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Una respuesta obrera y socialista

La lucha contra la represión y en defensa de las libertades democráticas

1ro de octubre 2004

Cuando más se acentúa el peso de la dominación imperialista y más se concentra el poder económico en manos de un puñado menor de grandes grupos patronales, más se desnuda la dominación descarada del establishment a través de esta "democracia para ricos", acentuando sus rasgos autoritarios. En (...) Argentina la democracia burguesa, carente de base material para amortiguar duramente los intereses de clase y sometida a enormes tensiones por el peso de la dominación imperialista, está lejos de poder alcanzar la relativa estabilidad que por décadas ha mostrado en los países imperialistas. Lejos de asentarse y "profundizarse" tiene a la instabilidad política, a mayores tensiones y a la descomposición, bajo la presión de la agudización de la lucha de clases." (Manifiesto programático del PTS, mayo de 2000).
La crisis de la democracia burguesa argentina tuvo su manifestación abierta en las jornadas revolucionarias de diciembre de 2001, cuestionando mediante la acción directa al régimen democrático burgués y sus instituciones y poniendo en escena el reclamo popular de "que se vayan todos". La democracia para ricos, como régimen de dominio que intenta mediante el sufragio universal generar consenso y legitimar el poder de la clase capitalista, continúa hoy sostenida por una débil base material -producto de la dominación imperialista-, sin haber resuelto la cuestión de la hegemonía, tensionada por la disputa entre las camarillas capitalistas por un lado y las distintas facciones políticas del peronismo y el capital, y dando cada vez un mayor espacio a las tendencias reaccionarias y autoritarias, degradando las libertades democráticas conquistadas en duras luchas. Su principal fuente de legitimación se encuentra hoy en las expectativas en el gobierno y en que el ejercicio del voto sigue teniendo peso entre los explotados que aún no ven la necesidad de imponer su propio poder y sus propias normas democráticas.
En consonancia con las tendencias señaladas, los dirigentes sociales son hoy presos políticos del sistema. Los pobres, los vendedores ambulantes, estigmatizados por un discurso que los criminaliza y perseguidos en las calles de la Capital en virtud del nuevo Código Contravencional. La libertad de movilización y el derecho a la protesta, sometidos a la represión mediante el código penal. Por otra parte, hay que señalar el caso de los compañeros de Caleta Olivia presos por arrancarle puestos de trabajo a la Repsol. Y Castells acusado de extorsión por ocupar un casino. Para los desocupados, pidan trabajo o planes sociales, palos. Como dice la vieja canción "me matan si no trabajo y si trabajo me matan". La democracia argentina –la que dicen defender los Alfonsín, los Duhalde, las Carrió y los Kirchner- muestra su auténtico contenido de clase y la esencia de la dominación estatal: la envoltura de la dictadura del capital.
La lucha por la libertad de los presos políticos y por el desprocesamiento de los luchadores merece encabezar las demandas y reivindicaciones de todos y cada uno de los movimientos de la clase trabajadora y el pueblo hasta lograr arrancar a los compañeros de la cárcel. Proponemos que esta demanda sea la que articule el frente único obrero y la unidad de acción con organizaciones y sectores democráticos de las clases medias –centralmente el movimiento estudiantil- que se opongan al actual curso represivo. Luchar por la libertad de los presos es además defender el inalienable derecho a la resistencia y a la rebelión contra la opresión, fundamento básico de toda idea de soberanía popular.
Contra la agenda de seguridad y mano dura, es necesario que la clase obrera y el pueblo se pongan en movimiento en defensa de las libertades democráticas, de movilización y de organización, así como también defender el derecho al esparcimiento y la libre decisión de los jóvenes, cercenados por los nuevos códigos represivos y trágicamente por el gatillo fácil policial. Los reclamos de Blumberg, no sólo apuntan a criminalizar la pobreza y la protesta social, sino también a dotar de más recursos y poder a la policía, los principales responsables de los secuestros, las mafias y la inseguridad generalizada. Hay que exigir la disolución de las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia. La mejor forma de defenderse que tienen los trabajadores y el pueblo es la de la propia organización y lucha, es la autodefensa frente a los golpes que quiera propinar el estado capitalista así como también es la garantía para disciplinar a los propios elementos desclasados del pueblo pobre. Por otra parte, hay que enfrentar la degradación cada vez mayor y la tendencia autoritaria que anida en el actual régimen político, que por ejemplo tiene su correlato en el reforzamiento del presidencialismo mediante los superpoderes al poder ejecutivo y la proliferación de los decretos de necesidad y urgencia. Los marxistas revolucionarios -que sostenemos que la única república democrática verdadera para los trabajadores y el pueblo, es decir para la mayoría nacional, es la que surja de un nuevo orden y un nuevo estado: una república obrera- llamamos a luchar por imponerle a la burguesía las libertades más amplias y generosas que le puedan ser arrancadas mediante la movilización y la lucha. Para luchar contra el presidencialismo, la corrupción e impunidad por la cual se enriquecen los funcionarios, proponemos que todos los cargos políticos sean revocables y que los sueldos sean equivalentes al de un docente de grado. Exigimos una cámara única a la cual que tenga el monopolio de la decisión política, la elección directa de los jueces por sufragio universal. La libertad de prensa para los trabajadores y el pueblo es lo opuesto a la libertad de empresa que reina actualmente en los medios de comunicación masivos. Para garantizar el libre acceso a los medios es necesaria su expropiación y su puesta en funcionamiento bajo control de los trabajadores. Sólo así se podrá cumplir el derecho elemental de permitir que la voz de los oprimidos se exprese públicamente, a través de sus organizaciones. En el próximo período, frente a todas las maniobras e instituciones amañadas que planteen la burguesía y sus políticos, donde la democracia burguesa seguirá degradándose, estará planteado levantar la necesidad de una Asamblea Constituyente libre y soberana donde puedan debatirse los grandes problemas de la nación y el pueblo, la independencia frente al imperialismo, la reforma urbana para superar el hacinamiento y la falta de techo del pueblo pobre, la cuestión de la propiedad de la tierra en detrimento del gran capital agroexportador y la propiedad terrateniente. Así podremos demostrar que la "democracia" que pregona hasta el más "demócrata" de los políticos patronales, ni siquiera permite que el pueblo delibere libre y soberanamente. Así se fortalecerá la autoorganización democrática de los trabajadores y el pueblo pobre, y la confianza en su propio poder.

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