logo PTS

EDITORIAL

Guerras discursivas y política patronal

Desde que grandes franjas de las clases medias pasaron a la oposición con el Cacerolazo, y las disidencias por derecha cubrieron el escenario político, el gobierno intenta retomar la agenda eligiendo enemigos claros. Mientras tanto, la reforma constitucional para habilitar la re-reelección pasó para un momento más oportuno.

Ruth Werner

27 de septiembre 2012

Guerras discursivas y política patronal

Desde que grandes franjas de las clases medias pasaron a la oposición con el Cacerolazo, y las disidencias por derecha cubrieron el escenario político, el gobierno intenta retomar la agenda eligiendo enemigos claros. Mientras tanto, la reforma constitucional para habilitar la re-reelección pasó para un momento más oportuno.

La amenaza del FMI de sacarle “tarjeta roja” a la Argentina por los índices truchos del INDEC habilitó a Cristina Kirchner para agitar discursos por izquierda sobre la soberanía. No cuesta mucho. El organismo es blanco fácil, por su política contra los pueblos del mundo y en momentos en que el Estado Español y Grecia se levantan contra el ajuste (ver páginas 13 y 14). El teatro continuó en la Universidad de Harvard, donde la presidenta respaldó las estadísticas oficiales diciendo que “si la inflación fuera del 25% el país estallaría”. Una vergüenza que indigna a cualquier ama de casa. Desde 2007 hasta las consultoras pro-K registran una inflación anual de entre un 20-25%.

La otra novedad fue que la presidenta aceptó la reunión bilateral propuesta por Irán, aunque condicionando sus resultados a la opinión del Parlamento y los familiares de las víctimas de la AMIA. Para los medios fue un giro en política exterior, pero en realidad es continuidad de lo actuado desde hace un par de años. CFK viene plegándose a este tipo de posiciones cuando propuso un tercer país para someter a juicio a los supuestos sospechosos del atentado a la AMIA. Aunque la derecha y sectores de la comunidad judía hablen de una capitulación a Irán, todos, incluyendo la presidenta, defienden el dictamen del fiscal Nissman que responsabiliza a Irán del atentado, un informe escandalosamente falso basado en datos de la CIA, el FMI y la Mossad (servicio de inteligencia israelí).

En Argentina la política del kirchnerismo transita por un carril similar. Tras dejar caer en el olvido la causa “Papel Prensa”, Clarín volvió a convertirse en un blanco perfecto. El día elegido es el 7 de diciembre, cuando vence la cautelar que presentó el multimedio para evitar deshacerse de canales y radios de su propiedad, que exceden el límite fijado por la Ley de Medios (ver página 7).

Aunque el gobierno “pegue por izquierda”, de esta pelea nada favorable vendrá para las mayorías populares. Lo que discuten es cómo repartirse cientos de licencias de TV y radio, entre empresarios afines y contrarios al gobierno. Tal es la razón del escaso fervor que despiertan las medidas oficiales, por más que vengan cargadas de un tinte “nacional y popular”.
Hace unos meses, hablando de la estatización de Repsol, un editorialista del oficialista Página/12 hacía un análisis similar diciendo que el “efecto YPF” había sido bastante efímero. Lejos de un canto a la “soberanía”, hace unas semanas se firmó un acuerdo con la norteamericana Chevron y en estos días, el funcionario Miguel Galuccio visita EE.UU. e Inglaterra junto a la Banca Morgan en busca de nuevos capitales para la petrolera (ver página 4).

El proyecto del voto para los jóvenes de 16 años tampoco tuvo el efecto esperado. El gobierno decidió que será optativo, incapaz siquiera de realizar hasta el final una medida democrática elemental: otorgar obligatoria y universalmente ese derecho mínimo para todos.

Para los inmigrantes es todavía peor. Para no confrontar con la oposición de derecha y la que habita en las propias filas del partido del gobierno, se rumorea que el proyecto está archivado. Es vergonzoso que a miles de inmigrantes que trabajan superexplotados se les siga prohibiendo elegir a sus representantes y ser elegidos.

Un regalo para los empresarios

Para los trabajadores, el kirchnerismo tampoco trae un pan bajo el brazo. Este año habrá 424.337 menos asignaciones por hijo que en 2011.
Además continúa sin subir el mínimo no imponible del impuesto al salario. Y se acaba de enviar al Congreso un proyecto de reformar de la Ley de Riesgos del Trabajo que es un regalo para los empresarios. Como denuncia la Asociación de Abogados Laboralistas, esta reforma es “digna de la década del 90” que proyecta “arrebatarle a las víctimas de siniestros laborales su derecho a una reparación plena de todos los daños sufridos, mediante la burda maniobra de obligarlos a optar, entre la supuesta seguridad de recibir lo que ofrece la ART, o el riesgo de un conflicto judicial” (ver página 5).

Mientras tanto, los “gordos” de la CGT Balcarce discuten quién encabezará la Central servil a Cristina, y desde la vereda de enfrente, Hugo Moyano y Pablo Micheli se entusiasman por el clima opositor de las clases medias y profundizan su alineamiento con la oposición patronal, el primero con De la Sota y Scioli y el segundo con el FAP del sojero Binner.
Pero la ubicación a la derecha se ha profundizado. Moyano confluyó en un acto con peronistas opositores para exigir justicia por José Ignacio Rucci, un emblema de la derecha peronista de los ’70 y de la burocracia sindical más recalcitrante. De Gennaro, histórico líder de la CTA y hoy diputado del FAP, reivindicó como “valiosa” a la “gente” de las cacerolas, comparando esta irrupción por derecha con la rebelión de 2001. No es la primera vez que apoya movilizaciones reaccionarias. También lo hizo con el lockout de la Mesa de Enlace en 2008. Vale la pena recordar, además, que en 2001, su Central que había apoyado a De la Rúa y la Alianza se negó a movilizar el 19 y 20 de diciembre.

Moyano-Micheli: ¿con las patronales o con los trabajadores?

El 10 de octubre la CTA de Micheli convoca a un paro y movilización a Plaza de Mayo. Moyano ratificó un apoyo a medias. No llama a parar y además no marchará toda la CGT, sino sólo Camioneros. A la jornada se acaba de sumar Eduardo Buzzi de Federación Agraria, quien se erigió en vocero de la convocatoria. En su último llamado a la marcha, la CTA toma las reivindicaciones de ese sector patronal planteando que hay que pelear “por un modelo de desarrollo agrario incluyente y democrático”. No se habla de la expropiación de los grandes terratenientes que se apropian del grueso de la renta agraria, ni del trabajo esclavo en el campo. Un programa queda así al servicio de la Mesa de Enlace.

La alianza que necesitan los trabajadores es con el pueblo pobre y con las clases medias empobrecidas, no con las patronales agrarias, campeonas del trabajo en negro y esclavo. Movilizarse junto a los que protestan porque no pueden ejercer la especulación inmobiliaria, es estar en la vereda de enfrente de los sin techo y de los millones que sacrifican su salario pagando alquileres sobrevaluados. En lugar de defender los intereses patronales, la movilización debería levantar las reivindicaciones de los trabajadores más castigados: el pase a planta de los contratados; el fin de la precarización laboral y el trabajo en negro; los derechos de los jóvenes e inmigrantes. Es necesaria una lucha consecuente por las demandas de todos los explotados, atacando los intereses de los grandes grupos empresarios y los banqueros, levantando medidas como el no pago de la deuda externa o la expropiación de los grandes latifundios y las multinacionales cerealeras.

Los trabajadores y el pueblo tenemos que imponer la agenda. En nuestro país no sólo se expresa la oposición de derecha. Hubo luchas importantes de los obreros azucareros en el norte, de los petroleros en el sur, de los estatales y docentes contra el ajuste en Santa Cruz, en Buenos Aires, Córdoba y Neuquén. Ahora los estudiantes toman colegios en la Ciudad de Buenos Aires.

Debemos abrirnos paso construyendo una tercera posición: la nuestra. Como parte de esta pelea hay que construir un “partido de trabajadores sin patrones, para que la crisis la paguen los explotadores”. Instalemos ampliamente, en todas las fábricas y establecimientos, este programa y esta idea.

El Frente de Izquierda tiene la responsabilidad de impulsar una gran campaña en común para difundir esta perspectiva de lucha de los explotados y por la independencia de clase.

Prensa

Virginia Rom 113103-4422

Elizabeth Lallana 113674-7357

Marcela Soler115470-9292

Temas relacionados: