El SITRAC - SITRAM (Sindicato Trabajadores Concord y Sindicato Trabajadores Meterfer), nacidos en Córdoba allá por 1960, son una de las experiencias más destacadas de clasismo e independencia política que ha alcanzado la clase obrera argentina. Con todo, fueron diseñados como “sindicatos por empresa”, pensados para dividir y fracturar al movimiento obrero. Gregorio Flores, dirigente y protagonista de aquella gesta, opina sobre los límites y alcances del fallo actual de la Corte Suprema sobre la libertad sindical.

En trazos generales, ¿qué opinás del fallo de la Corte Suprema?

Como arranque pienso que el Estado no tiene porqué meterse en la organizaciones obreras. Este es un principio básico. El movimiento obrero se tiene que organizar con independencia del Estado, de los partidos patronales y de las otras clases sociales. El Estado no tiene porque reglamentar nada sobre el funcionamiento de los sindicatos. Hay que exigir la derogación de la Ley de Asociaciones Profesionales. Este fallo trata sólo una pequeña parte, y puede llegar a utilizarse como maniobra para dividir las fuerzas mediante sindicatos paralelos. Aunque también puede convertirse en un arma de doble filo y surgir un SITRAC - SITRAM., aunque parezca difícil en este momento.

¿Se puede aprovechar el fallo?

Es complicado el asunto. Nosotros, en el SITRAC - SITRAM no poníamos ninguna condición para ser delegados, más que lo eligieran los compañeros. Si los trabajadores lo votaban ya está. Nada qué si tiene antigüedad o está afiliado, o aquello y esto otro. Esas trabas que impone el Estado hay que superarlas. Lo importante, en este caso, es que la clase obrera avance en los balances de su experiencia, y arme grupos para pelear contra la despidos y la desocupación. En este sentido hay que aprovechar todas las instancias que surjan para organizar a los delegados, y armar comisiones internas y avanzar en una perspectiva política y clasista.

El modelo que se impone es el sindicalismo verticalista, en base al peronismo, la burocracia podrida y su matones. Nosotros tenemos que tratar de unir por la base para que los trabajadores se liberen de ese yugo que es la burocracia sindical. Burócratas que están muy desprestigiados, y por eso tienen miedo que se extienda un movimiento amplio por abajo.

¿Cómo enfrentaban ese sindicalismo verticalista?

Con asambleas, y con una tendencia de lucha y odio tremendo contra la burocracia sindical. Hacíamos asambleas y poníamos en mano de los compañeros las decisiones; que se eligiera y surgieran dirigentes. La democracia sindical fue lo que nos permitió hacer lo que hicimos.

¿Cómo ves a la clase obrera para enfrentar esta situación?

Muy despolitizada. Pero a partir de los grandes hechos es cuando la conciencia suele avanzar, y esta crisis lo es. Cuando uno es atacado suele reaccionar y eso puede generar cambios para adelante.

El fallo, entonces, ¿abre posibilidades; hay que aprovecharlo?
Creo que si. Pero depende de nosotros y del activismo; que crezca y se desarrolle la bronca contra la patronal y la burocracia. Ese odio, que me parece que está en los trabajadores, lo debemos canalizar para la recuperación de los sindicatos. Creo que la lucha debe estar en recuperalos; lo cual va a ser muy duro, mediante enfrentamientos violentos. Lo principal, para ello, es la recuperación de las Comisiones Internas y Cuerpos de Delegados, y hacer Coordinadoras. Hay que prepararse para años duros. La consigna debe ser ningún despido, ningún cierre de fábrica; empresa y fábrica que cierra o despide, debe ser tomada por los trabajadores y expropiada por el Estado, y puesta bajo control y gestión obrera.