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Siguen los cortes en Entre Ríos

Kirchner quiere negociar la instalación de Botnia

25 de enero 2007

Aunque el gobierno argentino hace semanas que se venía atajando ante un probable fallo negativo en La Haya contra los cortes de ruta de los asambleístas entrerrianos, incluso alertando que Argentina tendría que acatar cualquiera fuere el fallo de la Corte, finalmente sobrevino la sorpresa.
Salomón juzga en La Haya
En una decisión digna de Salomón Rey, los jueces de La Haya se declararon incompetentes por 14 votos a 1 (del representante uruguayo, por supuesto) para tomar una medida cautelar ante el pedido de Uruguay de condenar a Argentina y exigir la apertura de los pasos fronterizos.
“La Corte no encuentra que los bloqueos que unen los dos Estados representen, al momento, un riesgo inminente de daño irreparable para los derechos de Uruguay”, resumió una de las consideraciones más importantes del fallo.
Pero el fallo de La Haya dio otro argumento, de mayor peso aún, y es que “a pesar de los bloqueos, la construcción de la planta de Botnia progresó perceptiblemente desde el verano de 2006 (...) La construcción de la planta está continuando”. Justamente, el hecho categórico es que Botnia está casi finalizada. Así, con la planta construida, la prescindencia de la Corte Internacional de tomar posición frente a los cortes de ruta, tiene el objetivo de empujar a Uruguay y Argentina a sentarse ahora a negociar el conflicto.
Kirchner quiere apurar la negociación
Luego del fallo, Kirchner celebró la decisión de la Corte y se pronunció a favor del diálogo con Uruguay: “Con imaginación, creatividad, podemos encontrar la oportunidad de dialogar con nuestros hermanos uruguayos” (Clarín, 24/01/07).
Es que después del último revés en La Haya (en julio, el tribunal rechazó, por 14 votos contra 1, la solicitud de una medida cautelar, pedida por la Argentina, para frenar las obras en Fray Bentos), es la primera buena noticia de una penosa estrategia.
Pero el apuro por negociar responde, sobretodo, a la no condena que La Haya hace de los cortes de ruta, para presionar a Tabaré Vazquez a negociar con las rutas bloqueadas.
Pero, ¿negociar qué cosa? Obviamente no la relocalización de la planta –como sucedió con ENCE-, sino dos temas que rayan la burla hacia los pobladores de Gualeguaychú: el impacto visual de la planta y el tratamiento de los efluentes contaminantes, o sea, medidas de mitigación de una contaminación anunciada.
Como ya denunciamos en anteriores números de LVO, hace tiempo que Kirchner aceptó que Botnia va a producir y contaminar en Fray Bentos. Lo único que puede hacer ahora es negociar el control de la contaminación… y, a lo sumo, elegir los tonos de verde con los que piensan pintar la monstruosa chimenea que se yergue imponente frente al balneario de Ñandubaizal.
Por una gran campaña internacional contra las papeleras
En lo inmediato, la decisión de La Haya, aunque también puede recrear ilusiones en la salida legalista, fortalece indirectamente los cortes. Si bien el tribunal imperialista nunca iba a fallar a favor, al menos no fue en contra. Sobre esta base, desde la asamblea de Gualeguaychú, junto a los ambientalistas de Colón y Concordia, es necesario emplazar una gran campaña internacional de solidaridad y porque se vaya Botnia de Fray Bentos.
La dureza de las medidas y la marcha a Plaza de Mayo permitieron comenzar a nacionalizar el conflicto y coordinar los distintos reclamos ambientales. Esto debe continuar a la vez que la lucha contra Botnia debe tomar dimensión internacional. Existen centenares de conflictos ambientales en el planeta que hacen que los ejes de la crisis ambiental global, fomentada por la explotación irracional de la naturaleza por los pulpos y gobiernos capitalistas, ya no sean sólo un tema de especialistas.
Por ello, una gran campaña internacional contra Botnia tendría una amplia repercusión, convocando a organizaciones obreras, intelectuales, ambientalistas, personalidades políticas y de la cultura del mundo, a pronunciarse en solidaridad con la lucha ambiental de Gualeguaychú, contra el saqueo y la degradación ambiental, en la perspectiva de expulsar a Botnia, nacionalizar los recursos forestales y la industria del papel bajo control de los trabajadores y pobladores y planificar la utilización ambiental racional de esos recursos.
 

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