Cómo hacer pasar reveses por triunfos. Esa parece ser la tarea del kirchnerismo de la última semana.

El martes 5 la Justicia terció en la disputa Gobierno-Clarín, como ya había ocurrido hace días en La Plata 1, rechazando la apelación del kirchnerismo contra una medida cautelar presentada por Clarín respecto del artículo 161 de la nueva Ley de Medios. Dicho artículo dice que los grupos mediáticos deberán deshacerse, en el lapso de un año, de las licencias de radio y televisión que excedan la cantidad permitida. Se impide así, por el momento, que el mayor multimedios argentino vea afectada su acumulación de señales.

El fallo lo resolvió por unanimidad la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la misma que fuera orgullo del kirchnerismo y cuya “renovación” tanto rédito le diera en sus primeros tiempos.

Ahora parece que la Corte no es tan pura e imparcial cómo se nos quiso convencer, y el kirchnerismo hace malabares para interpretar sus fallos. Mientras el diputado Julio Piumato dijo vía Twitter que “esta Corte-Magnetto decidió estar del lado de los monopolios, nadie la obligó. Hay una Justicia para el pueblo y otra para los poderosos”, cabezas más calculadoras entendieron que no convenía mostrarse derrotados por Clarín. Menos aún si quien ayudó al “monopolio” es la reaccionaria y antidemocrática institución que el mismo oficialismo apostó a relegitimar luego del cuestionamiento surgido en las jornadas del 2001. Por eso la noche del martes Kirchner habló del “logro” que significa el fallo de la Corte, ya que ratifica el resto de los artículos de la Ley y exige “plazos razonables” a las medidas cautelares. Ubicado entre ambos discursos, el editorialista de Página/12 Mario Wainfeld avizora una “caja de Pandora” provocada por el fallo, con un posible aluvión de cautelares que intenten frenar la Ley.

Basta ver las tapas del miércoles 6 de Tiempo Argentino y Clarín para ver las dos “realidades” (la del kirchnerismo y la de la oposición) que se lanzan contra las urgencias que unos y otros tienen de cara al próximo año. Dos realidades que nada tienen que ver con la vida de millones de trabajadores y trabajadoras, sobre los que toda acción de las “instituciones de la república” privilegia la “propiedad” y la “seguridad” de las clases dominantes.

Frente a las incertidumbres “institucionales”, el gobierno debió apelar a otros recursos en su carrera hacia el 2011. Como no espera que su Ley de Medios le provea todo el aparato propagandístico necesario para enfrentar a la oposición patronal, hoy se multiplican las redes de diarios, radios y canales privados financiados por el Estado (con empresarios como Szpolsky y Gvirtz a la cabeza), se anuncian subsidios a quienes produzcan clientelarmente contenidos para la TV digital y se avanza por otros flancos (Fútbol Para Todos, Papel Prensa, reordenamiento de la grilla de canales de tv) contra Clarín y sus aliados. Una avanzada que, de todos modos, no es suficiente para garantizarle al oficialismo un nuevo período de gobierno.