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La Bonaerense tortura adentro del Hospital Fiorito

Hace unos días estaba con un amigo más grande que, según dicen, roba para la policía. Hubo un enfrentamiento armado y salió corriendo asustado. Le pegaron un tiro por la espalda.

PTS

27 de octubre 2011

por Juventud del PTS Avellaneda

Jonathan Alí es un pibe de 19 años que trabaja con su tía haciendo canastos para los viveros. Vive en San Pedro, un pueblo ubicado a 165 km. de la Capital. Hace unos días estaba con un amigo más grande que, según dicen, roba para la policía. Hubo un enfrentamiento armado y salió corriendo asustado. Le pegaron un tiro por la espalda. El hospital de San Pedro no podía sanarlo y, por la complejidad de la operación, lo mandaron al Fiorito de Avellaneda donde, sin complicaciones, le sacaron el proyectil de la espalda. La familia al ver que la operación había salido bien, decidió volver al pueblo. Sin embargo, a las 48 horas, les avisaron que Jonathan estaba por morirse. Cuando llegaron nuevamente al hospital vieron que su hijo tenía hematomas por todo el cuerpo, hemorragias internas, los riñones y el páncreas destruidos y la posibilidad de que pierda un ojo.

Corrieron muchas versiones acerca de “infecciones” y “caídas”. Sin embargo, el personal no jerárquico del hospital le comunicó la verdad a la familia: a Jonathan lo torturaron los policías después de la operación. Cuando le pidieron una explicación a los uniformados les contestaron “si hubiésemos sido nosotros, Jonathan no la contaba”.

Este hecho escandaloso demuestra una vez más el accionar de la Policía con los pibes del pueblo trabajador, un aparato nefasto que todavía mantiene no sólo los vicios de la Dictadura sino que mantiene a 9.000 agentes que participaron en el Golpe de Estado. Los palos siempre son para los más pobres, mientras que a los poderosos, como Pedraza, asesino de Mariano Ferreyra, se los tiene en cárceles vip.

Hace menos de una semana terminaron las elecciones y todos los candidatos burgueses coincidían en poner “más policías en la calle”. Este es el ejemplo concreto de lo que producen los uniformados en la calle y en los hospitales. Del otro lado estamos nosotros, los que luchamos todos los días contra la represión y la impunidad, sabemos que sólo con organización y lucha podemos parar a esta horda de torturadores.

Entre las organizaciones obreras, estudiantiles y de derechos humanos tenemos que imponer el juicio y castigo a los torturadores de Jonathan. Ya la CICOP y la Correpi se pronunciaron y empezaron a actuar, tenemos que tomar esta causa entre todos para acabar con la muerte con uniforme.

Prensa

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