por Juan Porto y Horacio Lassalle. Médicos delegados del Hospital Cestino de Ensenada y docentes de la Facultad de Ciencias Médicas - UNLP

La Organizacion Mundial de la Salud (OMS) cambió en abril de 2009 la forma de definir las pandemias. “La vieja definición remitía a un virus nuevo, de rápida propagación para el que no existe inmunidad y que provoca una alta tasa de enfermos y de muertes. Hoy estos dos últimos parámetros sobre las tasas de infección han sido suprimidos y fue así cómo la gripe A entró en la categoría de las pandemias”1.

Así definida, agentes infecciosos de baja letalidad pueden ser pasibles de encajar en la definición, y disparar el alerta mundial. En este contexto, las grandes cadenas internacionales de medios de comunicación, al mostrar mapas donde se extiende como una mancha de aceite el agente infeccioso, sumado al recuento uno a uno de los muertos, generan el “terror pandémico”, sustrato necesario para que los laboratorios amasen ganancias siderales. “Keiji Fukuda, número 2 de la OMS, tuvo que responder ante la Comisión de Salud del Consejo de Europa si la declaración de la pandemia no estuvo influida por las presiones de la industria farmacéutica”2.

La mordaza aplicada por las grandes transnacionales farmacéuticas
En el capitalismo lo único que importa es hacer ganancias aún a costa de la vida de las personas. En los marcos del sistema, prevenir no es mejor que curar, porque curar es más caro y en eso se basa la posibilidad del lucro. Mucho más si lo asociamos a una adecuada “desinformación”, que genere el pánico suficiente como para que la demanda aumente en forma exponencial.

La industria farmacéutica es uno de los lobbistas económicos más influyentes; Laboratorios Roche aumentó sus acciones en bolsa un 6% en medio de la crisis económica internacional, y logró colocar el stock mundial de oseltamivir (tamiflú) que hace décadas existe, pero se utilizaba relativamente poco para la gripe estacional.

En una reciente denuncia Juan Gelman cuenta cómo el Profesor Albert Osterhaus, especialista en virología y consejero eminvvvente de la OMS, está investigado por corrupción. Sus cuentas bancarias, alimentadas por empresas farmacéuticas, habrían engordado a la vez que la OMS incrementaba el nivel de la pandemia hasta llevarla a fase 6. El periodista, historiador y analista en cuestiones económicas, William Engdahl, concluye que Osterhaus “podría ser el eje de una estafa multimillonaria montada detrás de la pandemia para que los estados, obligados por los anuncios de OMS, compren millones de dosis de vacunas que no están sometidas a los debidos ensayos clínicos, con el riesgo que esto implica para la salud de las personas”.

¿Qué tiene que ver la OMS en esto? El profesor Osterhaus preside el Comité Asesor de la OMS para la gripe A (ESWI por su sigla en inglés), enteramente financiado por las mismas empresas farmacéuticas que amasan ganancias millonarias gracias a la urgencia pandémica.
Según estima la Banca JP Morgan, los laboratorios que financian al ESWI (Baxter Vaccins; Mediummune; GlaxoSmithKline; Novartis y Roche) podrían acumular por la pandemia de Gripe A entre 7500 y 10000 millones de dólares de ganancias.

Pero los nexos de la OMS con la industria farmacéutica no terminan ahí. Actualmente el organismo internacional recibe de éstos casi el doble del presupuesto que le destina la ONU, en forma de “becas y de ayuda financiera”. Un mecanismo similar al que utilizan otros grupos para poner a las Universidades Nacionales de nuestro país a su servicio.

Wolfang Wodarg es médico, diputado alemán y fue presidente de la Comisión de Salud del Consejo de Europa, alertó no sólo acerca de la dudosa estrategia de la OMS en la última pandemia sino también en cuanto a las relaciones financieras entre los expertos y los laboratorios. “En una investigación publicada por el diario Le Parisien, afirma también que “los lazos de intereses entre seis expertos de la OMS y la industria farmacéutica son reales. Estos expertos formaban parte de los comités estratégicos que aconsejaron a la directora general de la OMS, Margaret Chan. La lista de expertos con doble función es elocuente. Por ejemplo, Jean-Claude Manuguerra es el presidente del Comité Nacional de Lucha contra la Gripe y, además, es miembro del Consejo Científico del programa global contra la gripe en el seno de la OMS. Este investigador en el Instituto Pasteur cobra una remuneración pagada por los laboratorios Roche. El Strategic Advisory Group of Experts es el principal grupo de consulta de la OMS para todo lo que atañe la vacunación. Este panel está compuesto por 15 científicos que informan directamente a la directora de la OMS. De esos 15, tres cobran remuneraciones de los laboratorios farmacéuticos. A su vez, el Comité para la Vacunación contra la Gripe A, creado en abril de 2009, comprende 13 miembros, tres de los cuales provienen del Strategic Advisory Group of Experts. De los 10 restantes, dos mantienen una relación de intereses con los fabricantes de vacunas: el inglés Neil Fergusson y el holandés Albert Osterhaus. Y hay más comités. Uno de ellos está encargado de aconsejar a Margaret Chan sobre la pandemia. Ese comité está dirigido por el francés Bruno Lina, un virólogo remunerado por los laboratorios que fabrican la vacuna (Baxter, Sanofi, Novartis, GSK)3.

Pero esto que vemos no es la aparición de “algunos funcionarios corruptos dentro de una noble institución” sino, por el contrario, expresión de un mecanismo inherente al sistema capitalista. En palabras de Engels, “la riqueza ejerce su poder en forma indirecta, pero de un modo un tanto más seguro mediante la corrupción directa de los funcionarios y en segundo lugar mediante la alianza entre los gobiernos y la bolsa”. La OMS intenta aparecer como un organismo independiente, serio y capaz, pero está al servicio de los estados capitalistas, y de los grupos económicos. No debemos olvidar que la OMS depende de Naciones Unidas, una de las instituciones más reaccionarias que ha dado el capitalismo concebida como gendarme en el mundo de los intereses económicos más concentrados, y que mantiene una ocupación militar en Haití bajo el eufemismo de “ayuda humanitaria”.

Marx decía: “Ningún régimen social desaparece sin antes haber desenvuelto sus fuerzas productoras al máximo de lo que pueda alcanzar tal régimen, y ningún régimen social nuevo puede aparecer si antes no encontró las condiciones necesarias en el régimen anterior”; y León Trotsky completaba: “si una sociedad no sube, cae, y si no hay clase que pueda educarla, se descompone y cae en la barbarie”. El régimen capitalista senil se encuentra en estado de profunda descomposición. Guerras con millones de muertos, energía nuclear utilizada para el exterminio masivo de personas, expoliación de la naturaleza con cambios climáticos que pueden amenazar el futuro de la especie humana; miles de millones en el mundo bajo la pobreza y el hambre, mientras el sistema gasta cifras billonarias en salvar a los bancos y negocios multimillonarios con los enfermos.

Las denuncias sobre la OMS son el más fiel reflejo de hasta dónde llegan los lazos del poder económico (laboratorios en este caso), en un sistema económico y social que sólo tiene para ofrecer a las grandes mayorías del mundo, miseria y barbarie. La posibilidad de lucrar con la salud de millones evidencia el grado de estancamiento y podredumbre del actual sistema económico y sus instituciones, y pone de manifiesto que debe perecer.