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Hipocresía imperialista y buenos negocios

PTS

24 de febrero 2011

por C.M. y J.G.

Ante las movilizaciones que se han extendido por el Norte de África y Medio Oriente, los países imperialistas han desplegado un discurso cargado de cinismo que pide respeto por los “derechos humanos” ante las brutales represiones, mientras ocultan los 30 años de apoyo a las dictaduras y monarquías despóticas de la región con las que no solo hicieron “buenos negocios” sino que mantuvieron su dominio mediante sus agentes regionales, en una zona estratégica para sus intereses. El caso de Libia no fue una excepción.

Kadafi fue presentado durante años por el imperialismo como un terrorista. Fue vinculado en la década de 1980 con varios atentados, como el que derribó al avión de la compañía PanAm sobre la localidad escocesa de Lockerbie en 1988; contra los aeropuertos de Viena y Roma en 1985, y a una discoteca en Berlín, frecuentada por soldados estadounidenses. Por este último motivo el ex presidente norteamericano Ronald Reagan ordenó una serie de bombardeos contra Libia (1986) y se aplicaron sanciones internacionales al país (1992).

Sin embargo, durante la última década las reformas neoliberales, los negocios petroleros y la ayuda prestada en la “guerra contra el terrorismo” convirtieron al excéntrico dictador en un fiel aliado de EE.UU. y el imperialismo europeo.

En el año 2003, Kadafi asumió la responsabilidad del atentado de Lockerbie y pagó una indemnización millonaria a las familias de las víctimas, al mismo tiempo que anunció públicamente su renuncia al uso de “armas de destrucción masiva”. Poco tiempo después, las principales empresas petroleras norteamericanas y europeas ya estaban operando en el país.
En 2004, el primer ministro británico Tony Blair visitó Libia y presentó a Kadafi como un socio en la “guerra contra el terrorismo”. En 2008, Condoleezza Rice se convirtió en la primera secretaria de Estado norteamericana en visitar Libia desde la década de 1950. Kadafi encarceló y entregó a militantes acusados por EE.UU. de ser responsables de atentados para que sean juzgados en la corte internacional de la Haya.

Italia, por su parte, tiene importantes inversiones petroleras en el país, y el fondo soberano de inversión libio controlado por la familia Kadafi es uno de los principales inversionistas en importantes empresas y bancos italianos. Además, Kadafi venía de firmar en 2008 un acuerdo de cooperación con Italia por el cual se comprometía a controlar los flujos migratorios del Magreb con su propio ejército. Esta es la razón por la cual, hasta hace unos días, Berlusconi respaldaba incondicionalmente al gobierno de Libia y el ministro de Relaciones Exteriores italiano se sumaba al discurso pronunciado por el hijo de Kadafi en cadena nacional que agitaba el fantasma del “peligro” de un nuevo “Emirato Islámico de Bengazi”, con el claro objetivo de desprestigiar las manifestaciones opositoras en el este del país que ya estaban fuera del control de Kadafi.

La verdadera preocupación imperialista es el impacto que el proceso revolucionario en curso, con insurrecciones en algunas de las principales ciudades, pueda tener en el suministro y el precio del petróleo. Libia tiene una producción de 1,5 millones de barriles diarios, sus reservas alcanzan los 42.000 millones de barriles y es el cuarto productor de petróleo de África. El país exporta el 79% de su petróleo a países de la Unión Europea, en particular Italia (32%), Alemania (14%), Francia (10%) y España (9%).

La producción de petróleo en Libia cayó un 25% en los últimos días, lo que provocó el aumento de su precio en el mercado mundial y generó también una creciente ola especulativa con los precios a futuro lo que podría profundizar los efectos de la crisis económica mundial. Esto es lo que despertó una verdadera alarma en las burguesías de todo el mundo.

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