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EL DEBATE SOBRE LAS RETENCIONES A LA SOJA

Grietas en el agropower

Hace unas semanas estamos ante nuevas disputas por las retenciones a las exportaciones de granos. Con el próximo vencimiento de las facultades delegadas en el poder ejecutivo, las patronales agrarias buscan imponer cambios en el esquema vigente, recortando el poder discrecional del ejecutivo y rebajando las alícuotas.

Esteban Mercatante

12 de agosto 2010

Hace unas semanas estamos ante nuevas disputas por las retenciones a las exportaciones de granos. Con el próximo vencimiento de las facultades delegadas en el poder ejecutivo, las patronales agrarias buscan imponer cambios en el esquema vigente, recortando el poder discrecional del ejecutivo y rebajando las alícuotas.

Grietas en el agropower

Esta vez, la mesa de enlace no tiene una posición unificada, ni tampoco la oposición. Todos coinciden, incluso el gobierno, en sacar las retenciones para maíz, trigo y sorgo. Como si los precios internacionales de estos cultivos no estuvieran en alza, permitiendo márgenes altísimos.

En el caso de la soja los caminos se dividen. Mientras que la Sociedad Rural, Confederaciones Rurales y Coninagro reclaman una baja general del 35% al 25%, la Federación Agraria (FAA) mantiene este reclamo exlusivamente para los “pequeños productores”. Aunque las cuatro entidades unificaron posiciones -a regañadientes- en el planteo de retenciones segmentadas; pero con rebaja para todos, se trata de una unidad bastante precaria. La división es alimentada por el gobierno. El kirchnerismo rechaza cualquier rebaja general en las alícuotas, pero se ha mostrado más permeable a impulsar la segmentación. La perspectiva de que esto podría pasar trae tensiones a la mesa de enlace, en el esfuerzo de Buzzi de mostrar beneficios para la FAA.

La otra pata en la cual el kirchnerismo podría cimentar las brechas, es dando privilegio al arrendamiento de los “pequeños” capitales: “La pelea de la Federación Agraria del Siglo XX fue la de los arrendatarios por la tenencia de la tierra. Ahora, la pelea de la Federación del Siglo XXI es la de los pequeños propietarios por poder arrendar campos (www.infocampo.com.ar, 10/08/2010).

La FAA busca congelar los arrendamientos. Una rebaja de retenciones, sin congelarlos, beneficiaría a los propietarios de la tierra, porque la mayor rentabilidad aumentaría la masa de capitales, disputando el acceso a las parcelas en arriendo. Por eso, Buzzi impulsa no sólo retenciones segmentadas, sino también una ley de arrendamiento con el verso de sostener una agricultura con agricultores. En realidad, se trata de defender a los chacareros más ricos, para permitir que continúen la concentración, evitando que los pools de siembra los desplacen en el acceso a las tierras.

El rol de las retenciones en la economía argentina

Las retenciones permiten una apropiación parcial de la renta agraria por parte del Estado y los capitalistas. En el caso del Estado, su apropiación es por la recaudación; en el caso de los capitalistas, es por los efectos de las retenciones en los precios: como una parte del precio internacional es apropiada por el Estado, los productos agrarios se venden más baratos en el país. El principal beneficiario es la agroindustria (aceiteras, alimenticias). Pero indirectamente se beneficia el conjunto de la clase capitalista, ya que rubros importantes de la canasta familiar se abaratan por las retenciones, y por lo tanto es un punto menos de presión salarial. El capital local logra mayor rentabilidad y es más “competitivo”. Además el gobierno puede utilizar los recursos apropiados por las retenciones para subsidiar otros sectores capitalistas (al respecto ver “Renta agraria y desarrollo capitalista en Argentina” de Pablo Anino y Esteban Mercatante, Lucha de clases n° 9, Junio de 2009). Este es un pilar fundamental para las medidas económicas con las cuales el gobierno actúa como árbitro de la ganancia de los distintos sectores.
Las entidades del agro denuncian las retenciones como una medida que ataca a los productores. En realidad, la apropiación de la renta afecta al propietario de la tierra, no al productor (exceptuando los casos en los que se trata de la misma figura). Los capitales agrarios mantuvieron ganancias récord desde 2002 en adelante, muy superiores a las de la década previa (en la que no había retenciones) y por encima del promedio de ganancias general en el país. Pero incluso en el caso de la renta, la parte que las retenciones sacaron a los propietarios de la tierra representa una porción menor de la misma. En 2003 representaba apenas el 20%, actualmente ronda el 45%.

A confesión de partes

No puede descartarse que el gobierno, para defender el régimen de retenciones, concrete una rebaja segmentada manteniendo la alícuota general. Para el gobierno, la clave es la defensa del grueso de la recaudación. La apropiación de renta vía retenciones, no tuvo en ningún momento como objetivo central “defender la mesa de los argentinos”, como afirmaron los Kirchner durante el conflicto de 2008, sino la caja. Como barrera al encarecimiento de las mercancías agrarias fue una medida limitada; producir soja siguió siendo más rentable, y la “sojización” desplazó la producción triguera, ganadera y lechera. Por eso los precios de estos productos y sus derivados aumentaron más que el promedio desde 2002.

Como recordaron sin sonrojarse algunos medios K en los últimos días, si se hubiera aprobado la 125, hoy las retenciones serían menores a las vigentes, lo cual muestra que esa medida, transformada en una gesta antioligárquica, no era más que un intento de los Kirchner para seguir asociados al crecimiento sojero, aumentando en algunos millones de pesos su participación en los beneficios.

Nuevamente: “ni K ni campo”.

Los sojeros buscan aumentar aún más sus formidables ganancias bajando las retenciones. La Sociedad Rural, ha tejido lazos con los empresarios de AEA, los banqueros, y la actual conducción de la UIA. Éstos acompañan el reclamo como parte de un conjunto de iniciativas para desmontar las medidas de bonapartismo fiscal.

El kirchnerismo, apuesta a mantener la recaudación de las retenciones (cediendo tal vez una parte) para sostener su política económica bonapartista, que en lo esencial es usar recursos para solventar una parte de la ganancia. La disputa es entre dos proyectos capitalistas, aunque en lo inmediato, cualquier retoque del régimen de retenciones impactará sobre los bolsillos de los trabajadores.

Para la clase trabajadora, no se trata de discutir el monto de retenciones dejando intacto el derecho de los rentistas y los negocios del agropower. Se trata de pelear por la expropiación de las tierras más concentradas para apropiarse íntegramente de la renta. Esta medida, junto con la expropiación de los monopolios cerealeros, aceiteros y frigoríficos y la nacionalización y monopolio del comercio exterior, es un paso elemental para evitar que esta fuente de riqueza sea acaparada por la burguesía terrateniente, los rentistas y los pools, o apropiada a través de distintos mecanismos por los capitalistas que dominan la cadena agroalimentaria.

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