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LAS OBRERAS SON LAS QUE MAS SUFREN EL MALTRATO LABORAL: “Ahora una no se calla”

PTS

24 de septiembre 2009

El maltrato y los daños a la salud provocados por las condiciones y los ritmos de trabajo que la patronal norteamericana de Kraft-Terrabusi impone es sufrido por todos los trabajadores, aunque sus consecuencias se hacen sentir de forma más violenta sobre el cuerpo de las obreras, que son mayoría en la planta de Pacheco. Bien lo saben las trabajadoras, que desde marzo del año pasado mediante la elección de delegados por sector junto a la Comisión Interna, con asambleas y una nueva representación antiburocrática, lograron limitar los atropellos de la productividad y la codicia patronal.

Aunque algunas olviden...

“Las mujeres somos las más explotadas -expresa la obrera B. ante LVO-, aunque algunas no lo reconocen y ahora quieran volver a trabajar. La mayoría tenemos problemas de tendinitis, molestias en la cervical, algo que ni la empresa ni la ART reconoce. Dicen que es un problema de afuera, pero es por como se trabaja acá”. Una investigación de la socióloga de la UBA, Ester Kandel, vinculada a la CTA , refleja a través de la voz de una obrera “lo que cuesta aguantar el ritmo; las puntadas en la espalda, parece que te van a clavar dos agujas, que te vas a desmayar”. Esos ritmos vienen en aumento, lo mismo que los despidos, algo que se suma a la doble jornada laboral que suele cargar la mujer junto a bajos salarios, que en promedio no supera los 2.300 pesos.

Máquinas más rápidas y menos trabajadores

“Las condiciones de trabajo no son buenas -comenta D., otra trabajadora a LVO-; y ahora la empresa está queriendo que nos enfrentemos, pretendiendo que desalojemos a nuestros compañeros despedidos. Hace 22 años que estoy y tengo problemas de salud, hernia cervical, dolor de tendones y estoy con tarea liviana definitiva. Acá la empresa trata de producir con menos trabajadores y con el correr de los años van sacando más gente y las máquinas son más rápidas. En las piernas tengo varices, y con el correr de los años terminás con problemas en la columna. Te hablo de las que entraron en mi época; y las mujeres somos las que hacemos la mayoría de los trabajos”. Ellas fueron las que se pusieron a la cabeza ante la desidia patronal frente a la Gripe A.

Presión alta y desgarros en la espalda

“Trabajamos bajo mucha presión -expresa la obrera A.- y estamos todas contracturadas. Si hablas o si no le caes bien a los líderes, te marcan y te mandan hacer tareas pesadas y te tienen ahí todo el tiempo. Siempre fue así. Lo que pasa es que ahora una no se queda callada; por eso pasó todo esto. Respecto a las enfermedades laborales, la semana pasada una chica vino con presión alta y le dieron media pastilla más de la que toma, y al rato la mandaron a trabajar de nuevo”. Muchas se opusieron y la compañera se fue para su casa.

“Otro ejemplo -cierra A.- es el de una compañera que había ido al traumatólogo y le dieron 72 hs. de reposo porque se había quedado dura de la espalda. La agarró el médico de la fábrica, la tuvo 2 hs. con lámpara y la mandó de nuevo a trabajar. A otra chica le pasó algo parecido con un desgarro en la columna. Hace 17 años que trabajo acá y siempre tengo problemas en la espalda. Me han dejado días pendientes, hasta que traje una resonancia donde se veía que tenia un desgarro en la columna, aunque para ellos estaba en condiciones”. Más de 150 obreros sufren incapacidad, bajo tareas livianas.

Vamos a ver si pueden

Para las obreras, entonces, que sufren intensamente en las líneas de producción la explotación laboral, la función del Cuerpo de Delegados se torna fundamental. “Hemos logrado cambiar la situación -recuerdan- mediante la fuerza desde la base. Algo difícil de aceptar para una patronal acostumbrada a avasallar los derechos de los obreros, y menos para una burocracia como la de Daer, entregada a los empresarios y de nula representatividad”. Difícil lo mismo para un gobierno que sostiene su “modelo productivo, nacional y popular” en base a trabajadores pobres y trabajo precarizado. Además, cierra B.,“hace 4 años y medio que trabajo acá y sufro problemas de salud. Tengo los dedos deformados y la espalda hecha bolsa; sólo tengo 24 años y me siento de 36”. Una de los delegados, a su lado, ayuda al cierre: “la empresa quiere imponer dos turnos de 12 hs. y pasarnos por arriba y echar a 500 compañeros como si nada. Vamos a ver si pueden. Nosotros vamos a seguir luchando para que se trabaje como corresponde y proteger los puestos de trabajo”.

H.E.

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