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Hacia el IX Congreso del PTS

23 de marzo 2006

A comienzos de febrero, fueron publicados para todos los miembros de nuestra organización, los últimos documentos propuestos por el Comité Central para el IX Congreso Nacional del PTS que se realizará del 13 al 16 de abril. La discusión hacia este Congreso comenzó el año pasado con la publicación del Manifiesto internacional de la FT-CI1 y el folleto “Por qué luchamos” que resume el programa del PTS en la actual etapa. Este folleto fue discutido con centenares de trabajadores y estudiantes simpatizantes del PTS, muchos de los cuales integran hoy los círculos marxistas de discusión y acción, y son parte de los debates pre-congreso.
En el número anterior de LVO expresamos una discusión que surgió con un grupo de compañeros (que finalmente terminó retirándose) acerca de los “fundamentos revolucionarios” a partir de los cuales está constituido el PTS.
En estas páginas hacemos una breve síntesis de los temas centrales que abordan los documentos internacional y nacional. En el próximo número de LVO, abordaremos la discusión específica de “balance y orientación”.

Las tendencias de la situación internacional

El documento internacional “Algunas precisiones teóricas sobre la coyuntura internacional y nuestras tareas” profundiza y aporta nuevas definiciones a las que ya han sido señaladas en los artículos de Estrategia Internacional n° 22, donde calificamos como “error estratégico” del gobierno de Bush la invasión a Irak (ya que no puede estabilizar su dominio ni en el país ni en la región, más aún luego del triunfo de Hamas en Palestina) que potenció su decadencia como potencia hegemónica, en particular respecto a las naciones semicoloniales, aunque en lo inmediato no se ha expresado en una profundización de las tensiones interimperialistas (lo que volvería la situación mundial más convulsiva) debido a la crisis de la Unión Europea tras el rechazo a la Constitución en el referéndum francés. La debilidad del gobierno de Bush se expresa también en las divisiones que recorren al propio Partido Republicano (ver pág. 8) faltando aún tres largos años para que culmine su mandato.
Esta decadencia política de EEUU está acolchonada también por la situación de crecimiento económico a nivel mundial que lleva varios años, aunque se acrecientan las contradicciones que pueden llevar a nuevas crisis (que por motivos de espacio no desarrollaremos aquí). Definimos por esto que “no estamos ante una fractura o dislocación ni en el terreno de las relaciones interimperialistas ni del mercado mundial”, pero sí de gran fluidez política.

Luego de publicado este documento, un elemento nuevo es el proceso de lucha estudiantil y obrera que vive Francia (ver págs. 6 y 7), que empalma con las huelgas generales que se dieron en Grecia (15-3), Bélgica (octubre y noviembre del 2005) e Italia (noviembre del 2005). Así como la gran huelga del sector público francés de fines de 1995 fue un hito en la lucha de clases internacional que marcó el comienzo de la recuperación del movimiento obrero luego de las derrotas de los 80 y comienzos de los ’90, el proceso actual puede ser un nuevo salto con amplias repercusiones tanto entre los trabajadores como en la juventud. Por ello, le dedicaremos especial atención en los debates de nuestro próximo Congreso. 
Latinoamérica ha sido la región que más hemos analizado, no sólo porque aquí es donde mayor actuación tienen las organizaciones que pertenecen a la FT-CI, sino porque ha sido escenario de importantes levantamientos populares que obligaron al recambio del personal político “neoliberal” que dominó el escenario en los ’90 (y en ciertos casos llevaron a la crisis o implosión de los partidos políticos dominantes) con nuevos gobiernos (Chávez, Evo Morales, Lula, Kirchner, etc.) que hemos analizado en ediciones anteriores de LVO. En el documento señalamos que el límite a la situación latinoamericana está dado porque esos levantamientos fueron contenidos esencialmente en los marcos de los regímenes democrático burgueses existentes previamente (con la excepción de Venezuela, donde se derrumbó el régimen basado en el Pacto de Punto Fijo), para lo cual contribuyó en forma decisiva que la clase trabajadora no haya estado en el centro de estas movilizaciones, participando diluida en el conjunto de las masas campesinas y populares. La tarea de contención de los gobiernos “posneoliberales” se vio también favorecida por el cierto “aflojamiento de las cadenas” de dominación imperialista (como explicamos arriba) y por la favorable situación económica que vive la región desde el 2003, que tuvo en 2004 y 2005 los principales promedios de crecimiento económico en mucho tiempo. Dialécticamente, este ciclo de crecimiento ha favorecido la recuperación de la fuerza objetiva de la clase obrera, que venía muy golpeada por el retroceso social y político sufrido durante los ’90.
Uno de los temas sobre el que más hemos debatido, con aportes de compañeros de otros países, ha sido sobre las características de los nuevos gobiernos y regímenes, buscando hacer un análisis concreto de cada país en cuanto a la combinación específica de democracia burguesa, bonapartismo2 y frente popular3, para lo cual es necesario considerar la relación del país con el imperialismo y la situación de la lucha de clases, siendo ésta la determinante en última instancia4.

Estos análisis son fundamentales para adoptar una actitud revolucionaria frente a los actuales procesos, teniendo en cuenta tanto la necesaria delimitación de toda estrategia de “humanizar el capitalismo” (“capitalismo andino” de Evo Morales, “capitalismo nacional” de Kirchner, etc.) como el claro posicionamiento para enfrentar cualquier ataque político, económico o militar del imperialismo. Lo que une la actuación de los grupos de la FT es la defensa de una política que permita que madure una vanguardia obrera y juvenil que luche para que la clase trabajadora se transforme en “caudilla de la nación oprimida”, ya que sólo con el programa histórico de la clase obrera, sus métodos de lucha y organización, podrán los campesinos y demás sectores oprimidos encontrar una salida consecuente en la lucha contra la opresión imperialista y de los grandes capitalistas. Lamentablemente, la gran mayoría de las organizaciones que se reclaman marxistas revolucionarias, tienen otra actitud: “El abandono del concepto de partido de clase, la búsqueda de acuerdos con figurones de la pequeño burguesía para ganar ‘visibilidad’ y cargos, el no participar activamente en las luchas y la vida cotidiana de los trabajadores, está haciendo pegar saltos hacia el reformismo, en algunos casos cualitativos, a algunas de estas corrientes” (ídem). Frente a esto, los integrantes de la FT seguiremos peleando por hacer acuerdos con todas aquellas organizaciones dispuestas a dar pasos en la lucha por una estrategia revolucionaria, por ejemplo en la defensa de la independencia política de los trabajadores, a la vez que profundizamos nuestra inserción “no sindicalista” en la clase trabajadora, como parte de la lucha por la refundación de la Cuarta Internacional.

Las “Tesis Nacionales”

La discusión sobre la situación de Argentina está centrada en las “Tesis Nacionales” donde desarrollamos los siguientes ejes:
a) Los “realineamientos en el bloque dominante bajo Kirchner” (Tesis II): “Si en los ’90, con el tipo de cambio equiparado con el dólar y el endeudamiento constante del estado, quienes concentraban las ganancias extraordinarias eran las empresas privatizadas, los bancos, los supermercadistas y un pequeño sector de la cúpula industrial, hoy es principalmente entre los exportadores (ya sea productores de insumos industriales, de bienes manufacturados, de industrias extractivas o del sector agrícola y ganadero) donde se encuentran quienes han obtenido las principales ganancias, en un marco general de recuperación de la rentabilidad capitalista”.
b) Las “continuidades y cambios con los ’90” (Tesis III), retomando nuestra definición de que Duhalde y Kirchner vienen manteniendo un “neoliberalismo de 3 a 1”, que gracias a condiciones favorables internacionales y nacionales ha coincidido con un crecimiento históricamente récord del PBI a tasas del 9% tres años seguidos, aunque tiene fuertes “condicionamientos de los niveles de inversión” (Tesis IV), mantiene un fuerte “carácter regresivo” (Tesis V) y enfrenta una inflación (Tesis VI) que alimenta la lucha y reorganización obrera.
c) La fragilidad de la “recomposición del régimen político” (Tesis VII) es más notoria hoy que en el momento de publicar las tesis, ya que la destitución de Ibarra y la “renuncia” de Acevedo muestran los límites que encuentra el gobierno de Kirchner para avanzar en establecer un régimen capitalista “normal”, con un sistema de partidos medianamente estable, frente a sectores de las clases medias (Tesis VIII) que siguen apelando a la acción directa (Gualeguaychú) y elementos de mayor violencia que reaparecen en algunas luchas obreras y populares (ver pág 3).
d) Una de las principales definiciones de las “Tesis”, ampliamente documentada, es que asistimos a una “recomposición ‘copernicana’ de las fuerzas objetivas de la clase trabajadora” (Tesis IX), que deja sin sustento alguno las pseudo teorías sobre la “irreversible decadencia estructural del proletariado”, con 3 millones de nuevos puestos de trabajo creados en los últimos años, llegando a 10,7 millones de asalariados ocupados (8,4 millones son trabajadores del sector privado, de los cuales 4,7 millones están en negro, y otros 2,3 millones son trabajadores del sector público). A pesar de esto, las tendencias a la fragmentación en el seno de la clase trabajadora se mantienen. En este marco, hemos vivido en el 2005 un “récord de huelgas y continuidad de los procesos de recomposición subjetiva en el movimiento obrero”, donde priman entre los trabajadores las ilusiones reformistas en que el gobierno “ayuda”, pero donde comienzan a darse “luchas más duras” (Tesis X) como la de los petroleros de Santa Cruz, a pesar del rol conciliador de las direcciones burocráticas de la CGT y la CTA (Tesis XI). Lo nuevo aquí, son los elementos de violencia frente a las provocaciones y represión del estado en algunas luchas, frente a lo cual el gobierno intenta responder con mayor represión pero no puede evitar que la relación de fuerzas más general le ponga serios límites, como ocurrió en Santa Cruz (ver pág 16).
e) Analizamos la situación de los procesos más avanzados de la clase trabajadora (Tesis XII), donde la negativa de los sectores que integran el MIC y las demás fuerzas de izquierda a convocar a un gran reagrupamiento nacional que sirva a la preparación seria de las luchas y la pelea por recuperar las comisiones internas y cuerpos de delegados, combinado con las tendencias reformistas más generales y la crisis del movimiento piquetero (Tesis XIII), colaboraron en crear un relativo aislamiento de los fenómenos de vanguardia.
f) En las siguientes tesis (de la Tesis XIV a la XXI) partimos de las conquistas del PTS en la inserción en la clase obrera, para proponernos profundizarla, dedicando especial atención a la juventud trabajadora, y teniendo a su vez una política revolucionaria en la universidad, en la lucha ideológica en general y sobre la intelectualidad de izquierda en particular, en el movimiento de mujeres, etc. Una lucha política clave que nos planteamos respecto a la izquierda es “colaboración de clases o independencia política de los trabajadores”, cuestión que ha recorrido todo el último período y que está expresada en las páginas de LVO.

Los peligros del sindicalismo y el politicismo inmediatista

La orientación política que vamos a discutir en el Congreso del PTS parte de considerar que sólo gente con la cabeza muy dura puede dudar hoy del peso social fenomenal que tiene la clase obrera, con millones de nuevos asalariados. Por el contrario, los que han tenido que desempolvar los libros de “sindicalismo”, “negociación colectiva”, etc., son los asesores de las empresas y los burócratas sindicales que las décadas pasadas entregaron una a una las conquistas obreras buscando conservar lo que más podían de sus “mordidas”.
En la izquierda, aunque hay muchos que por inercia, pereza o mera adaptación continúan con sus prácticas asistencialistas, todos miran hacia el movimiento obrero, pero volviendo a “patear la misma piedra”, es decir, adaptándose a las presiones del régimen burgués sobre las organizaciones obreras: el sindicalismo y el politicismo inmediatista.

Por supuesto que hay trabajadores que hacen sus primeras experiencias en las fábricas y empresas como delegados, que se consideran sindicalistas en el sentido de defender los intereses de sus compañeros. Cuando nosotros hablamos de sindicalismo, nos referimos a aquellas organizaciones, dirigentes o delegados que consideran que “con la lucha sindical alcanza”, que no es necesaria la lucha política contra el sistema capitalista, para lo cual hay que construir poderosas organizaciones obreras, no sólo sindicatos, sino fundamentalmente un partido revolucionario que recoja lo mejor de la experiencia histórica de la clase obrera, exprese esta experiencia en un programa, y forme a sus dirigentes y cuadros teórica y políticamente, para sentar las bases de un verdadero estado mayor de la clase obrera que pueda derrotar al estado mayor de la burguesía. Esto seguramente “suena a mucho”, pero la historia ha mostrado que no hay otra alternativa.

Lo más peligroso hoy es compartir (o no combatir) la ilusión de que, haciendo un poco de presión, se puede lograr que el crecimiento económico signifique mejoras permanentes y crecientes para los trabajadores, a tono con los discursos machacones de los presidentes “populares” latinoamericanos. Esto hará que, cuando vengan las próximas crisis y los nuevos levantamientos, los trabajadores estarán nuevamente desorganizados, a la defensiva, con las podridas burocracias sindicales conservando sus sillones, o en el mejor de los casos surgirán organizaciones con estrategias totalmente equivocadas que contribuirán a la derrota de lo mejor de la vanguardia, como ocurrió en la década del ’70 con las corrientes guerrilleras.

Contra el sindicalismo, los marxistas revolucionarios peleamos para que la clase obrera retome su programa histórico (depurado de todas las deformaciones que le fueron imponiendo las distintas burocracias reformistas) para dar respuesta no sólo a sus necesidades inmediatas y “de clase” sino a las de todas las clases y sectores de clase oprimidos y explotados, y que proponga la revolución socialista que permita que los avances de la ciencia y la técnica se pongan al servicio del verdadero desarrollo humano y no de la ganancia capitalista. La fuerza social de la clase obrera debe transformarse en fuerza política levantando una alternativa de conjunto a las guerras y la explotación capitalista.

También nos enfrentamos al politicismo que impone el régimen burgués (y todo el coro de reformistas chavistas, evomoralistas, kirchenristas, etc.) que reduce la política a un “posibilismo de su majestad” (la burguesía imperialista y nativa), considerando que “no es posible” liquidar la dominación imperialista, la propiedad terrateniente de la tierra, el monopolio burgués sobre los recursos naturales, y en perspectiva, la propiedad privada de los medios de producción y de cambio. Este politicismo se cuela en las organizaciones de izquierda que formalmente mantienen un discurso “revolucionario” pero donde su práctica política se reduce a las “cuestiones concretas e inmediatas”, separándolas de toda perspectiva de cambio revolucionario, y donde los dirigentes no se preocupan por formarse (y ayudar a formar, en especial a los militantes obreros) en el conocimiento lo más profundo posible del marxismo (en sus aspectos históricos, económicos, políticos y filosóficos) desde una perspectiva nacional e internacional.

Somos realistas y sabemos que hoy el conjunto de los trabajadores tiene una conciencia reformista, la mayoría confía en el gobierno y no hay tendencias a la radicalización política de amplias franjas. Pero somos conscientes de que hay que aprovechar todas las oportunidades para introducir en los sectores más amplios posibles, la perspectiva estratégica revolucionaria y socialista, formando una poderosa corriente trotskista en la vanguardia obrera y estudiantil que, ante los futuros cambios políticos, ampliará su influencia. Si no, el reformismo ganará la partida, y nos adaptaremos (por no dar pelea) a él. En este sentido, decimos, como Lenin, que las luchas actuales son “escuelas de guerra” para los revolucionarios.

Para esto, en nuestro próximo Congreso discutiremos que La Verdad Obrera cambie su periodicidad, su forma y su contenido, pasando a ser un periódico semanal, más ágil y más fácil de leer, así como ya ha cambiado el programa Pateando el Tablero semanal (radio Splendid) pasando a 2 horas, para poder abordar temas con más profundidad. Nos proponemos organizar una amplia red de corresponsales y colaboradores, en especial obreros, que envíen (escriban para el periódico o graben para el programa de radio) lo que ocurre en la vida de las fábricas y empresas, las luchas y procesos de organización, y también lo que discuten los trabajadores y la juventud sobre política e ideología. Estos cambios en los instrumentos políticos del PTS los haremos impulsando a su vez el debate y formación ideológica desde el Instituto del Pensamiento Socialista “Karl Marx” (que acaba de editar el libro “Para entender la explotación capitalista”) y el CEIP León Trotsky, que ha publicado el libro “1905”.
Esto último es sólo un adelanto de lo que desarrollaremos en el próximo número de LVO respecto a la orientación concreta que discutiremos en el IX Congreso.

1 La Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional está integrada por la Liga de trabajadores por el Socialismo-Contracorriente de México, la Liga Estrategia Revolucionaria por la Cuarta Internacional de Brasil, la organización Clase contra Clase de Chile, la Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional de Bolivia, el PTS de Argentina, la Juventud de Izquierda Revolucionaria de Venezuela, la recientemente incorporada organización Clase contra Clase del Estado Español y compañeros residentes en Francia, Alemania e Inglaterra.
2 Bonapartismo (término que toma como referencia al régimen de Napoleón Bonaparte en Francia) es un tipo de régimen y gobierno que apoyándose en el aparato burocrático militar del Estado intenta elevarse por sobre las clases y sus contradicciones mostrándose como un árbitro entre los distintos sectores de la burguesía y entre ésta y el movimiento de masas. León Trotsky utilizó la categoría “bonapartismo sui generis” para referirse a gobiernos y regímenes de este tipo en los países semicoloniales que deben intentar arbitrar entre la clase trabajadora y el imperialismo, siendo las burguesías nativas relativamente débiles.
3 Frente Popular fue el nombre que recibió la alianza de los partidos obreros reformistas socialistas y comunistas con partidos de la burguesía “democrática”, política reaccionaria de colaboración de clases impulsada por Stalin desde la Internacional Comunista desde 1935, que llevó a la derrota procesos revolucionarios claves como los de España y Francia. Trotsky estableció una diferencia entre los frentes populares en los países imperialistas y las semicolonias, ya que en el segundo caso pueden no ser “completamente reaccionarios” si se enfrentan al imperialismo, y es preciso defenderlos, siempre manteniendo una política independiente, frente a los ataques de aquél.
4 En el documento decimos: “Para hacer una tipología algo más precisa debemos decir que una primera división está entre los regímenes más de derecha por ejemplo, Uribe en Colombia o varios gobiernos centroamericanos abiertamente antiobreros y anticampesinos, producto de guerras civiles actuales o relativamente recientes. En segundo lugar, hay regímenes producto de ‘transiciones pactadas’, como los de Chile y México, cuyos gobiernos pueden ser más de derecha (como fueron los de la Democracia Cristiana y el actual de Fox respectivamente) o algo más socialdemócratas (como la electa Bachelet en Chile o el eventual de López Obrador en México). Estos regímenes tienen Tratados de Libre Comercio con EE.UU. y buenas relaciones con sus gobiernos. En tercer lugar, y en el otro polo, están Argentina y, sobre todo, Bolivia, que han tenido que cabalgar y desarmar en los últimos años crisis nacionales y grandes movilizaciones de masas”.

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