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Gatillo fácil contra la juventud

En las últimas semanas, el poder de fuego del aparato represivo del Estado se ha incrementado a lo largo y ancho del país, dejando como saldo: más muertes, represión e impunidad.

Octavio Crivaro

3 de septiembre 2015

Gatillo fácil contra la juventud

Rosario volvió a conmocionarse por el crimen de un joven. Gerardo Escobar salió del boliche “La Tienda” y fue asesinado a golpes y posteriormente arrojado al río para ocultar el hecho. A menos de un año de la desaparición y muerte del joven Franco Casco y a meses del asesinato de Jonathan Herrera volvimos a salir a las calles para exigir justicia por Pichón. Junto a sus familiares y amigos denunciamos la participación policial en la desaparición forzada, y a la Justicia que pretende procesar a los responsables con cargos menores. Pero no sorprende este accionar judicial en el gobierno del socialismo, que bajó las penas y liberó a uno de los responsables del triple crimen de los militantes populares, Jere, Mono y Paton, asesinados por narcos. Además de liberar hace unos días a los ocho imputados en la causa por la desaparición y asesinato de Paula Perassi, mientras amenaza con querellar al padre de la joven si éste denuncia a la Justicia.

Otro punto neurálgico del gatillo fácil es la capital de la Provincia de Buenos Aires. Mientras el ministro Granados anuncia que dará fin a su gestión con un total de 95.000 hombres operativos, 77.000 de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y 18.000 de la Policía Local; en la ciudad de La Plata, -donde desapareció Julio López y mataron a Miguel Bru-, centro de gobierno de Scioli y las Policías locales de Pablo Bruera, la juventud sufre en los últimos días una escalada represiva. Juan Martín Yalet fue detenido y una hora después ingresó desangrado al Hospital San Martín, una bala de la Bonaerense lo mató; Rafael Cobo, joven estudiante, salía de un bar cuando recibió un tiro que disparó un policía local. Mientras tanto, la ciudad está conmocionada porque se sospecha que una red de trata desapareció a la joven estudiante de Ingeniería, Rut ˜ávila.

Pero la impunidad no tiene límites territoriales, como lo acabamos de ver en Jujuy con la absolución de un policía responsable de los asesinatos de Pablo Gabriel Oviña y Gonzalo Federico Calderón, jóvenes de 16 años. El mismo fiscal los estigmatizó por su condición social, haciendo cargo a los padres “por no saber en que andaban sus hijos”.

El pasado 28 de agosto se dictó sentencia por la desaparición en 2012 de Facundo Rivera Alegre, donde la familia denunció la participación de la Policía cordobesa. Mientras que nuevas denuncias demuestran que la Policía de Río Negro está implicada en la desaparición de Daniel Solano, cuando el joven obrero salteño reclamaba por condiciones laborales.

La principal víctima de la mano dura y las políticas de “más seguridad”, es la juventud. La mayoría de ellos son trabajadores y viven condenados a la precarización laboral. Muchos otros son pobres, a los que no les llegó el “nunca menos” y su castigo es vivir en los barrios militarizados por la Policía y la Gendarmería, donde son detenidos y torturados impunemente. Van 4200 casos de gatillo fácil y 200 desapariciones desde la vuelta de la democracia a esta parte.
Los tres principales candidatos patronales son abanderados de la mano dura. Proponen “emergencia en seguridad” Daniel Scioli, “picana metropolitana” Mauricio Macri y “Ejército en los barrios” Sergio Massa.

La lucha contra el gatillo fácil debe ser una de las principales peleas de la Izquierda, junto a los familiares de las víctimas y las organizaciones sociales tenemos que poner en pie un gran movimiento por el esclarecimiento de todos los casos y frenar esta avanzada que intentan imponer con su maldita policía, para aleccionar a la juventud y a los sectores populares.

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