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La bronca obliga a Kirchner a retroceder

La rebelión popular en Santa Cruz y la furia expresada este martes 15 de mayo por los pasajeros en la estación del ferrocarril Constitución tienen como elemento común el hartazgo del pueblo trabajador.

17 de mayo 2007

La rebelión popular en Santa Cruz y la furia expresada este martes 15 de mayo por los pasajeros en la estación del ferrocarril Constitución tienen como elemento común el hartazgo del pueblo trabajador.

En el caso de la provincia patagónica, con un régimen que ha impedido durante más de quince años la realización de negociaciones paritarias, que mantiene los básicos docentes más bajos del país y que no vacila en militarizar las escuelas con la Gendarmería y reprimir violentamente a los municipales. Un régimen que ha beneficiado todos los negociados de las empresas mineras, petroleras y pesqueras, y que ha permitido el enriquecimiento de los amigos de la familia presidencial con la obra pública. Y en el caso de la “revuelta de los pasajeros” la indignación por tener que viajar diariamente como ganado, con servicios concesionados a empresarios como Taselli que reciben cuantiosos subsidios pero no realizan las inversiones mínimas para garantizar la calidad del servicio, como decían los protagonistas del “martes de furia”. Taselli, el mismo empresario que tenía a su cargo el control de la mina de Río Turbio cuando murieron 14 mineros.

Hay hartazgo también en los trabajadores que salen a luchar a pesar de los burócratas sindicales, como en FATE; o en el Correo oficial, donde se organizan los autoconvocados exigiendo la estatización definitiva y un salario equivalente al costo de la canasta familiar; y entre los que enfrentan maniobras de vaciamiento, como los del Casino Flotante. O en los que están dispuestos a resistir la prepotencia de patronales como la de LAN, hoy enfrentada por pilotos y aeronáuticos de APA conjuntamente.
Con las elecciones de Capital cerca y las de octubre no muy lejos, el gobierno parece encaminado a “tirar lastre” para tratar de recuperar algo de la credibilidad perdida. Obligado por la movilización masiva, empezó por el ex gobernador de Santa Cruz Carlos Sancho y su ministro de gobierno, el repudiado Daniel Varizat. Y ahora acaba de anunciar la separación de dos funcionarios tocados por el caso Skanska, Fulvio Madaro, el titular del ENARGAS, y Néstor Ulloa, a cargo de Fideicomisos Nación. Incluso parece haber caído en desgracia Guillermo Moreno, uno de los que estuvo detrás de la intervención del INDEC. Pero, más allá de esto, en estas semanas el doble discurso gubernamental ha quedado en evidencia como nunca antes en sus cuatro años de gobierno. Si hasta el alicaído Menem volvió a hablar diciendo que “hay que evocar los elogios que el propio doctor Kirchner derramaba sobre mí, afirmando que jamás había habido un gobernante que ayudara tanto a la Patagonia”.

Para los trabajadores se trata de avanzar en la conclusión que si se lo enfrenta con firmeza el gobierno puede ser obligado a retroceder y que Kirchner, más allá de sus discursos, gobierna para los mismos grupos económicos que se enriquecieron en la dictadura, en la década del ‘90 y que lo siguen haciendo en la actualidad. Frente a Kirchner y la derecha, es preciso poner en pie un gran partido de la clase trabajadora.

Prensa

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