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ECONOMIA

Industria láctea: un nuevo fracaso del gobierno

Armando Mouzo

6 de diciembre 2007

1.600 vacas lecheras enviaron los productores tamberos al matadero el 29 de noviembre. Esta inusual medida de protesta fue coordinada por el sector mediante una cadena de correos electrónicos. La provocó el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, al rebajar en un 10% el precio de la leche que la industria les paga a los productores. El martes 4, esta medida fue ratificada por el nuevo ministro de Economía, Martín Lousteau.
Ya una semana antes se habían reunido más de 1.200 tamberos en la localidad de Nuevo Torino, en Santa Fe, para discutir medidas contra dicha rebaja, y al cierre de esta edición se realiza una nueva reunión en San Francisco, Córdoba, que por primera vez cuenta con la participación de los productores enrolados en las cuatro grandes gremiales agropecuarias (Coninagro, la Sociedad Rural, CRA y Federación Agraria), de las cámaras tamberas de Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y la Pampa, de la Asociación de Productores de Leche (APL) y de la Unión General de Tamberos (UGT). Esta unidad de sectores con intereses contrapuestos (los pequeños productores versus los oligarcas del campo), se debe a que además de la rebaja al precio a los productores, se le sumó un límite al precio de exportación de U$S 2.700 la tonelada (precio de corte), cuando a nivel internacional se encuentra en el orden de U$S 5.000.
Esta nueva crisis en el campo evidencia la contradicción entre el incremento de las exportaciones, con la consecuente suba de los precios internacionales, la necesidad de abastecer el mercado interno controlando los precios, y la subsistencia de los pequeños productores.
Los más beneficiados son las industrias lácteas (principales exportadoras), y son los sectores más acomodados del campo, quienes se montan en la protesta de los pequeños productores, para imponer su salida en desmedro de los sectores populares.

La cadena de producción lechera

Según un informe de la entidad rural AACREA, del 2005, “En Argentina la industria láctea, con sus 848 plantas industriales y 30.000 empleados, se ubica en tercer lugar dentro de las industrias de alimentación del país y participa con el 12% del producto bruto del sector alimentario (2003). Aporta el 5,4% del valor bruto de producción, el 2,1% del empleo, el 2,1% de las exportaciones y 0,1% de las importaciones a la industria nacional”. Según dicho informe “los establecimientos con rodeo de tambo” eran 15.250.
Además afirma que: “Considerando la estructura de las plantas industriales del país, se puede decir que la industria láctea se encuentra medianamente concentrada. Se estima que las 9 empresas líderes (de las cuales, Sancor, Mastellone y Nestlé son las más importantes de acuerdo a su valor de producción) suman aproximadamente el 51% de la recepción de leche cruda del país. Sin embargo la concentración económica del sector es mucho mayor. Estas mismas empresas generan el 73% del valor de producción, el 65% del valor agregado y absorben el 62% de los puestos de trabajo del sector”.
Es esta concentración en la producción la que dio lugar a distintas versiones que hablaban de un acuerdo entre el sector industrial y el gobierno para bajar el precio a los productores.

El fracaso de las medidas capitalistas

La política del “libre mercado”, se ha mostrado completamente contraproducente para los consumidores, ya que provoca la suba de los precios locales en consonancia con los internacionales, de esta manera se “importa inflación”. Por otra parte, el sector productor mide su rentabilidad en comparación con otras actividades agrarias, de ahí las constantes amenazas de dejar de producir leche y producir soja. El envío de vacas lecheras al matadero es una presión extrema para mantener su rentabilidad. En el caso de que esta amenaza se vaya concretando, se daría la paradoja de terminar importando este vital alimento. Esto a su vez favorecerá la concentración de la producción en un reducido número de productores, como George Soros, que recientemente intentó comprar Sancor.
Esto no es descabellado, ya lo demuestra el petróleo, que por gracia del menemismo y del kirchnerismo, el país paso de autoabastecerse, a exportar, y actualmente a importar, gas, fuel oil, gasoil, y si sigue así se terminará importando nafta.
Por otra parte las erráticas medidas del gobierno tampoco aportan una solución, los controles de precios, subsidios a tamberos e industriales, precio oficial de exportación de leche en polvo, entre otras medidas, no garantizan la leche al alcance de los más pobres.
Los que se benefician son los sectores más concentrados, en primer lugar porque son los que exportan, y segundo porque, mientras mantienen ciertas variedades de leche en sachet en los precios acordados con el gobierno aumentan las otras, y fundamentalmente los derivados. Así, un informe de El Cronista Comercial (04/12/07) afirma que, en lo que va del año, “cumpliendo con los acuerdos firmados, la leche en sachet de litro (de $ 1,54 a $ 1,70) y el yogur entero de 200 gramos ($ 1,17 a $ 1,19) casi no aumentaron. Pero las procesadoras lácteas se tomaron revancha con los productos que están fuera de los acuerdos de precios: el queso cuartirolo aumentó casi 110% (de $ 10,31 a $ 21,50), mientras que el pategrass subió 50% (de $ 17,90 a $ 26,89 el kilo)”.
Por este motivo, la única alternativa es la expropiación sin pago de las grandes industrias lácteas y su puesta en funcionamiento bajo el control de los trabajadores. Así se podría decidir que proporción se exporta, garantizar un precio sostén para la rentabilidad de los pequeños productores y de esa forma incrementar la producción y a la vez garantizar los precios populares de los productos lácteos para toda la población.

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