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La Revolución Cubana, 1959

4 de febrero 2005

“Es un deber mío evitar, mediante la independencia de Cuba, que los Estados Unidos se extiendan (...) sobre otras tierras de nuestra América. Todo lo que he hecho hasta ahora y todo lo que haga de ahora en adelante tiene esa finalidad (…) Conozco al monstruo porque he vivido en sus entrañas.”
José Martí

Cuba y la independencia

Cuba será la última de las colonias americanas en “liberarse” del yugo español, claro que lo hará al costo de someterse a los Estados Unidos. Con la “independencia” de 1901 quedará de manifiesto el carácter raquítico de sus clases dominantes nativas y de su estado “soberano”.
En tiempos de las guerras de independencia continentales Cuba se mantuvo al margen habida cuenta del lugar relativamente privilegiado de la oligarquía criolla y española en la isla –importante plaza española y exportadora de azúcar- y por el temor al contagio entre los esclavos del espíritu del movimiento independentista haitiano que dio origen a la primer república negra del mundo. Entre 1868 y 1878 se realiza la primera guerra de independencia pero ya entonces la oligarquía criolla cederá, a cambio de migajas y porciones de autonomía política, ante España.
Sobre fin del siglo XIX –en 1895- el poeta y periodista José Martí fundará el Partido Revolucionario Cubano y el Ejército Libertador. Su cabeza la constituirá la pequeñoburguesía –con un programa policlasista de independencia y justicia social- y su base los mulatos, los peones rurales y los obreros del tabaco (estos, dirigidos por anarcosindicalistas, cotizarán un día de salario mensual para el Ejército Libertador). Martí, que va a caer en combate tempranamente, señalará con lucidez que “Los pueblos de América son más libres y prósperos a medida que se apartan de EE.UU. Jamás hubo en América de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los EE.UU. potentes, repleto de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menor poder (...) De la tiranía de España supo salvarse América española y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia.”1 Confirmando a Martí EE.UU. intervendrá en Cuba contra España –a partir de una provocación montada en costas cubanas- forzando la derrota del viejo imperio ibérico e imponiendo a Cuba las condiciones de su “independencia”2.

De Martí al marxismo

Como herencia jacobina de la independencia quedará el ideario de José Martí, que inspiraran a la juventud pequeñoburguesa en Cuba y a los movimientos que la expresaron luego como Joven Cuba (en los ’30), el Directorio Revolucionario o el mismo M 26 en los ‘50.
Mientras la burguesía y los terratenientes se entregaban al imperialismo y agravaban la dependencia de la isla del monocultivo de azúcar, los estudiantes organizan la Federación de Estudiantes Universitarios de Cuba agitando y movilizando contra la Enmienda Platt y la Universidad Popular José Martí donde socializaban sus conocimientos con obreros y campesinos. Su máxima figura Julio Antonio Mella fundará junto a Carlos Baliño –viejo lugarteniente de Martí- el Partido Comunista que influirá en la organización del movimiento obrero predicando la unidad entre la lucha de clases y antiimperialista: “(…) en su lucha contra el imperialismo –el ladrón extranjero- las burguesías -los ladrones nacionales- se unen al proletariado, buena carne de cañón. Pero acaban por comprender que es mejor hacer alianza con el imperialismo que al fin y al cabo persigue un interés semejante. De progresistas se convierten en reaccionarios. Las concesiones que hacían al proletariado para tenerlo a su lado, las traicionan cuando éste, en su avance, se convierte en un peligro tanto para el ladrón extranjero como para el nacional.” Mella morirá asesinado por esbirros del régimen y el PC se dividirá entre simpatizantes de la oposición trotskista (que mantienen una posición similar a Mella) y los stalinistas, ambos con influencia entre los trabajadores.

1932, de la huelga general a los soviets locales

En 1932 el dictador Gerardo Machado (alias el asno con garras) caerá como producto de la crisis económica que empuja a una huelga general de un mes de duración convocada por el Congreso Nacional de Obreros Cubanos y la Federación Obrera de La Habana (dirigida por los trotskistas) y boicoteada por los stalinistas. Un levantamiento de los sectores bajos del ejército encabezado por el sargento Fulgencio Batista terminará con Machado primero y más tarde –pasado al campo de la reacción- con el gobierno nacionalista burgués surgido de la revolución de Grau San Martín y Antonio Guiteras –que dieran por tierra la enmienda Platt y otorgaran conquistas sociales-. La clase obrera que volteó al dictador, llegará a ensayar soviets en la ciudad de Santiago, pero vio rota su unidad por la política stalinista que –en concordancia con el tercer periodo de la Komintern- igualaban al gobierno nacionalista con la reacción, mientras que los trotskistas se disolverán con el tiempo en el apoyo a la política pequeñoburguesa radical de Joven Cuba (A. Guiteras). La clase obrera careció así de una política independiente.
No está de más decir que años después –en los ’40- el stalinismo (Partido Socialista Popular) cederá ministros a Batista y apoyará su régimen.

Del “madrugazo” al Moncada

En la década del ’40, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, Batista se mantuvo como el hombre fuerte de Cuba, velando un régimen de alternancia apoyado por el imperialismo. El 10 de marzo de 1952, Batista encabeza un golpe de estado preventivo que lo lleva al poder alentado por Estados Unidos. El llamado “madrugazo” se realiza para impedir el seguro triunfo electoral de Roberto Agramonte del Partido del Pueblo (Ortodoxo)3 sobre el candidato apoyado por Batista. El objetivo del golpe era, por un lado, poner un poco de orden ante la imagen de ingobernabilidad, producto del enfrentamiento de las camarillas capitalistas y del alto grado de corrupción en la entonces “democrática” Cuba. Y por el otro, el temor que le causaba a las clases dominantes y al imperialismo, no tanto las propuestas de los Ortodoxos, como el descontento creciente de la juventud y la pequeñoburguesía cubana, que veían en este partido la continuidad del “guiterismo” y su retórica nacionalista. Batista contaba con el apoyo firme del ejército y la complicidad de la burguesía y debía enfrentar el descontento popular por la situación económica del país. En la segunda postguerra la demanda de azúcar cubano en el mercado externo comenzó a decrecer. Esto trajo la reducción de los tiempos en la zafra y el desempleo masivo en el campo y en la industria.
El fracaso del asalto al cuartel de Moncada, el 26 de Julio de 1953, marca el inicio de una oposición violenta y armada a la dictadura por parte de los estudiantes y la configuración de nuevos sectores políticos. La acción sobre el cuartel militar y su defensa en el juicio –cuyo alegato fue popularmente conocido como “La historia me absolverá”– hacen de Fidel Castro una figura popular y llevarán a la conformación del Movimiento 26 de Julio. No está de más decir que los stalinistas cubanos en este caso se alinearon junto a Batista, condenando a los atacantes del cuartel como “aventureros y provocadores pequeñoburgueses”.

El movimiento obrero

Por su parte el movimiento obrero dirigido por la burocracia de Eusebio Mujal, que venía de apoyar al gobierno anterior, es subordinado al gobierno de Batista, quien recrudece sus métodos gansteriles contra toda oposición. Sin embargo, la clase obrera, azuzada por la crisis azucarera, será uno de los protagonistas centrales en la lucha contra la dictadura. En 1955 los trabajadores del azúcar en la ciudad de Santiago, Camagüey y Las Villas llevan adelante una violenta huelga iniciando la lucha proletaria y de los obreros agrícolas contra la dictadura. La respuesta del régimen fue la represión. Los zafreros en breve tiempo pasaron de exigir salarios a gritar a viva voz ¡abajo el gobierno criminal!. En 1957 una huelga general tiene epicentro en la ciudad de Santiago, tras el asesinato de Frank Pais, popular dirigente urbano del M 26. El alto grado de espontaneísmo y combatividad de las masas fue respondida con la militarización de la ciudad y una brutal represión4. Estos hechos levantaron la queja de la embajada norteamericana y el repudio de sectores empresariales del Oriente, y constituye el inicio de una ruptura abierta de un sector importante de la burguesía con la dictadura. 

De Sierra Maestra a La Habana

Luego del fallido desembarco del Granma, Fidel y sus compañeros constituirán su base en la Sierra Maestra apoyándose en el movimiento campesino y una extendida red de apoyo en las ciudades a través del M 26, mientras por otra parte formaliza una política de alianzas con el resto de las fuerzas opositoras, el más importante es el llamado Pacto de Caracas5.
A fines de 1958, las columnas del Ejército Rebelde dirigidas por el Che Guevara y Camilo Cienfuegos propinan una fuerte derrota al ejército batistiano en el combate de Santa Clara, lo que acelera su descomposición. Una huelga general de cinco días posibilita la entrada del Ejército Rebelde a La Habana y la posterior instauración del gobierno provisional de Manuel Urrutia. El ejército es completamente destruido y el nuevo gobierno se sostendrá cada vez más por las milicias del Ejército Rebelde integradas por peones rurales, obreros y campesinos, mientras la burguesía y el imperialismo comienzan a boicotearlo a medida que la revolución avanza en satisfacer las demandas sociales (ley de alquileres y reforma agraria) y ajusticia a los personeros del viejo régimen. Manuel Urrutia en julio de ese mismo año expulsa de la jefatura del ejército a Fidel y una movilización masiva de obreros y campesinos lo restituye en su cargo. Urrutia renuncia, la burguesía abandona el poder en manos del Ejército Rebelde. La revolución se radicaliza iniciando el camino que llevará a la expropiación de la burguesía.

1 José Martí. Nuestra América.
2 De la guerra independentista la isla pasará a la ignominiosa enmienda Platt (redactada para la Constitución cubana por el senador norteamericano Edward Platt) que reza que “1. Cuba reconoce el derecho de EE.UU. a intervenir en sus asuntos internos; siempre que este último país lo estime necesario para la conservación de la independencia cubana, y para el mantenimiento de un gobierno adecuado para la protección de la vida, propiedad y libertad individual (...) 2. Para poner en condiciones a los EE.UU. de mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como de su propia defensa, Cuba arrendará o venderá tierras a los EE.UU.; destinadas al establecimiento de bases carboneras y navales”.
3 Cabe recordar que el joven abogado Fidel Castro era militante “ortodoxo”, y se presentaba a esas elecciones como candidato a diputado.
4. Recordando la huelga de Santiago, el Che Guevara llegó a la siguiente conclusión: “Este fenómeno popular sirvió para que nos diésemos cuenta que era necesario incorporar a la lucha por la liberación de Cuba al factor social de los trabajadores e inmediatamente comenzaron las labores clandestinas en los centros obreros para preparar una huelga general que ayudara al Ejército Rebelde a conquistar el poder”. Proyecciones sociales del Ejército Rebelde.
5 “El primer punto de este acuerdo se refería a la concertación de una ‘estrategia común para derrocar a la tiranía mediante la insurrección armada’ (...) El segundo punto del acuerdo se refería a la constitución de un gobierno provisional después de la caída de Batista, cuyo objetivo debería ser conducir al país ‘a la normalidad, encauzándolo por el procedimiento constitucional y democrático’. El tercer punto proponía un programa mínimo de gobierno ‘que garantice el castigo de los culpables, los derechos de los trabajadores, el orden, la paz, el cumplimiento de los compromisos internacionales y el proceso económico institucional del pueblo cubano’”. Con respecto a las FFAA se refería de este modo: “esta no es una guerra contra los institutos armados de la república sino contra Batista, único obstáculo de la paz”. Fernando Mires, La Rebelión Permanente. Las revoluciones sociales en América Latina.

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