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Internacional

LA CRISIS POLÍTICA EN BOLIVIA

Evo Morales, la derecha y el “referéndum revocatorio”

Luego de imponer las consultas por los estatutos autonómicos en los cuatro departamentos de la llamada “media luna” (Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando), el 29 de junio la derecha se anotó otro triunfo electoral con la elección de Sabina Cuellar (ex masista) como nueva Prefecto de Chuquisaca.

3 de julio 2008

Luego de imponer las consultas por los estatutos autonómicos en los cuatro departamentos de la llamada “media luna” (Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando), el 29 de junio la derecha se anotó otro triunfo electoral con la elección de Sabina Cuellar (ex masista) como nueva Prefecto de Chuquisaca.

Envalentonados por estos resultados, algunos sectores “cívicos” quieren forzar el adelantamiento de elecciones generales, con la idea de desplazar de una vez a Evo Morales del gobierno nacional.

Sin embargo, y a pesar de su fortalecimiento, el bloque reaccionario muestra divisiones sobre cómo aprovechar el debilitamiento del MAS, que expresan diferencias más profundas en torno a la reorganización del Estado y el régimen, entre autonomistas del Oriente, sectores burgueses del Altiplano y camarillas neoliberales que buscan preservar su espacio político frente al ascenso de los “cívicos”.

Así, la mayor parte de la oposición parlamentaria, encabezada por la derechista PODEMOS (Poder Democrático y Social), prefiere ir al referéndum revocatorio del 10 de agosto, donde se jugará la continuidad o no de los mandatos del presidente y los prefectos (debiendo irse a elecciones en 90 días para aquellos puestos que reciban más votos negativos que los recibidos en los comicios de 2005). El proyecto de ley presentado por el MAS hace meses fue retomado y aprobado en el Senado por PODEMOS, la pelea ahora es por modificar los términos del mismo para hacerlo más favorable a los prefectos.

El 10 de agosto, el MAS intentará plebiscitar la continuidad de Evo en el Palacio Quemado y hacer caer a un par de prefectos opositores, para mejorar la relación de fuerzas políticas de cara a intentar un nuevo “diálogo nacional”.

Las consecuencias de la estrategia masista de conciliación

Muchos comentaristas señalan que en sólo dos años y medio, el gobierno de Evo Morales, que había subido con la más amplia votación de la historia, pasó a estar jaqueado por una derecha fortalecida y que domina más de la mitad del país desde las prefecturas. Si esto fue posible, se debe ante todo a la propia estrategia del MAS de colaboración de clases con la burguesía. Mientras contuvo con todas sus fuerzas la lucha de las masas por el salario, el trabajo, la tierra y el territorio, desvió la demanda de nacionalización a la firma de nuevos contratos con las petroleras y transformó las reivindicaciones obreras, indígenas y populares en simples enunciados de una nueva Constitución Política destinada a ser pactada con la derecha.

La oposición burguesa sacó partido de los acuerdos, pactos y concesiones que le hizo el MAS para recuperar base social y fuerza política, encontrando en el autonomismo departamental una bandera donde encubrir sus objetivos reaccionarios detrás de viejos sentimientos regionales. La retórica indigenista y nacionalista de Evo no sirvió para afectar en nada el poder y la propiedad de los terratenientes y empresarios, pero alentó el giro conservador de la pequeña burguesía urbana.

Entre tanto, como después de la racista humillación a decenas de campesinos en Sucre el 25 de mayo, el MAS frena la respuesta de masas: allí impidió que se iniciara un bloqueo campesino y llamó de hecho a “ofrecer la otra mejilla” a los provocadores racistas.

¿Podría sorprender el posterior triunfo electoral de la derecha?

Como lo demostraron los cabildos del 4 de mayo, la gran movilización contra la Embajada yanqui y las decenas de conflictos sectoriales que se vienen dando sin pausa en los últimos meses, habría fuerzas y disposición en el movimiento de masas para enfrentar a la derecha. Además, los altos índices de abstención en los referéndum departamentales y que el MAS haya retenido en Chuquisaca un 40% de los votos, muestran que los cívicos no tienen tan segura ni homogénea su propia posición.

Pero las direcciones de la Central Obrera Boliviana (COB), de la Central Obrera Regional (COR) y Federación de Juntas Vecinales (FEJUVE) alteñas, de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), Colonizadores (pueblos originarios), etc., colaboran con el gobierno para impedir que las masas entren en escena. La fracasada huelga de la COB, concebida como una “ayuda” a Evo para que enfrente a la derecha, no fue más que un intento de lavarse la cara de dirigentes que quieren conservar el sillón y desgastar a la vanguardia para que no haya ninguna lucha seria.

Esta fuerza latente de las masas y las divisiones en la derecha muestran que sería posible cambiar el rumbo de la crisis política. Sin embargo, el MAS pretenderá volver, luego del 10 de agosto, al diálogo, buscando por enésima vez la concertación con la reacción proimperialista, apelando nuevamente a la iglesia, la OEA o los “países vecinos”.

Hace falta una contraofensiva obrera, campesina y popular

No derrotaremos a la derecha con papeletas. Antes y después del 10 de agosto, lo que hace falta es organizar una gran contraofensiva obrera, campesina y popular, que les haga morder el polvo de la derrota a la derecha en todas sus variantes. Para eso, hay que convocar ya al Congreso de la COB, con la más amplia participación de bases (mandatos de asamblea, voz y voto para los sindicatos de base, etc.), para recuperar la plena independencia sindical y adoptar un programa de acción que una la lucha contra la derecha (que plantea en primer término comités de autodefensa en todas las organizaciones de masas y su centralización), con la lucha por el salario y contra la carestía de la vida (comités de control popular del abastecimiento, nacionalización de las empresas que especulen, etc.) y las demandas campesinas, indígenas y populares.

Esa lucha es inseparable de una perspectiva política independiente, y por ello hay que imponer la puesta en marcha de las resoluciones de anteriores congresos cobistas para constituir un Instrumento Político de los Trabajadores (IPT), basado en los sindicatos y con la más amplia democracia obrera como instrumento de independencia de clase.

Ese Congreso debe ser el primer paso, además, para comenzar a preparar política y organizativamente la Asamblea Popular, la misma que además de unir fuerzas para derrotar a la reacción e imponer la “agenda de Octubre” y los reclamos obreros y populares, abra el camino para un gobierno obrero, campesino y popular, como única salida progresiva a la enorme crisis nacional.

Por una posición obrera independiente

No estamos por el adelantamiento de elecciones generales, pues es una maniobra reaccionaria que equivaldría a un virtual “golpe blanco”.

Estamos porque los trabajadores, campesinos y el pueblo pobre, puedan agotar su experiencia con el MAS; son ellos los únicos que pueden decidir que se vaya y reemplazarlo, llegado el caso, con sus propios métodos y organización. Mientras estamos en la misma trinchera contra los ataques de la reacción y el imperialismo, lo denunciamos por su búsqueda de colaboración y pactos con los representantes de los empresarios, terratenientes y transnacionales, explicamos pacientemente su rol al servicio del orden burgués y llamamos a no depositar ninguna confianza política en el gobierno. Los trabajadores, campesinos y pueblos originarios necesitan las manos libres para enfrentar a la reacción, y esto significa romper la subordinación política al gobierno. El “apoyo crítico” que algunos sectores propugnan sólo sirve para confundir y ayudar a mantener atadas las manos del pueblo trabajador, bajo el control del MAS.

Desde esta lucha por la independencia de clase, decimos:

Ante el referéndum del 10 de agosto, pactado entre el MAS y PODEMOS, llamamos a votar por NO en las prefecturas, para que se vayan todos los prefectos. Pero llamamos a votar en blanco a presidente, pues darle el SI a Evo es decirle sí a la política de conciliación con los terratenientes, empresarios y transnacionales que ha fortalecido a la derecha.

Sigue planteada la tarea urgente y vital de poner en pie un polo de clase, de combate (al servicio de la lucha) y por la independencia política. Llamamos a impulsar la construcción del IPT, pues es necesario que la clase obrera se dote de una política de los trabajadores para construir la alianza obrera, campesina, indígena y popular y pelear por su propia salida.

Llamamos a los sindicatos combativos, a las organizaciones campesinas y originarias que quieren luchar, a las organizaciones estudiantiles y juveniles y a la izquierda obrera y socialista a impulsar un bloque para tomar la iniciativa en la pelea por estas propuestas.

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