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Internacional

UNA PRIMERA PRUEBA DE FUERZA CON EL GOBIERNO DERECHISTA DE SARKOZY. LAS DIRECCIONES SINDICALES INTENTAN UNA TRAICIÓN HISTÓRICA

Francia: Un enorme movimiento de huelgas y de lucha de trabajadores y estudiantes

Cuando se está abriendo una dinámica hacia una situación similar a la de la huelga general de estatales de 1995, donde se combina la huelga de los trabajadores del transporte y de la energía en defensa de su sistema jubilatorio con los reclamos estudiantiles; cuando muchos estudiantes se solidarizan con los trabajadores -pese a los obstáculos de la burocracia que al igual que el PC en el mayo del ‘68 quiere evitar la unidad obrera-estudiantil- las direcciones sindicales, incluida la CGT, plantearon sus propuestas “realistas” de negociación para socavar la continuidad y los objetivos de la huelga que empezó con fuerza en toda Francia. La burocracia sindical tiembla ante la perspectiva del movimiento social en la calle. ¡Traidores! La tarea de la hora es superar a estas direcciones y darle continuidad al movimiento.

PTS

15 de noviembre 2007

La dinámica: hacia una situación similar a la de la huelga general de los estatales de 1995

Durante el período 1986-2006, y en especial desde 1995, el movimiento de masas francés viene protagonizando un ciclo de luchas contra la ofensiva neoliberal de los distintos gobiernos de la derecha o “socialistas”. Los puntos más altos fueron la huelga general de los estatales que por dos semanas paralizó Francia en 1995 y que derrotó al plan Juppe; la revuelta de los jóvenes de las banlieues en 2005; y sobre todo la lucha estudiantil de 2006, apoyada por centenares de miles de trabajadores, en las más grandes movilizaciones de la historia de Francia, que derrotó al CPE (Contrato de Primer Empleo).
La lucha actual, continuidad de esos movimientos, tiene en potencia una profundidad mayor ya que incorpora la huelga general de los trabajadores del transporte (ferroviarios, metro, tramway y colectivos), la huelga de los electricistas y gasistas de EDF y Gaz de France y otros sectores afectados por la liquidación de los regímenes especiales como los trabajadores de la Opera de París, con la entrada en escena de los estudiantes universitarios, que en decenas de ciudades de Francia y en París realizan asambleas masivas y bloqueos de las sedes (ver aparte). El movimiento también puede converger con la marcha de los estatales, empleados públicos y docentes, convocada para el 20, y con cientos de abogados que se oponen al cierre de los tribunales locales previsto en la Reforma Judicial y que llaman a una marcha nacional para el 29. El movimiento actual aún está lejos de las Jornadas de Mayo del ‘68 que originaron la huelga general más masiva de la historia de Francia, cuando los trabajadores industriales junto a los estudiantes radicalizados jugaron un rol protagónico. Pero es superior en potencia a la huelga de 1995 o a la lucha contra el CPE, ya que incorpora un sector estratégico de los trabajadores, los trabajadores del transporte y de la energía y la explosividad del movimiento estudiantil. Pero sobre todo puede ser potencialmente superior, porque a diferencia de 1995 que marcó una primera victoria parcial contra el plan neoliberal, todos estos años fueron forjando una subjetividad y rica experiencia de organización.
Al ritmo de la degradación de las condiciones de vida, del socavamiento de la seguridad laboral y de un creciente asalto a los derechos democráticos y sociales, se va forjando una conciencia más profunda sobre los males del capitalismo expresada en que hoy los franceses son los que más temen el futuro, en especial los más jóvenes (1 de cada 3 tiene miedo de convertirse en pobre). Este sentimiento se refleja en que muchos universitarios se perciben -a diferencia de Mayo del ’68- como trabajadores en potencia, lo que facilita la unidad obrera y estudiantil.
Esta poderosa unidad en la lucha, que en su desarrollo podría incorporar a los trabajadores industriales que ven disminuir el poder de compra de sus salarios por la creciente carestía de la vida, es lo que el gobierno, así como las burocracias estudiantiles como la UNEF (ligada al Partido Socialista) y las burocracias sindicales, en especial la CGT, quieren evitar, antes de que el movimiento avance impetuoso y los pase por arriba. El dirigente de la central colaboracionista CFDT, Fran˜çois Chér˜éque, que ya en 2003 entregó el régimen de jubilación de los empleados públicos, lo dice sin ambigüedades: “Si hay una mezcla de movimientos, entre los trabajadores de regímenes especiales, los del sector público y Dios sabe quién más, nos reservamos el derecho de retirarnos” del movimiento de huelga.

¿Qué hacer para derrotar a Sarkozy y su plan?

Fuerza, espontaneidad y decisión no le faltan a la lucha obrera y estudiantil. Lo demuestran las votaciones en las asambleas por continuar la huelga. Lo que falta es una dirección acorde a las circunstancias. Las direcciones sindicales, en especial la CGT, mayoritaria entre los trabajadores del transporte y la energía, temen desatar una acción que no puedan parar y que termine radicalizando al movimiento. Ya en el paro del 18/10 se opusieron a la continuidad de la huelga, impuesta en las asambleas por sectores sindicales ubicados a su izquierda y por la presión de las bases, incluidos cientos de afiliados a la CGT. Ante la dinámica hacia la convergencia de la huelga obrera y la lucha estudiantil, la dirección de la CGT-ferroviarios (acompañada por la dirección de la UNEF) se opuso al llamado de la Coordinadora de Estudiantes reunida en Rennes el 11/11 de bloquear las estaciones de trenes neurálgicas, el primer día de huelga. Lo peor fue que pocas horas antes de iniciar la huelga, Bernard Thibault, se reunió con el ministro de Trabajo, Xavier Bertrand, presentando nuevas propuestas “realistas” de negociación por cada régimen especial entre los sindicatos, las empresas y el Estado del nuevo régimen de jubilaciones, propuesta que hasta entonces había rechazado y que muestra su voluntad de debilitar la continuidad y los objetivos de la huelga.

Las direcciones sindicales -siguiendo el giro a la derecha del PS- se aprestan a pegar un salto en su capitulación e integración al Estado burgués. Esas organizaciones, profundamente nacionalistas (o social-chovinistas) y comprometidas con el éxito de las compañías francesas, no dudarán en colaborar para que el imperialismo francés permanezca competitivo. En el pasado, estas direcciones impidieron que los grandes movimientos de lucha amenazaran directamente al capitalismo francés y la estabilidad de los gobiernos. El estado actual del capitalismo francés requiere que directamente actúen como socios de la burguesía y el gobierno en el desmantelamiento del llamado “estado benefactor” y las conquistas laborales. En esta cobardía y traición de los dirigentes sindicales y los partidos de la “izquierda” oficial se apoya Sarkozy para aislar y socavar la lucha.
Más que nunca, es necesario echar a estas direcciones de los sindicatos, empezando por formar comités de huelga interprofesionales que garanticen la continuidad y los objetivos de la huelga ante los intentos de levantarla o debilitarla. Desde esa tarea primordial y fortaleciendo la unidad con los estudiantes hay que extender la huelga a los trabajadores privados, levantando un programa que, comenzando con la defensa de las conquistas amenazadas, reúna las demandas de los trabajadores estatales y privados, los estudiantes y jóvenes de las banlieues, en un pliego único que contemple, entre otros reclamos, una jubilación a los 37,5 años de aportes para todos, salario igual a la canasta familiar, trabajo para todos repartiendo las horas de trabajo con igual salario, la lucha contra la expulsión de los inmigrantes indocumentados y la regularización de todos los sans papier (sin papeles) y contra las intervenciones imperialistas francesas como en el Líbano, Afganistán, Chad y Costa de Marfil, avanzando sobre los intereses de la gran patronal y del Estado imperialista francés.

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