¿Y Tecnópolis? No deben hacerse preguntas insidiosas cuando impera el dolor. Congoja por los muertos y respeto por los familiares de las víctimas. Rescatar la entrega venida en helicóptero y el saco sin corbata en la escena del siniestro. Schiavi parando todo lo que le tiran, como si fuera “El Flaco” Rolando: rústico y efectivo funcionario para bajar la barrera.
¿Y dónde quedó la Tecnópolis que hace suspirar a la periodista de lentes? Multi orgásmicas cifras de crecimiento y rocanroles de Amado para que baile la gente. Para que bailen los hombres y mujeres que se levantan de madrugada a rendirle honor al modelo pujante: 10 o 12 horas en trabajos mal pagos.
No la cuenten que ya la sabemos de memoria. El editorialista oficial hablará de la asignatura pendiente. Tres de cal y una de arena, es más o menos esa la fórmula.
Ahora a masticar el grano, a llorar la pérdida y a insultar un poco a la privatizada pero también al colectivero zarpado (el tipo no cortaba boletos, solo era presa del esquizofrénico servicio de transporte público y metía unas cuantas horas de más para completar salario).
¡Qué bien viste la fachada de Tecnópolis!, ¡cuántas luces, cuántos colores!
Somos industrializados y tenemos barrera que funciona cuando quiere. Estamos blindados y retorcidos entre hierros. Retorcidos como plastilina, precarios como el empleo. Soterrados hasta el abuso. Amanecidos en la fila del Sarmiento.