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EDITORIAL

LA INTERNA PERONISTA Y EL ATAQUE A LOS TRABAJADORES

Jugando con fuego

En nuestro país los trabajadores han comenzado una experiencia con el kirchnerismo peronista en el gobierno. Es un deber de la izquierda revolucionaria aprovechar esta situación para que sectores de la vanguardia obrera avancen hacia posiciones de independencia de clase.

Ruth Werner

5 de julio 2012

Jugando con fuego

Miles de estatales y docentes bonaerenses pararon y se movilizaron masivamente el miércoles 4 mostrando en las calles su voluntad de lucha contra el pago fragmentado en cuatro cuotas del aguinaldo largado por Daniel Scioli. Lamentablemente, la burocracia del SUTEBA decidió que los maestros marcharan en Capital e impidió una gran acción unificada frente a la Casa de Gobierno provincial. La bronca de estatales y docentes exige golpear todos juntos para voltear el decreto. Sin embargo, de manera vergonzosa, la CTA de Baradel-Yasky, la CTA Micheli y UPCN se niegan a impulsar un plan de lucha unificado que exigen las bases y la izquierda clasista.

La bronca va en aumento y apunta a Scioli pero también a Cristina Fernández. Contra CFK porque fue ella quien en medio de la interna peronista por la “sucesión”, decidió recortar el envío de fondos a la provincia, una vez que Scioli blanqueó sus pretensiones de ser presidente en 2015 y se mostró públicamente con Moyano. Contra Scioli porque el ataque al aguinaldo muestra a quién quiere hacer pagar la crisis fiscal el gobernador: los trabajadores.

El tándem Scioli-Moyano se ha convertido en la nueva esperanza para la oposición política y mediática patronal. Apuntan sobre todo a reunir a los peronistas descontentos con el kirchnerismo, pero también van más allá. No por nada Moyano participará de un cónclave junto al ex presidente de la Sociedad Rural, Alchourrón donde –además de Duhalde- aseguró su presencia Patricia Bullrich. La interna en la coalición gubernamental se recalienta: hasta la senadora Rojkés, esposa del gobernador de Tucumán, Alperovich, declaró que no cree que CFK vaya por la reelección y que Moyano "jamás va a dañar al país". La señora es la tercera en la línea de sucesión presidencial.

Si Moyano, como mostró con el paro camionero, está dispuesto a llamar a movilizar por reivindicaciones justas de los trabajadores para mantenerse al frente de la CGT y jugar a favor de Scioli, ahora la ofensiva de Cristina Fernández contra el bonaerense, condujo a éste a decidir el ajuste y a los trabajadores a las calles para defender sus derechos. Están jugando con fuego. El desgaste del “modelo” y la crisis económica mundial ha llevado al gobierno a “tercerizar” el ajuste en las provincias, a imponer techos salariales, a mantener el mínimo no imponible en el caso de los asalariados trabajadores que les cobran el impuesto a las ganancias. La interna peronista le agrega el condimento de que los destinatarios del ajuste se eligen también en función de las “lealtades” o “deslealtades” hacia la presidenta. En la próxima semana continuará el conflicto en la provincia de Buenos Aires. Una pulseada contra el gobierno provincial y nacional que involucra a 550.000 estatales y docentes. Merecen el apoyo de la clase obrera de todo el país. Su lucha tiene que triunfar. Si no, los gobiernos e incluso los empresarios, pretenderán utilizar este ataque como un precedente para avanzar sobre las conquistas de los trabajadores.

El “divide y reinarás” de CFK

La “interna” de la CGT tuvo un nuevo episodio en el Ministerio de Trabajo donde, como era de esperar, no hubo acuerdo entre las distintas fracciones respecto al Congreso de la CGT. De ahora en más continuarán los cruces legales, las impugnaciones, las apretadas gubernamentales que incluyen el retiro de fondos de las obras sociales, nuevas compras de voluntades y discursos políticos de uno y otro bando. Antes de la separación definitiva, cada cual ya tiene su rótulo distintivo. Los medios se divierten al hablar de la CGT “Balcarce” (para los sindicalistas amigos de la Rosada) y de la CGT “Azopardo” (por la sede de la central obrera, donde Moyano defiende su trono).

Nunca bajo un gobierno peronista existieron como ahora cinco centrales de trabajadores. Todas divididas según lineamientos políticos patronales: Moyano juega para Scioli. Barrionuevo está con Duhalde. Caló –el candidato de la runfla compuesta por los “gordos”, los “independientes” y otros gremios– es el elegido de Cristina. La CTA de Yasky, también apoya al gobierno mientras la CTA Micheli se embandera con el sojero Binner.
La política de “dividir para reinar” que aplica la presidenta para las organizaciones obreras no es novedad. Fue intentada por las dictaduras y también por los gobiernos radicales (como el de Arturo Illia en los ‘60 o Raúl Alfonsín en los ‘80), para contrarrestar su falta de peso entre los trabajadores. Bajo los gobiernos peronistas, la CGT única era la herramienta para controlar y subordinar a la clase obrera a los designios del país burgués.

En el caso de CFK su política divisionista combina la necesidad –cada vez más urgente- de controlar a los trabajadores en momentos de desgaste del “modelo” y crisis mundial con su ya particular “subida al caballo” convencida que el poder que le otorgó el 54% de los votos le alcanza para destruir a Moyano, rebelado contra el poder oficial. La política de debilitar de conjunto a la burocracia sindical como malla de contención, representa un riesgo de impredecibles consecuencias, mucho más si forma parte, como sucede, de la interna peronista.

Hacia la Conferencia Obrera Nacional del PTS

La manifestación de camioneros y otros gremios en Plaza de Mayo por el aumento del mínimo no imponible y porque se universalicen las asignaciones familiares, el 27 de junio, mostró a un sector de los trabajadores en la oposición al gobierno. Como dijimos en La Verdad Obrera, se abrió una nueva situación en la clase obrera. No sólo cuando se agotan las condiciones del ciclo kirchnerista que permitieron ciertas concesiones sino cuando avanzan los ataques concretos al nivel de vida de las masas. La burocracia en todas sus alas trabaja para los partidos de los patrones. No es un dato menor. El drama de la clase obrera argentina puede reducirse a que a lo largo de su historia ha dado grandes muestras de heroísmo y combatividad pero siempre ha seguido políticamente a distintas variantes del peronismo.

Sólo durante el ascenso revolucionario de los ’70 al final de la etapa abierta con el Cordobazo, en junio-julio de 1975, los trabajadores iniciaron un camino de ruptura de clase enfrentando con la huelga general política al gobierno peronista de Isabel Perón. No por nada el golpe genocida vino a poner fin a esta experiencia. Y no por nada la dictadura militar preservó al peronismo.

En los años ’80, bajo el gobierno de Alfonsín fue Saúl Ubaldini, Secretario General de la CGT, quien encabezó la oposición desde la calle, con paros y movilizaciones, levantando reivindicaciones obreras y populares. Las corrientes de izquierda mayoritarias de ese entonces, el MAS y el PC, fueron incapaces de levantar una política que impulsara en las fábricas y lugares de trabajo una corriente clasista, que peleara contra el gobierno y la burocracia y contra el recambio burgués que significaba la oposición peronista. La burocracia terminó fortaleciéndose, le dio tiempo al PJ para rearmarse, y posteriormente, tras la crisis económica y política que llevó a Alfonsín a entregar anticipadamente el mando, Menem se hizo con el poder en 1989.

En nuestro país los trabajadores han comenzado una experiencia con el kirchnerismo peronista en el gobierno. Es un deber de la izquierda revolucionaria aprovechar esta situación para que sectores de la vanguardia obrera avancen hacia posiciones de independencia de clase. La actual utilización de los políticos patronales de las conducciones de las organizaciones obreras busca invalidar a los sindicatos como herramientas para la lucha de clases. Busca también utilizar a los trabajadores y sus luchas para fortalecerse y postularse en 2013 y 2015 como sus nuevos verdugos. Consecuentemente, la Conferencia obrera nacional que el PTS realizará el 8 de julio junto a miles de luchadores y los principales referentes del sindicalismo de base, tiene como norte las siguientes consignas fundamentales: la pelea por una asamblea nacional clasista, para echar a la burocracia de los sindicatos y unificar a toda la clase trabajadora: efectivos, contratados, tercerizados y en negro. Y la lucha por un partido de trabajadores sin patrones ni burócratas millonarios, para que nunca más los obreros sean la columna vertebral de un partido burgués sino la cabeza dirigente de su propio destino. Vamos a levantar estas mociones para impulsarlas en amplios sectores de la clase trabajadora. Es desde esta estrategia que nos preparamos para los agudos enfrentamientos de clase por venir.

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