[…] Se trataría –según lo que escuché aquí- de dejar de cotejar, de sacar las experiencias del pensamiento de la izquierda con los procesos populares, estatalistas nacionales –en el caso este de México- con lo que hizo el gobierno de Kirchner en la Argentina. Es decir, el enfoque bajo el cual se lo considera es que es un gobierno de cooptación. Por lo tanto impostor. Por lo tanto en condiciones de no representar otra cosa que una burguesía que no declara claramente sus fines porque […] estamos en otra etapa y por lo tanto es necesario ver que este gobierno ya es un gobierno de las burguesías, del mercado, del Estado, que contiene en sí mismo al mercado. Es decir, del capitalismo. […]

En ese sentido la tesis de la crisis mundial está inserta en la idea de capitalismo tal como la expresó Chipi […]. Así como el gobierno o alguno del gobierno o algunos analistas pensaron el “viento de cola” como elementos exteriores a la voluntad política, acá habría también un elemento exterior a la voluntad política que sería la crisis generalizada del capitalismo. […]

Me parece que lo que yo llamé las leyendas, es decir los legados de los movimientos nacionales, y que son siempre sometidos a críticas absolutamente válidas, por los modos de representación que instituyen, las burocracias que contienen, los actos que cometen las burocracias como el que aquí bien se ha mencionado: el crimen de Mariano Ferreyra; todo eso son los temas que están involucrados en potencialidades y absolutas deficiencias de los movimientos nacionales. Pero hacer este tipo de balances a mí tampoco me conforma. […] Lo que me parece más interesante realmente decir es por qué se configuran estos apoyos populares […].

En el modo que siempre escuché con interés qué habla el PTS –también habla el PO, de otra manera; digo el PTS porque tiene una notoria preocupación por los linajes teóricos y críticos que desembocan en hacer estas proposiciones- efectivamente hay un problema en relación a cuál es la voluntad que está en juego y si hay una voluntad popular que no es confiscable, que no es usurpable, que no es cooptable, que no es burlable y que se expresa en los tonos y modalidades paradojales que vemos hoy […] posibilidades efectivas de transformación y de cambio en puntos muy consistentes en la estructura del capitalismo se hacen a través de lenguajes que no están depurados, de lenguajes que no pasan por la severa alquimia revolucionaria siempre tan bien considerada por todos nosotros. […] Lo que sí me parece que en el diapasón, la tecla que apretamos cada vez que hablamos, el modo en que se compone la frase, en mi caso tiene cierta tolerancia a la paradoja […]. Toleramos que no se hable el lenguaje que queremos y quizás podemos cometer en cierto momento decisiones de hablar ese otro lenguaje que pudo no haber sido el nuestro cuando éramos jóvenes o cuando deseábamos en grandes ensueños revolucionarios que las cosas fueran de otra manera. […]

Los hechos que enhebra Chipi, la huelga en Santa Cruz, del Casino, son todos hechos que he seguido, que conozco perfectamente bien. Es una forma de enhebrar los hechos que tiene una gran cohesión; una cohesión casi apriorística […] vienen un conjunto de huelgas, etc., para después señalar que vendrá la crisis. Lo que quiero decir con esto es: ni me parece tolerable la conjugación burocrática –no sólo burocracia sindical, sino burocracia política-, ni me parece aceptable ninguna cooptación, ni me parece aceptable que se diga que se dividen los movimientos políticos porque hay un gobierno que se empeñó en dividir. Eso está cerca de tesis sobre la conciencia política muy empobrecedoras […].