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Mujer

DERECHO AL PAN Y A LAS ROSAS

¡Guarderías gratuitas!

El 84% de los docentes somos mujeres; muchas de nosotras somos sostén de hogar. Nuestro bajo salario nos obliga a tener varios cargos para alcanzar un sueldo que, aún así, no llega a cubrir los gastos de la canasta familiar y, entonces, corremos de una escuela a otra, haciendo malabares con nuestros hijos pequeños y nuestras tareas domésticas para combinar los horarios fuera y dentro de casa.

23 de agosto 2007

El 84% de los docentes somos mujeres; muchas de nosotras somos sostén de hogar. Nuestro bajo salario nos obliga a tener varios cargos para alcanzar un sueldo que, aún así, no llega a cubrir los gastos de la canasta familiar y, entonces, corremos de una escuela a otra, haciendo malabares con nuestros hijos pequeños y nuestras tareas domésticas para combinar los horarios fuera y dentro de casa.
Esto es así porque, entre otras cosas, el Estado no garantiza guarderías gratuitas para nuestros hijos. En nuestro caso, que somos docentes de la Provincia de Buenos Aires, sólo recibimos un subsidio tan exiguo que no alcanza para pagar a una niñera por algunas horas ni mucho menos guardería privada.

Pero éste es un problema que también sufren –en mayor medida aún- las trabajadoras de fábricas y empresas privadas. Un problema agravado aún más por jornadas que, en algunos casos, hasta superan las 12 horas y por el hecho de que, muchas veces, deben ocultar ante la patronal que tienen hijos, mintiendo para poder conservar sus puestos, pero perdiendo algunos de los pocos derechos laborales que tienen como madres.

En la provincia de Buenos Aires, con la nueva Ley de Educación, se impuso la Ley Segarra que consiste en la creación de jardines infantiles y guarderías en fábricas y empresas a cargo de lo que llaman “asistentes infantiles” o “madres cuidadoras”, pero que no es personal especializado pedagógicamente en el cuidado de niños y niñas. Serán las mujeres desocupadas las que harán esa tarea. Las trabajadoras desocupadas, de ese modo, se verán obligadas también a pensar dónde dejan sus hijos mientras hacen un trabajo casi gratuito para el que no reciben la preparación adecuada, por un subsidio que no alcanza a cubrir la canasta familiar de ¡dos días al mes!

Por eso es necesario pelear por guarderías en los lugares de trabajo y estudio, pagadas por la patronal y el Estado. Es una lucha que, históricamente, han dado las trabajadoras de todo el mundo. Aunque ya las mujeres trabajaban, fundamentalmente en la industria textil, fue durante la I° Guerra Mundial que se incorporaron masivamente a la producción, en nuevos roles, cubriendo los puestos que los hombres tuvieron que abandonar para alistarse como soldados. Esto produjo un conflicto en las costumbres de la época: las que estaban destinadas a la guarda del hogar, la educación de los niños y el cuidado y reproducción de los valores familiares, entraron a las fábricas y empresas, ocupando lugares tradicionalmente destinados a los hombres. Las mujeres trabajadoras cargaron sobre sus espaldas la mochila de la reproducción y el cuidado de los niños junto al trabajo diario y extenuante como asalariadas. Por esto, las organizaciones de mujeres socialistas levantaron la necesidad de las guarderías en los lugares de trabajo. Una demanda que las feministas de los años ’70 siguieron levantando y que aún hoy es una exigencia vigente que la clase trabajadora debe levantar en el camino de luchar contra la opresión de millones de mujeres asalariadas.

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