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La huelga ferroviaria de 1961

15 de noviembre 2003


El decreto
Hacia mediados del ’61, el presidente Frondizi lanza el decreto 4.061 que congelaba el déficit ferroviario, condicionaba los aumentos salariales a aumentos de tarifas, suprimía 4.000 km de vías, ramales e instalaciones y propugnaba la privatización de servicios y entrega de los talleres de la empresa estatal ferroviaria –EFEA–. El régimen laboral sería modificado y miles de trabajadores quedarían en la calle. La supervisión del proyecto quedaría a cargo de la "Comisión Larkin", integrada por expertos norteamericanos.2
La Cámara de Industriales Ferroviarios que agrupaba a la burguesía nacional ligada al sector, no opuso reparos a esta política. Por el contrario, esperaba acrecentar con ella su rentabilidad como socia del negocio. Por eso saludó el proyecto de cierre de ramales y miles de despidos, en nombre de la "modernización" y el "afianzamiento y consolidación de [su] poderosa y eficiente industria ferroviaria nacional".3

Los queriamos barrer
La UF y La Fraternidad tampoco se oponían de plano al proyecto sino que pretendían una cuota de poder en los negocios del Estado con las empresas, exigiendo al gobierno la incorporación de sus representantes al directorio de EFEA. Desairados por Frondizi, los líderes sindicales usarán a los trabajadores como base de maniobra para imponer una negociación, decretando un "estado de alerta". Pero mientras los burócratas se zambullían en reuniones secretas con funcionarios, los trabajadores precipitaban los acontecimientos.
En junio la "Comisión Larkin" visita los talleres de Pérez-Rosario. Al ingresar, centenares de trabajadores los reciben con una andanada de insultos y agresiones: "No lo habíamos preparado... Ellos entraron y creo que alguien gritó, les tiró una tuerca... empezaron a volar las tuercas... bulones, estopas sucias, de todo!... teníamos unas escobas en la mano, y les hacíamos así, como diciéndoles que los queríamos barrer".4
En otras localidades, muchas seccionales emprendían espontáneamente paros sorpresivos, sabotajes o manifestaciones. Las trabajadores comenzaban a dificultar la línea conciliadora de la burocracia y en nombre de la "disciplina sindical", la Fraternidad ordena "a todas las seccionales que por ningún motivo tomen determinaciones o adopten medidas de fuerza que no sean derivadas de las que resuelva la propia Asamblea [de Delegados] o la Comisión Directiva siguiendo sus instrucciones".5
Tal como lo hicieran durante todo el conflicto, los plenarios de delegados y reuniones de directiva serán realizados sin ninguna consulta con la base ferroviaria. Las resoluciones tomadas por la cúpula serán "bajadas" rechazando cualquier tipo de cuestionamiento. La burocracia necesitaba desesperadamente ahogar la democracia obrera para imponer sus propios intereses.

La huelga
En agosto el decreto seguía vigente y los dirigentes no conseguían arrancarle un compromiso al gobierno. Deciden entonces presionar con paros nacionales de 48 hs. a partir del 26 de octubre. La respuesta de las bases en la primera semana es contundente. Frondizi responde entonces con cesantías y cierre de talleres en el interior. La bronca estalla y las directivas nacionales de los sindicatos se ven obligadas a llamar al paro por tiempo indeterminado.
El 30 de octubre, más de 200.000 ferroviarios se pliegan a la huelga. Piquetes, manifestaciones y enfrentamientos se suceden a lo largo y ancho del país. Con la misma intensidad con que la población posa sus ojos en la huelga ferroviaria, la maquinaria del Estado se pone a funcionar para quebrar a los huelguistas.
Se refuerza el transporte urbano y se ofrece a maquinistas y foguistas dinero adicional por trabajar los días de huelga; se inicia una brutal campaña de requisición obligatoria mediante la fuerza policial, obligando a los trabajadores a presentarse al trabajo o quedar detenidos; se alerta sobre la vigencia el plan Conintes. Los medios de comunicación, la UIA y la Iglesia atacan a los ferroviarios.
Hacia noviembre, los trabajadores siguen firmes. Frondizi quiere dividirlos y propone una indemnización de $5000 por año de servicio –hasta sumar $145.000– para quienes soliciten el retiro, prioridad en la adquisición de 4.000 viviendas con créditos favorables y ajuste salarial para los que queden luego del alejamiento de 75.000 trabajadores.
Las conducciones de la UF y La Fraternidad reiteran su reclamo: levantarán la huelga y discutirán las propuestas del gobierno siempre que se les garantice un puesto en el directorio de EFEA.
La CGT, en concordancia con los gremios ferroviarios, decreta un paro "solidario" de 72 horas para presionar un acuerdo. Toda la fuerza obrera nacional se paraliza. La simpatía por la lucha ferroviaria y el descontento con la política económica, empujaron a los trabajadores más allá de las intenciones conciliadoras de la burocracia.
Tras el paro solidario, Frondizi toma nota de los hechos: reafirma el proyecto, reitera su plan de indemnizaciones pero esta vez ofrece a los gremios discutir su participación en el directorio de la empresa y un aumento salarial del 20%, a cambio del levantamiento de la huelga. La propuesta no está firme y se suceden reuniones en los despachos de los ministerios entre la burocracia y el gobierno, pero esta vez con el concurso de la Iglesia.

La bronca
A principios de diciembre comenzaba a notarse el desconcierto. A la política conciliadora de la burocracia, se sumaban casi dos meses sin salario. La represión y la división comenzaban a erosionar al movimiento. Para entonces "... se seguía luchando, sí. Más en el interior, pero ya se veía que muchos compañeros –unos 10 mil– ya se habían agarrado la indemnización... esto bajoneaba un poco, súmele que iban para dos meses que no teníamos ingresos...".6
En este marco se anuncia el acuerdo con el gobierno: incorporación de representantes de los gremios como miembros del directorio de EFEA, junto al inicio de discusiones sobre salarios, cierre de ramales, privatización, indemnizaciones, etc.
Firmada el acta, a la 0 hora del 11 de diciembre, las comisiones directivas suspenden las medidas de fuerza considerando que los acuerdos aseguraban "satisfactoriamente... las demandas que provocaron la huelga".7
La base ferroviaria destiló bronca e impotencia. Muchas seccionales, estimuladas por el surgimiento de una camada nueva de activistas de base, seguirían poco tiempo más en lucha contra despidos y cierres de talleres: "tenían ganas de seguirla, no? Pero creo yo no tenían una fuerza, estaban solos. Y sí, algunos tenían bronca...".8
Finalmente Frondizi obtuvo su carta de triunfo: 54.000 ferroviarios fueron desplazados y muchos talleres fueron cerrados.
La enorme fuerza obrera desplegada en esta lucha, pudo haberse transformado en el motor capaz de unir al conjunto de la clase trabajadora, tirar abajo el plan represivo y de entrega del gobierno y abrir una etapa distinta en el país. Si no lo logró fue debido al rol jugado por las burocracias de la UF, la Fraternidad y la CGT peronista que una vez más, volvieron a escribir su página criminal en la historia del movimiento obrero argentino.

1 La primera y segunda fueron en 1912 y 1917 respectivamente. La cuarta heroica huelga ferroviaria fue iniciada en 1991 cuando Menem lanza su proyecto privatizador, y duró 55 días.
2 Esta comisión, encabezada por un general yanqui del mismo nombre, consideraba innecesarias un 40% del total de la red ferroviaria que por entonces alcanzaba los 45.000 km. La política norteamericana pretendía beneficiarse con la adquisición de partes del ferrocarril, y estimular la construcción de caminos y el crecimiento de su propia industria automotriz en el marco del plan de incentivo al capital extranjero impulsado por Frondizi.
3 Este sector, dependiente del Estado como proveedor y prestador de servicios, agrupaba empresas como Cometarsa, Materfer, GMD Astarsa, etc., que representaban capitales por u$s 170 millones, tenían una producción anual de u$s 415 millones y empleaban a unos 20 mil obreros.
4 Entrevista con M. Luengo, jubilado ferroviario. Set. 2003.
5 La Huelga de 1961- I Parte. Revista La Fraternidad -1982.
6 Entrevista con M. Luengo.
7 Revista La Fraternidad- 1982.
8 Idem.

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Mujeres

Desde el inicio de la huelga, piquetes, manifestaciones y enfrentamientos se sucederían en todo país arrastrando poblaciones enteras que comprendían la lucha como propia. Detrás de cada manifestación de trabajadores ferroviarios, aparecía una enorme columna humana que dejaba hogares y comercios vacíos para salir a pelear con los obreros, porque el ferrocarril era clave para el movimiento económico de estos pueblos.
Los comerciantes ofrecían mercaderías y los dueños de los cines de los pueblos, cedían la recaudación de una función semanal para fondo de huelga.
En Laguna Paiva, toda la población se enfrentó a la salvaje represión gubernamental, cuando los trabajadores intentaban detener un tren de "emergencia" conducido por policías y esquiroles. Las fuerzas represivas no escatimaron balas. Hubo muertos y heridos. La resistencia fue enérgica. Pero el batallón más destacado fue el de las mujeres. Mujeres de pueblo, esposas, hijas y novias, desgarraban sus ropas para empaparlas con kerosene y hacer "antorchas" para quemar el tren que osó quebrar la solemne vigilia de una población en huelga.

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