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Nacionales

Una respuesta obrera y socialista

La lucha por el trabajo para todos y el salario

1ro de octubre 2004

El "capitalismo en serio" de Kirchner se basa en garantizar la superganancias de los capitalistas, manteniendo altos índices de desocupación –los cuales son disimulados mediante los Planes Jefas y Jefes de Hogar-, una precarización del empleo inédito (cerca del 50% de la mano de obra trabaja en negro con salarios miserables y si ningún derecho laboral). Difícil entender qué entienden por distribución del ingreso cuando el 10% más rico de la población gana 50 veces más que el 10% más pobre, los planes sociales son de 150 $, las jubilaciones sólo aumentaron 30$ y el aumento del salario mínimo (que sólo percibirá un sector minoritario de los trabajadores) fijado en 450$. A su vez, la brecha salarial entre efectivos y precarizados alcanza una diferencia del 30%. Podemos decir que quien trabaja en blanco tiene un ingreso ínfimo mientras que el que lo hace en negro, está aún por debajo de esa categoría. Al igual que durante el menemismo, la fragmentación social, entre quienes tienen y consumen y entre quienes apenas subsisten o no tienen –la gran mayoría- se consolida.
Muchos trabajadores saben que sus salarios no alcanzan pero que este gobierno a diferencia de los anteriores "no les quita". Se ilusionan que mediante un crecimiento de la producción pueden mejorar sus condiciones de vida y la situación del empleo. Nosotros consideramos que están equivocados, el kirchnerismo no encarna la "justicia social" que históricamente reivindicó la clase obrera peronista ni siquiera un trastocamiento serio en la distribución del ingreso –como piensan los progresistas- sino un gobierno de los grandes capitalistas. La convertibilidad mantuvo congelado el salario. La devaluación prácticamente lo pulverizó y elevó la pobreza de manera descarnada. El kirchnerismo –basado en estas condiciones- presenta su oferta de migajas como un cambio de rumbo. Pero la situación material de la clase obrera sigue siendo de grandes penurias. El gobierno que dice -en Nueva York- bregar por una mejor distribución del ingreso, en lugar de tocar las ganancias de los grandes capitalistas o de derogar las leyes que liquidaron las conquistas obreras, se muestra –en Argentina- como un agente de las patronales a las cuales les garantizó la continuidad de la reforma laboral esclavista y mano de obra barata para la explotación. El presidente anunció un plan de obras públicas para crear empleo. Pero el análisis del plan demuestra que lo que preparan no es una salida a la desocupación sino un gran negociado para las cámaras de la construcción y las patronales tipo Techint.
Llamamos a los trabajadores –en particular a aquellos que tienen confianza en el gobierno de Kirchner- a que no esperen que las cosas cambien producto de la buena voluntad de los gobernantes sino que exijan mediante la organización, la lucha y la movilización todas sus demandas y reivindicaciones. Lo único que se obtiene es lo que se conquista con la propia fuerza. La exigencia de un aumento de salario cuyo mínimo sea el costo de una canasta familiar tiene que estar puesta en el primer plano, así como la derogación de todas las leyes y normas flexibilizadoras que precarizan el empleo de los trabajadores. Contra la maniobra de la burocracia sindical de negociar sector por sector, fábrica por fábrica, hay que levantar un pliego único de demandas de todos los trabajadores y una paritaria nacional única, con delegados democráticamente elegidos por la base del movimiento obrero.
Por otro lado, el desempleo es un arma por el cual se divide a los trabajadores y se le resta fuerza a su acción. La causa original de los movimientos piqueteros de trabajo para todos no es ajena al interés de la clase obrera ocupada. Hay que exigir un verdadero plan de obras públicas para construir vivienda digna para los sin techo, hospitales, escuelas, universidades, obras de infraestructura que garanticen gas, electricidad, comunicación, caminos y agua potable a la mayoría de la clase obrera y el pueblo pobre. Un plan así debe ser controlado por las organizaciones obreras y definido por ellas mismas en beneficio de la población. A su vez hay que plantear una demanda que unifique al conjunto de la clase obrera, ocupada y desocupada, como puede ser la reducción de la jornada laboral a 6 horas manteniendo el salario, como plantean los compañeros del Cuerpo de Delegados del Subterráneo, para repartir el empleo disponible entre todos aquellos que puedan trabajar.
Hay que exigir el fin del control clientelar de los planes sociales por parte de los punteros a favor de un subsidio universal de un mínimo de 600$ para todo desocupado. También sigue estando vigente la enseñanza de los obreros de Zanon y las obreras de Brukman: toda empresa que cierre o despida trabajadores debe ser ocupada y exigida su estatización y puesta a funcionar bajo administración de los trabajadores. Apoyamos en este camino, el reclamo de los obreros ceramistas de una ley nacional de expropiación definitiva para todas las empresas gestionadas por los trabajadores.

Prensa

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