoras coquetas y hombres elegantes se saludaban satisfechos. Ese día, la burguesía nucleada en la APEGE (Asa mblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias) realizaba un paro patronal en todo el país. El objetivo de la misa era ponerle el broche al lock-out y "en memoria de los empresarios abatidos por la violencia" (La Prensa, 16/2/76). Entre quienes organizaron la jornada en cuestión –que pasó a recordarse cada año como ‘El Día del Empresario’– estaba la COPAL, que agrupaba a los industriales de la alimentación. Los mismos que habían acaparado productos de consumo masivo los meses previos al golpe, para provocar desabastecimiento. El titular de la COPAL era, en ese momento, Gilberto Montagna. Junto a Carlos Reyes Terrabusi eran los directores de una de las alimenticias más grandes de la Argentina: Establecimientos Modelo Terrabusi S.A.

Auge obrero y represión
En los mismos días que los patrones de la fábrica conspiraban el golpe, los obreros de Terrabusi buscaban coordinarse con los de STANI y otras empresas del sector. El pliego que unía a los activistas incluía "aumento salarial, por mejores condiciones de trabajo y en nuestra propia defensa". (Avanzada Socialista, 2/76)
Es que la represión militar y paraestatal se venía cobrando la vida de cientos de activistas obreros, y un sector de los delegados de Terrabusi formaba parte de las Coordinadoras Interfabriles de la Zona Norte. Por eso habían sido protagonistas de las marchas de junio y julio de 1975, la primera huelga general contra un gobierno peronista. Obreros de Terrabusi habían marchado con los contingentes de Ford, Alba, Matarazzo, Astarsa y Mestrina, en una movilización que concentró a 10 mil obreros de esa zona del Gran Buenos Aires.

Pacheco militarizada
Muchas fábricas de la zona amanecieron militarizadas el jueves 24 de marzo de 1976. Los gerentes de las empresas de la zona ya tenían preparadas las listas de activistas de cada fábrica. Cuando Pedro Troiani, obrero de Ford, llega a la comisaría 1ª de Tigre se encuentra con algunos conocidos: "en ese centro de detención había 25 delegados y activistas de Ford, de Terrabusi, y Astarsa. (…) Es decir, los activistas y cuerpos de delegados de las empresas de la zona".
Los trabajadores buscaban proteger a sus delegados que aún no había sido secuestrados o asesinados. La agencia ANCLA (dirigida por Rodolfo Walsh en la clandestinidad), aseguraba en un cable fechado el 27 de agosto de 1976 que "un grupo de obreros de la planta industrial de Terrabusi S.A. de General Pacheco, provincia de Buenos Aires, elevó una nota al subjefe del área Tigre de las fuerzas militares.(…) La nota obrera reclama la libertad de Juan Esteban Ferreyra, delegado gremial del personal de esa planta". Ferreyra aún permanece desaparecido.
Susana Ossola de Ferrarese, obrera de Terrabusi de 23 años, fue secuestrada en San Miguel el 22 de mayo de 1976. Un año más tarde le tocaba a Carlos Eduardo Becker, también obrero de la fábrica. Pero no fueron los únicos.
La alianza entre militares y empresarios quería liquidar toda organización obrera combativa. Lo que el gorila y radical Balbín llamó "la guerrilla fabril". En el sindicato de la alimentación habían puesto un interventor para ‘representar’ a los trabajadores. El burócrata en cuestión, Lucero, venía de la derecha sindical, y pronto comenzó a ser odiado por los trabajadores de la fábrica.

La resistencia
La resistencia obrera se expresó de distintas maneras en la dictadura, y Terrabusi no fue la excepción. En los últimos meses de 1978 se registraron más de 1.300 conflictos obreros (Revista Mercado, 1978). El 27 de abril de 1979, empujados por la bronca reprimida que surgía entre los trabajadores, la cúpula de "los 25" - que agrupaba a un sector de la burocracia sindical -, convocó a un paro nacional. El paro se sintió en las alimenticias y en las automotrices de la zona norte.
Pero lo que quedó grabado en muchos obreros de Terrabusi fueron las protestas que se dieron en la fábrica en los primeros meses del ‘82, que llevaron a la rebelión de los 600 obreros de la planta. Los compañeros planteaban que "las condiciones eran de superexplotación, y había controles hasta cuando ibas al baño". "El conflicto salió de abajo, por medio de los compañeros que veían que el sueldo no alcanzaba". Por esos días, los gerentes Montagna y Reyes Terrabusi ganaban lo mismo que el salario de 50 obreros. El ánimo se contagiaba: "se hizo una asamblea en chocolate. Se empezó parando, justo en chocolate donde se echa a perder. Ahí se plegó la planta de fideos, expedición y después nosotros"1. La bronca había recorrido toda la fábrica y duró varios días, pero el aumento se logró.
Por esos días la dictadura empezaba a tambalear. A fines de marzo se organizaba el paro y marcha de la CGT que conmovía al país: La movilización terminaba en una feroz represión. Los obreros de Terrabusi iban tensando nuevamente los músculos y surgían nuevas demandas: terminar con los accidentes en cartonlata, elegir nuevos delegados, mejores condiciones de trabajo. 2

Impunidad y dictadura patronal
Hoy Terrabusi tiene una de las plantas más grandes de la industria de la alimentación. Gilberto Montagna se convirtió en uno de los máximos dirigentes de la UIA, apoyando la política económica de Menem. Aún así, decidió vender en los ‘90 la empresa a Nabisco, quien finalmente la dejó en manos de la norteamericana Kraft. Carlos Reyes Terrabusi prefirió seguir el camino de la oligarquía ‘con olor a bosta’ y hoy integra la Comisión Directiva de la Sociedad Rural Argentina. Nada menos.
Los represores de la comisaría 1ª de Tigre y Campo de Mayo, los centros clandestinos donde estuvieron detenidos trabajadores de Terrabusi y otras empresas de la zona, hoy permanecen impunes, e incluso forman parte activa de esas fuerzas.
En cuanto a los obreros de Terrabusi, siguen enfrentando la dictadura que la patronal busca imponer en las fábricas, con el despido de contratados, la precarización, los accidentes laborales, y el ritmo infernal de las máquinas.

1 En Alejandro Schneider: "Ladran Sancho... Dictadura y clase obrera en la Zona Norte".
2 En "El biscuit de los obreros de Terrabusi" – Boletín de Fábrica, 1982.

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