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Irak

La captura de Hussein y las perspectivas de la guerra en Irak

29 de diciembre 2003


Luego de varios meses de parálisis, después de proclamar triunfalmente el fin de la guerra en Irak, al finalizar el año, Estados Unidos parece retomar la iniciativa en su campaña de contrainsurgencia en Irak. El éxito más resonante fue, sin duda, la captura de Saddam Hussein, que fortaleció a Bush internamente y constituye un importante golpe simbólico a la resistencia y al conjunto de las masas de la región. Esta tendencia se reforzó en los últimos días con la aceptación del régimen libio de Muamar Kaddafi de desmantelar los proyectos de construcción de armas nucleares. A esto se agrega el acuerdo del régimen iraní para permitir el control de sus instalaciones nucleares de parte de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Al mismo tiempo, Francia y Alemania, luego de la visita del nuevo enviado de Bush, James Baker, firmaron un acuerdo por el cual perdonan la deuda externa de Irak con estos países. Esto, a pesar de haber quedado excluidas una semana antes de la primera parte de los negocios de la reconstrucción de Irak por parte de los jerarcas del Pentágono, y de haber sido los principales opositores como naciones imperialistas a la invasión y a la ocupación norteamericana de Irak.
¿Ya pasó lo peor para Estados Unidos en Irak?
Frente a la carga cada vez mayor que significaba sostener la ocupación, Estados Unidos decidió en los últimos meses endurecer los métodos de represión contra la guerrilla y acelerar el traspaso del poder a un gobierno provisional irakí. La detención de Hussein representa el mayor logro de este giro político militar.
Los días sucesivos a su captura, la intensidad de la resistencia disminuyó significativamente. Pero la ola de ataques de las jornadas navideñas indicarían que las fuerzas de la guerrilla se estarían reagrupando. La seguidilla de atentados el día 27 en Karbala, que fueron calificados por el Mayor General Andrzej Tyszkiewicz, jefe de la fuerza multinacional que cubre esta ciudad como "un ataque coordinado, masivo... que buscaba hacer mucho daño", demuestra su capacidad ofensiva y su eficacia para atacar a los eslabones más débiles de la coalición que respalda a los EEUU. Más aún el creciente resentimiento y las reiteradas humillaciones a la población civil irakí, considerados como "insurgentes" por los supuestos "liberadores" norteamericanos, según palabras del periodista del diario británico "The Independent" Robert Fisk, muestran que es difícil que EEUU pueda ganar "las mentes y los corazones" del pueblo irakí. Esta campaña de contrainsurgencia, que toma cada vez más los métodos de las operaciones israelíes contra los palestinos, en el marco de que permanecen los problemas de abastecimiento y seguridad de la población, no pueden sino alimentar el odio y la furia que potencialmente nutren de base social a la resistencia.
En el plano político y frente a la creciente resistencia en el llamado "triángulo sunnita", los EEUU habían llegado prácticamente a un compromiso con los clérigos chiítas, que a cambio de una mayor colaboración en derrotar a la guerrilla, obtenían un gobierno de mayoría chiíta en Irak.
En forma pragmática y para sacar las papas del fuego, cuando se acercan las elecciones presidenciales norteamericanas del 2004, este era un enorme precio que EEUU estaba dispuesto a pagar, que significaba en los hechos un avance geopolítico de una de las patas del "Eje del mal", la República de Irán. El triunfo militar que representó la captura de Saddam Hussein hace momentáneamente menos necesaria esta concesión o al menos, reabre los términos de la misma. ¿Será éste el disparador de una hostilidad más abierta, de los clérigos y de la mayoría chiíta hacia las fuerzas norteamericanas, que hasta ahora venían teniendo una actitud tolerante hacia la ocupación norteamericana en Irak? De ser así, la resistencia podría generalizarse, lo que es la hipótesis de algunos analistas, basándose en que la eliminación del fantasma de un retorno de Saddam Hussein, pueda alentar esa perspectiva.
Por su parte la minoría sunnita, en donde se apoyaba el antiguo régimen y que veía peligrar sus privilegios frente a un gobierno de mayoría chiíta, venía siendo la principal base social de la resistencia. El arresto de Hussein abre una ventana a la oportunidad para cooptar a un sector sunnita, con el objetivo de dejar sin puntos de apoyo y aislar social y políticamente a los guerrilleros. A esta variante se juegan y empujan los gobiernos y las burguesías árabes de la región, que veían como la peste el establecimiento de un gobierno de mayoría chiíta que contara con el visto bueno de Irán.
Haciendo a un lado el problema kurdo, atar todos los cabos de este laberinto de problemas étnicos, sociales y tribales que atraviesan a Irak, un conglomerado poscolonial arbitrario, constituyen un enorme rompecabezas para las fuerzas de ocupación. Por eso varios analistas no descartan, a mediano plazo, la perspectiva de una libanización, como la guerra sectaria y civil que sufriera el Líbano, entre 1975 y 1990.
Perspectivas
Si Estados Unidos logra consolidar un gobierno mínimamente estable en Irak, que le permita estacionar en forma permanente una base norteamericana en este país fundamental del Medio Oriente, sería indudablemente un logro estratégico que reforzaría su capacidad de proyectar su poderío en la región, mejoraría su relación de fuerzas con el resto de las potencias imperialistas competidoras (en especial Alemania y Francia), y, fundamentalmente, significaría un golpe para las masas árabes y del mundo entero. Sin embargo este objetivo, a pesar de las "buenas noticias" del último mes, aún no fue logrado y las dificultades sufridas por las tropas norteamericanas durante gran parte del año, muestra que su fortuna puede cambiar abruptamente en el próximo período.
En los próximos meses los Estados Unidos deben tomar y ejecutar decisiones importantes para consolidar su dominio en Irak, que pueden someterlo a fuertes tensiones con los factores de poder interno y a eventuales nuevos tropiezos. Pero, la clave para la derrota de las tropas norteamericanas dependerá del desarrollo y de la dirección de la resistencia.
En este marco, la dirección de Saddam Hussein era el principal obstáculo para el desarrollo de un genuino movimiento de liberación nacional. La patética imagen de su captura en un pozo, sucio y barbudo, que no ofreció la más mínima resistencia frente a sus captores, es una muestra del carácter cobarde de esta dirección, cuyo único principio fue salvar su vida sin la menor dignidad. Esto es una muestra del carácter reaccionario de Hussein y del Partido Baath, régimen que se sostenía en el poder en base a la coerción y a la compra de lealtades, a punta de pistola y de sobornos. El carácter descompuesto de éste es lo que explica la fácil entrada de las fuerzas norteamericanas en Bagdad, donde la mayoría del generalato desertó y/o fue comprado por las fuerzas invasoras, negándose a ejecutar medidas elementales de resistencia como por ejemplo la voladura de los puentes de acceso a la ciudad. Esto se demuestra también en el aislamiento y caída en desgracia de Saddam Hussein, cuyos protectores se entregaron por unos dólares al ejército norteamericano. Como dice la Agencia Stratfor explicando sus razones sobre la captura: "El régimen baathista había perdido mucho antes sus fundamentos ideológicos e idealistas. Era una institución de autointerés en el cual la dirección se enriquecía sistemáticamente. Era una cultura del dinero y el poder, y esta cultura atravesaba a toda la estructura del ejército, incluyendo a las fuerzas guerrilleras que continuaron operando después que la fuerza convencional fue derrotada... Los EEUU pusieron sus recursos financieros en juego... Con el tiempo, la fuerte corrupción del sistema baathista se volvió contra sí mismo. Ciertamente, sucedió en un período de tiempo sorpresivamente corto, hecho posible por una organización baathista en el cual las lealtades políticas y los intereses de negocios se entrelazan tan obscenamente que el abandono de las lealtades no necesariamente aparecen como traiciones."1 Aunque esta agencia imperialista se refiere al carácter del conjunto de la guerrilla, sus afirmaciones son adecuadas para referirse a la guerrilla ligada al partido Baath y al propio Saddam Hussein. Contra todo aquel que embelleció al régimen de Saddam Hussein y su resistencia, su falta de heroísmo en el momento de su captura demuestra que superar a esta dirección es la primera condición para oponer una intransigente y eficaz resistencia, que pueda doblegar al enorme poderío militar y recursos del principal ejército del planeta.

1 Stratfor, "Saddam Hussein y la guerra del dólar", 18/12/03.


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