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Juan Iñigo Carrera

Uno se tiene que preguntar adónde va a ir a buscar la relevancia, la actualidad [de El Capital]. Uno puede decir que [...] se puede encontrar en una serie de planteos basados en el desarrollo que hace Isaac Rubin, que sostienen que el valor no tiene más contenido que su forma [pero] ahí no voy a ir a buscar [su] relevancia.

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4 de diciembre 2008

Uno se tiene que preguntar adónde va a ir a buscar la relevancia, la actualidad [de El Capital]. Uno puede decir que [...] se puede encontrar en una serie de planteos basados en el desarrollo que hace Isaac Rubin, que sostienen que el valor no tiene más contenido que su forma [pero] ahí no voy a ir a buscar [su] relevancia. [Tampoco] en autores que vienen de lo que se llama el “marxismo abierto” como puede ser el caso de Holloway [...]. No lo voy a ir a buscar en los planteos de Althusser, que dice que para poder entender la obra El Capital, hay que empezar por saltear la primera sección, donde se está desarrollando todo el fundamento [...] esto lo único que puede tener como resultado es arrancar de apariencias.[...] Tampoco [en] Foley, [que supone] que toda mercancía que se produce entra en el consumo social. Esto es lo mismo que suponer que el trabajo que produce las mercancías es un trabajo directamente social. [...] Tampoco voy a ir a buscar la vigencia actual de la obra de Marx en la teoría del capital monopolista, porque ésta, tal como lo plantea Hilferding, y así es tomada por Lenin, [...] sostiene que ya no existe más la determinación objetiva del precio de las mercancías, y que ahora éste depende de la voluntad de ciertos individuos. [...]

¿Dónde la voy a ir a buscar? Cuando Marx le pone un subtítulo a su obra, el que le pone es “La crítica de la Economía Política”. [...] ¿qué es “La crítica de la economía política”? [...] Marx explícitamente va a decir: “yo nunca arranco de conceptos. De donde arranco es del concreto, específico, más simple, que corresponde a la forma que tiene el producto del trabajo en el modo de producción capitalista, que es la mercancía”. [...] donde uno tiene que ir a buscar el punto de partida ya no tiene que ver con la conciencia sino con un objeto, que es la mercancía. [...] por lo tanto, uno tampoco puede partir de la lectura de la obra. Uno tiene que partir de lo mismo que hizo Marx, de mirar la mercancía. [...] ¿qué pasa cuando uno se enfrenta con la mercancía? La mercancía es el producto del trabajo social que está realizado de manera privada e independiente. Y, como consecuencia de esta realización privada e independiente del trabajo social, la materialidad del trabajo abstracto [...] se representa como la aptitud que tiene este producto material del trabajo humano para relacionarse socialmente en el cambio con otro producto similar. Es decir, se representa como el valor de la mercancía y esto es la forma más simple que tiene la relación social entre los individuos productores de mercancías. [Un productor de mercancías] es un individuo libre, no está sujeto a relaciones de dependencia personal y [...] tiene control pleno sobre su trabajo individual, pero es un trabajo individual que está hecho para otros. Es un trabajo social. [...] Este individuo libre no tiene ningún control sobre el carácter social de su trabajo. La capacidad para organizar el trabajo social no es un atributo personal del productor de mercancías, está portado en el producto del trabajo que tiene la forma de mercancía. [...] que tiene la potestad de dominarlo.[...]

Entonces uno se pregunta: “¿qué es este texto, El Capital?”. Parecía que arrancaba con la mercancía, que parecía ajena a la conciencia, pero la mercancía es la forma que tiene la conciencia enajenada de su productor. Uno se enfrenta a su mercancía como la que tiene el atributo de organizarle el trabajo social. Y la conciencia es, en esencia, la capacidad para organizar el trabajo social. Entonces acá la conciencia está enajenada, puesta como un atributo de la mercancía. [El Capital] es el producto de una conciencia enajenada, que lo que ha hecho es avanzar en el desarrollo de su libertad, porque se descubrió en su enajenación. [...] Le ha dado a ese descubrimiento una forma objetiva, la forma de un texto, y bajo la forma de un texto es que los demás nos podemos apropiar de ese desarrollo para sostener nuestro propio desarrollo, avanzando sobre las formas concretas.

[...] El dinero es la forma con que se puede reconocer el carácter social del trabajo en una sociedad donde el trabajo se realiza de manera privada. [...] El dinero tiene la potestad de reconocer qué es un trabajo socialmente útil, distinguirlo de lo que no lo es. [...] Y el dinero [que funciona] como capital, [...] tiene la potestad de poner en marcha al trabajo social [...] con el objeto inmediato de producir más capacidad para poner en marcha el trabajo social. Esa capacidad multiplicada va a tener dos expresiones: su expresión más simple, lo que uno puede decir es su expresión extensiva, es la producción de plusvalía absoluta. [...] Pero la expresión plena de este vínculo social [...] encierra una necesidad de desarrollarse de manera intensiva. Y esa necesidad es la producción de plusvalía relativa y en ella es que el modo de producción capitalista va a mostrar su carácter revolucionario y su carácter histórico transitorio, porque va a revolucionar continuamente las condiciones materiales de producción y, por lo tanto, va a revolucionar continuamente qué es un obrero y qué es un capitalista. Y va a revolucionar continuamente la conciencia, tanto del obrero como del capitalista. [...] lo que nos vamos a encontrar es un obrero colectivo [que] se enfrenta al producto de su trabajo como portador de una potencia social que es ajena al propio productor y al cual está sometido. Este obrero colectivo lo que tiene que hacer es producir plusvalía, es decir, tiene que producir más capacidad para organizar el trabajo social a espaldas de la conciencia y la voluntad de los individuos que realizan ese trabajo.

Llegado este punto [...] lo que se encuentra es lo que yo voy a llamar “la contradicción absoluta del modo de producción capitalista”, y esa contradicción absoluta se refiere a la transformación que hace el modo de producción capitalista de la materialidad del trabajo [...] es la propia materialidad de la producción de plusvalía relativa, la propia transformación en la materialidad del proceso de trabajo, la que constituye a la clase obrera en el sujeto portador del desarrollo de las fuerzas productivas que van más allá de su alcance dentro del modo de producción capitalista. Es el capital el que determina que esa relación social general de la clase obrera es la que determina a la clase obrera como un sujeto revolucionario, no porque tiene una conciencia abstractamente libre sino porque tiene una conciencia que está enajenada en el capital. [...]

La forma más potente de la transformación en la materialidad del proceso de trabajo es la centralización del capital, y la forma más potente de la centralización del capital es la centralización del capital como una propiedad directamente social [...]que tiene la forma de la propiedad del Estado. Yo difiero con los planteos que ponen por un lado las formas económicas y por otro lado el Estado. El Estado, para mí, es la forma concreta que tienen las relaciones económicas. En particular es el representante político del capital total de la sociedad.

[...]Entonces, ¿qué es este texto El Capital? Es la conciencia enajenada del sujeto revolucionario, que avanza en la afirmación de su libertad porque no sólo se reconoce en su enajenación sino que descubre qué potencias históricas, qué potencias revolucionarias tiene brotando de esa enajenación. Entonces, ¿dónde voy a ir a buscar la vigencia actual de El Capital? [...] en la propuesta de una acción política de la clase obrera que tenga como forma de organizarse la conciencia que avance con su liberación porque se reconozca en su enajenación. Desde mi punto de vista El Capital es una herramienta clave en la discusión de la forma que tiene la organización política de la clase obrera.

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