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LIBERTADES DEMOCRÁTICAS

EL PROYECTO KIRCHNERISTA PARA ESMA

La estética del ocultamiento

El sábado primero de junio, la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos realizó una recorrida por la ex Escuela de Mecánica de la Armada para denunciar que el kirchnerismo quiere resignificar el horror de la dictadura convirtiendo al predio en un museo.

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6 de junio 2013

El sábado primero de junio, la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos realizó una recorrida por la ex Escuela de Mecánica de la Armada para denunciar que el kirchnerismo quiere resignificar el horror de la dictadura convirtiendo al predio en un museo. El proyecto oficial pretende modificar el espacio, cambiando el sentido original del “recorrido” que hacían los propios detenidos. De la recorrida participó Alejandrina Barry, hija de desaparecidos y querellante en la mega causa ESMA.
“A ‘capucha’ se llegaba subiendo una escalera empinada. Nos tenían tirados uno al lado del otro, encapuchados y esposados. Se escuchaban las botas de los milicos cuando subían y los golpes secos que le daban a los compañeros, como si le estuviesen pegando a una bolsa de arena. Cuando éstos cesaban uno sentía alivio por el compañero, pero rápidamente se transformaba en desesperación porque sabías que el próximo eras vos”, cuenta Enrique “Cachito” Fukman.

Escuchar este relato en el lugar intacto donde sucedieron los hechos llena de escalofríos y odio. Es precisamente este relato el que se quiere edulcorar a través de la interacción de plasmas y proyecciones que muestran imágenes de represores y detenidos en un mismo espacio, o con la colocación de tarimas y efectos de luces.
En 1979 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tenía pautado visitar la ESMA. Para recibir a la delegación la dictadura remodeló el lugar tapiando la escalera que conducía al sótano de la sala de torturas. Mientras se trasladaba a los detenidos a la isla El Silencio del Tigre, propiedad de la Iglesia Católica.

El proyecto museográfico K contempla remover la estructura que los militares instalaron para ocultar esas salas de tortura, destino previo a los “vuelos de la muerte”. Conscientemente significa borrar una de las pruebas de las políticas de impunidad que los genocidas planificaron en plena dictadura.

Intervenir “artísticamente” el centro clandestino de desaparición y exterminio más importante de la última dictadura militar es, de algún modo, adornar con luces y colores el verdadero rostro que tuvo el genocidio. Proponerle a los visitantes “ponerse en el lugar de lo que el otro vivió” con televisores y mappings no sólo es jugar con el terror allí padecido sino también una burla y un atentado a los familiares de los detenidos y a los propios protagonistas.

El proyecto incluye cuartos oscuros donde el espectador esta solo viendo fotos de los represores, como si se tratara de un macabro juego de rol.

La “muestra” culmina con una instalación con piedras, fotos y una cascada de agua donde el espectador termina su recorrido atrapado en un cubo sin salida. Aquí también el kirchnerismo deja un mensaje encubierto “artísticamente”: el cubo es el único destino que puede pensarse para los detenidos y para todos aquellos que se propongan organizarse para transformar el mundo.

A través de la estética del ocultamiento y el maquillaje deliberado del lugar del horror el kirchnerismo intenta dar una vuelta de página. El objetivo es fortalecer las instituciones represivas del Estado para afrontar una situación que potencialmente se volverá más convulsiva tras el fin del “nunca menos” y ante las perspectiva de la profundización de la crisis del modelo. El Proyecto X, la infiltración de la PFA, el nombramiento de Arturo Puricelli como Ministro de Seguridad y un palco con burócratas sindicales buchones de la dictadura y gobernadores asesinos de pueblos originarios, lo confirma

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