En 2009 Kraft despide a 160 trabajadores. Salimos a tomar diferentes medidas de fuerza como la huelga de más de treinta días y la manifestación en la Panamericana. Fueron varios cortes. Terminado el conflicto nos encontramos con todas estas causas. En mi caso tengo un embargo de $290 mil, una cosa desproporcionada para trabajadores que cobramos $4.000 o $5.000 por mes.

Nos enteramos que se infiltraban, se “mimetizaban” con los manifestantes para identificar a los “cabecillas”. Nosotros conocíamos a los periodistas que nos iban a hacer notas. Pero en el medio estaban otras personas, con cámaras. Nos llamaba la atención. Una vez fuimos y los increpamos. Cuando la cosa se puso medio densa ellos decían “bueno, me voy” y terminaban en la fila de la Gendarmería. Ahí nos dimos cuenta de que nos espiaban.

Denunciamos este ensañamiento contra los trabajadores independientes de los dirigentes de los sindicatos, como en nuestro caso Daer. Y también la mención, que se hace en el expediente, aún más grave, sobre mi militancia política. Te persiguen por ser militante político, por una cuestión ideológica. Buscan hacer mella en la gran organización que se está desarrollando en contra del sindicalismo tradicional. Y la Justicia actúa tratando de que los dirigentes sindicales sean funcionales a la patronal, que sean sumisos y no luchen hasta el final. Buscan desorganizarnos, pero esto nos fortalece aún más.

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