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A 70 años de la fundación de la IV Internacional

La formación de la Oposición de Izquierda Internacional

Desde su arribo a Prinkipo, Trotsky además de seguir de cerca la cuestión rusa, iniciar la redacción de su autobiografía, empeñó buena parte de sus energías en la construcción de la Oposición de Izquierda Internacional (OII), estableciendo contacto con sus amigos y partidarios desde su llegada.

19 de junio 2008

Desde su arribo a Prinkipo, Trotsky además de seguir de cerca la cuestión rusa, iniciar la redacción de su autobiografía, empeñó buena parte de sus energías en la construcción de la Oposición de Izquierda Internacional (OII), estableciendo contacto con sus amigos y partidarios desde su llegada1. El internacionalismo proletario, abandonado en primera instancia por el estalinismo, era en cambio para la Oposición de Izquierda, la punta de lanza para trazar una perspectiva revolucionaria. Recuperar la Internacional Comunista (IC) para dicha perspectiva era una cuestión fundamental para el proletariado mundial.

Los antecedentes de la OII

Desde su surgimiento hasta que fue expulsada del partido, las ideas de la Oposición de Izquierda rusa fueron difundidas por el aparato burocrático del PCUS a la IC de manera falseada o directamente, ocultada2 por lo que la influencia de la Oposición en gran medida se logró por dos vías. Por medio del importante rol de dirigentes oposicionistas rusos, en misiones económicas o “exiliados” en puestos diplomáticos, como fue el caso de Preobrazhensky, Rakovsky en París y de otros dirigentes en países de Europa y Asia. Y por medio de su adhesión -a las posiciones sobre la “cuestión rusa”- de numerosos militantes comunistas extranjeros que fueron a ese país, a sus universidades o a realizar tareas internacionales. El dirigente español, Andrés Nin, secretario en Moscú de la Internacional Sindical Roja, la mayoría de los cuadros de la Oposición de Izquierda china, cheka, etc., fueron ejemplos de ello. Se sabe3 también que en diciembre de 1927 se realizó una conferencia internacional de la Oposición en Berlín que constituyó una etapa importante, pero la construcción de la OII se inició fruto del empeño de Trotsky a partir de su deportación.

Las fracciones en la IC

En ese momento, la oposición a Stalin emanaba de dos tendencias, una oportunista y la otra revolucionaria. Lo que tenían en común las oposiciones era su hostilidad hacia el centro estalinista y el régimen burocrático. Pero bajo la crítica al régimen, los principios de la Oposición de Izquierda y los de la Derecha eran irreconciliables, por lo cual no se podía hablar de un bloque común. Sin embargo, bajo la bandera de la Derecha, no sólo se agrupaban elementos oportunistas y además no todos ellos eran irrecuperables. “Los grupos políticos no surgen de golpe; en las primeras etapas siempre hay ambigüedades. Los obre­ros descontentos con la política partidaria a menudo en­cuentran puertas muy distintas de las que buscaban”. Pero a la vez, “La existencia de la derecha, el cen­tro y la izquierda es un hecho corroborado por tremen­dos acontecimientos históricos mundiales”4. Su estadío preparatorio, anunciaba formaciones más profundas dentro de los partidos comunistas. Su cristalización dependía en parte de la intervención activa de la Oposición de Izquierda. No obstante, esta última tampoco era unánime. En casi todos los países existían dos y hasta tres grupos que se proclaman solidarios con sus posiciones. Para Trotsky la unidad de las filas de la OII no se podía llevar a cabo ni con discursos abstractos sobre la unidad ni por medio de medidas meramente organizativas; era preciso un proceso de discusión teórica y política que permitiera dejar en claro que grupos se ubicaban en un terreno común y cuales eran fruto de malos entendidos.

Las bases para la construcción de la OII

Trotsky va a plantear el método para la construcción de la OII y dos cuestiones claves para avanzar en la consolidación de un núcleo internacional fuerte. “En la actualidad, la Oposición se constituye sobre la base de una diferenciación ideológica principista, no sobre la base de acciones de masas. Esto tiene que ver con el carácter de la etapa (…) Por regla general, las acciones de masas tienden a liquidar las diferencias secundarias y epi­sódicas y a ayudar a la fusión de tendencias afines y próximas. El corolario de esto es que en épocas de es­tancamiento o reflujo los agrupamientos ideológicos muestran una gran tendencia hacia la diferenciación, la ruptura y las luchas internas. No podemos saltear la etapa que vivimos, tenemos que atravesarla. La dife­renciación ideológica clara y precisa es un sine qua non que prepara los éxitos del futuro”5. Y consideraba tres problemas básicos para caracterizar las tendencias en el comunismo mundial: la política del Comité Anglo-ruso, la revolución china, la política económica en la URSS y la teoría del socialismo en un solo país, discusiones que hemos tratado en artículos anteriores.

Sobre la base del acuerdo común de las lecciones de estos procesos, ya que sin ello no se podía responder correctamente a los problemas del futuro, el programa, era el criterio más importante. En el terreno nacional sobre la base de la experiencia en la vida del proletariado y del país y en el terreno internacional, el programa tenía el objetivo, no de fundar una nueva internacional ni nuevos partidos, sino de luchar por la regeneración de la IC, ganar la mayoría para las posiciones del ala revolucionaria. Esta política de reforma de la IC, aún cuando el PCUS ya había transformado en un aparato centrista -disciplinado por los métodos burocráticos de Stalin-, estaba determinada porque en su seno reunía a la enorme mayoría de la vanguardia proletaria a la que la Oposición trataba de vincularse. “La Oposición de Izquierda se considera una fracción del comunismo internacional y actúa como tal. La ruptura actual no existiría si el aparato de la Comintern no dependiera totalmente de la dirección de Stalin, que se guía sobre todo por los intereses de la burocracia centrista y se ha comprometido teórica y políticamente. El criminal trabajo del aparato dejó a la Oposición fuera del marco formal de la Internacional Comunista. Pero la Oposición se siente indisolublemen­te ligada a los pocos cientos de miles de revolucionarios que permanecen en la estructura formal de la Comin­tern. El objetivo de la Oposición es dar nueva vida a la Internacional Comunista sobre la base de los principios leninistas”6.

La elaboración del programa nacional e internacional, periódicos nacionales y un boletín internacional eran las tareas que proponía a los grupos simpatizantes, proceso por otra parte que permitiría la experiencia política y teórica común, indispensables para avanzar sólidamente en la construcción de la OII. En base a esta orientación, se van a desarrollar distintas discusiones sobre el carácter del Estado ruso surgidas al calor del conflicto sino soviético7, sobre la intervención en la vanguardia según cada país, la cuestión china y las tareas de los oposicionistas chinos, el apoyo a la sección rusa hasta discusiones -como con los grupos franceses- referidos a la calidad revolucionaria y el profesionalismo en momentos de reflujo.8

El 6 de abril de 1930, tuvo lugar en París una Conferencia preliminar de la OII9 que mostraba su crecimiento y ampliación y reunió delegaciones de Francia, EE.UU., Alemania, Bélgica, España, Checoslovaquia, Hungría y la adhesión de dos grupos de Austria. La Oposición rusa, la sección más numerosa con unos 8.000 militantes, desde las colonias de deportados envió -no sin dificultades- una declaración encabezada con las firmas de Rakovsky, Kossior, Mouralov y Kasparova, expresando su apoyo10. En tanto, los grupos de China, México, Argentina y Grecia no participaron por razones de dis­tancia pero apoyaron sus resoluciones.
Una discusión fundamental fue la nueva orientación de la IC, que al compás de su viraje ultraizquierdista en Rusia, proclamó un “Tercer Período” de la situación internacional, esta vez signado por la revolución inminente y una política sectaria y ultraizquierdista cuyas consecuencias más catastróficas se verán confirmadas en el escenario abierto con el ascenso del nazismo en Alemania y el posterior triunfo de Hitler.


Obras que hicieron historia

Por Bárbara Funes

En su exilio en Prinkipo, Trotsky escribe “Mi Vida”, una gran obra literaria y fuente de valiosas lecciones políticas.

“El curso consciente de mi vida, que empieza hacia los diez y siete o los diez y ocho años, ha sido una constante lucha por ideas determinadas. En mi vida personal no hay nada que merezca de por sí la publicidad. Todo lo que en mi pasado pueda haber de más o menos extraordinario, hállase asociado íntimamente a las luchas revolucionarias y recibe de éstas su relieve y valor”.

En 1929, Trotsky, exiliado por orden de Stalin, termina de escribir su autobiografía, que sería publicada por primera vez en ruso en 1930. En sus páginas recorre los principales hechos de su vida, muchos de los cuales fueron también grandes acontecimientos de la historia de la clase obrera mundial. El desarrollo de su teoría de la revolución permanente es el trasfondo de esta obra, aún cuando no se formula en el plano conceptual. Es así que este libro fue también un arma de lucha política. En sus propias palabras: “La lucha entablada por los epígonos en torno al poder, no tiene, como pretendo demostrar aquí, un carácter puramente personal, sino que revela una fase política: la reacción contra el movimiento de Octubre y los primeros síntomas del giro termidoriano”.

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