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Insaciables

Son los sectores agroganaderos que en la exposición de la Sociedad Rural protestaron el sábado 4. Ya hace más de 100 años Sarmiento los había definido: “La oligarquía con olor a bosta”.

Armando Mouzo

9 de agosto 2007

Son los sectores agroganaderos que en la exposición de la Sociedad Rural protestaron el sábado 4. Ya hace más de 100 años Sarmiento los había definido: “La oligarquía con olor a bosta”.

Si uno se guía por sus autoelogios parecería que son los grandes patriotas que contribuyen al crecimiento del país y son injustamente esquilmados por el gobierno. Sin embargo su programa es mucho más pedestre: “La mejor manera de dejar caer los precios es liberarlos, si el precio de la carne se va a $20, la gente va a dejar de comprar y los precios se van a derrumbar”, afirmó Carlos Vila Moret, uno de los principales productores de raza Hereford de la Patagonia, según Clarín del 05/08. En esto se sintetiza el programa de este sector, para esto quieren la liberalización de las exportaciones y la eliminación de las retenciones. Estos oligarcas consideran que los trabajadores argentinos comemos mucha y buena carne, y si queremos seguir haciéndolo debemos pagar los precios de Europa.

Afirman que el problema estriba en que la producción ganadera es insuficiente para abastecer el mercado interno y el externo y ocultan que esto es así porque la mayoría se dedicó a las plantaciones de soja, aprovechando la gran demanda mundial y los altos precios, que les generó ganancias récord en las últimas décadas. Ahora, en una suerte de extorsión, ponen como condición para criar más vacas, que las ganancias se equiparen a las que se obtienen en el rubro agrícola. Si los sectores más pobres de la población no pueden pagarlo, bueno que coman otra cosa.

El gobierno

Kirchner continúa con la política de Duhalde que implementó las retenciones, mediante la cual se apropia de una porción de la renta agraria, que engrosa el superávit fiscal con el que atiende los pagos de la deuda y acumula reservas. También hay una redistribución de dicha renta a favor de otros capitalistas, como los industriales, pero nunca llega a los trabajadores.
Pero también otorga beneficios al campo, podemos enunciar algunos:

• subsidio a los combustibles

• refinanciación de las deudas bancarias

• la reducción del IVA en fertilizantes

• sextuplicación del presupuesto del INTA y el aporte de 217 millones de pesos al Plan Ganadero para este año.

Sin embargo ni estos beneficios, ni las medidas restrictivas fueron suficientes, no sólo para calmar a estos oligarcas, ni para mantener bajos los precios.

Ante este fracaso los oligarcas se pasaron con bombos y platillos a la oposición, desplegando su programa liberal. Ejercen su poder de lobby con total personalidad: “El voto es una inversión que hacemos”, afirmó el jefe de la Rural, Luciano Miguens, en su discurso.

Por otra parte, en todas las discusiones se oculta la situación de los trabajadores del campo, que ostentan el triste récord de ser los peor pagos y que tienen uno de los mayores porcentajes de trabajadores en negro.

La única alternativa es llevar adelante una reforma agraria que expropie sin pago a los grandes terratenientes, estatizando los grandes establecimientos, otorgando tierras a los pequeños productores, para poner la inmensa riqueza agrícolo-ganadera al servicio de los trabajadores y el pueblo.

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