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Internacional

Europa: ¿de las “dos velocidades” a un choque en cadena?

La crisis de deuda que golpea a Grecia, Portugal, Irlanda, Italia y España, ya no es sólo una crisis de deuda. La profunda crisis política abierta como subproducto de los planes de ajuste en España, Portugal y Grecia hace impensable que los desprestigiados gobiernos puedan redoblar los planes de ajuste tal como exigen la UE y el FMI.

Paula Bach

26 de mayo 2011

Europa: ¿de las “dos velocidades” a un choque en cadena?

La crisis de deuda que golpea a Grecia, Portugal, Irlanda, Italia y España, ya no es sólo una crisis de deuda. La profunda crisis política abierta como subproducto de los planes de ajuste en España, Portugal y Grecia hace impensable que los desprestigiados gobiernos puedan redoblar los planes de ajuste tal como exigen la UE y el FMI. Las propuestas de recambio conservadoras, como el Partido Popular de España o el socialdemócrata (PSD) y el democristiano (CDS-PP) de Portugal, podrían llegar al poder más prestigiadas pero sólo tendrán para ofrecer más de la misma medicina que puso en jaque a sus antecesores. En Italia, el debilitado gobierno derechista de Berlusconi, que acaba de sufrir una dura derrota en las elecciones administrativas en las que perdió Milán, Turín y Bolonia, se prepara para aplicar un durísimo plan de ajuste (luego de recibir una advertencia de Standard & Poors respecto de la calificación de su deuda) en un país que registra el segundo récord de deuda pública después de Grecia; que creció apenas un 0,2% durante la pasada década, y que está sufriendo fuertes despidos como consecuencia del cierre y la reducción de actividades de varios astilleros estatales. Pero la mayor novedad reside en que el panorama económico-político en los denominados PIIGS, combinado con la inestabilidad general que reina en Europa, se cierne como una amenaza frente a las “dos velocidades” económicas que caracterizaron a la Eurozona durante el reciente último período.

El euro, Grecia, Portugal y España

En el mundo de las finanzas y la economía, nadie duda de que Grecia se encuentre muy próxima a una cesación de pagos. El nuevo ajuste exigido por la UE y el FMI (que quedó en suspenso luego de ser rechazado por la oposición conservadora en el parlamento griego) para otorgar el quinto tramo del “rescate” profundizaría esta situación posponiendo, en el mejor de los casos, la dicotomía de la restructuración de la deuda o el default. Que la deuda griega va a tener que ser reestructurada tanto en los plazos de pago como en los intereses y en el monto total adeudado es un secreto a voces. El gran problema es que de los más de 300.000 millones de euros adeudados por Grecia, la mitad está en manos de la banca privada europea. No cabe duda de que las diferencias entre el Eurogrupo [1], la Unión Europea y Angela Merkel por un lado, que aceptaron públicamente la necesidad de una reprogramación en los plazos y reducción de las tasas de interés y el BCE (que posee 60.000 millones de euros en títulos griegos), y Francia por el otro, que aún plantea que las consecuencias de una reestructuración serían una “catástrofe”, a todos ellos les permiten ganar “tiempo”. En ese valioso “tiempo”, Grecia es obligada a privatizar sus acciones de la empresa OTE de la cual posee el 20% del capital y cuyo accionista principal es la alemana Deutsche Telekom, así como su participación pública en el Banco Postal que asciende al 34%. Por regla general en este tipo de operaciones, el vendedor se ve obligado a entregar las acciones que posee por debajo de su valor, por lo que no sería rebuscado pensar que en este tiempo los bancos alemanes podrían sacar una buena ventaja logrando incluso algún tipo de capitalización preventiva frente a una eventual quita. En esta misma línea y por pedido especial del parlamento finlandés, el “rescate” concedido a Portugal agrega a los ya clásicos planes anteriores la exigencia de llevar a cabo privatizaciones, reforzar el capital de los bancos, y el compromiso de las autoridades de alentar a los bancos privados a mantener su exposición en la deuda del país. Estos planes cada vez más brutales que implican como en el caso de los Astilleros navales de Italia, miles de despidos, van acompañados de exigencias de mayores reducciones de los déficits fiscales en economías que como la de Portugal experimentó una contracción de su PBI del 0,7% en el primer trimestre del año o como la de Grecia (en la que se ha convocado un nuevo paro general para el 4 de junio próximo) que ya va por su tercer año de recesión. Todas estas medidas no sólo profundizarían la contracción de la economía recalentando el problema de la deuda sino que serán de muy difícil aplicación en un contexto de graves crisis políticas. Tanto un default en Grecia como alguna medida de reestructuración de la deuda provocarían un efecto dominó que no tardaría en comprometer a España (cuyos bancos privados son acreedores de un tercio de la deuda de Portugal), uno de los eslabones más críticos de la zona tanto por su situación política como por su significación económica para el conjunto de la Eurozona y para la estabilidad del euro.

¿Hacia el fin de las “dos velocidades”?

Durante el primer trimestre del año, la llamada “locomotora alemana” obtuvo un crecimiento del 1,5% del PBI, acompañada por Francia, Austria, Bélgica y Eslovaquia, que crecieron un 1% y Holanda, un 0,9%. A su vez, los países bálticos, Lituania y Estonia, registraron alzas en la actividad del 3,5% y 2,1%, respectivamente. El crecimiento de estos países contrasta con la debilidad de la economía italiana que creció sólo el 0,1%, España el 0,3% o Portugal cuya economía se contrajo un 0,7% (datos extraídos de El País, 14/05). A su vez Grecia está transitando el tercer año de recesión económica. Pero se trata de economías profundamente dependientes entre sí. Las “dos velocidades” difícilmente puedan sostenerse en el marco de la fuerte crisis política abierta que no sólo afecta a los países más débiles sino que repercute también en los más fuertes como acaba de ser el caso del partido de la canciller alemana Angela Merkel, la Unión Demócrata Cristiana, que sufrió un duro revés en las elecciones regionales de la ciudad-Estado de Bremen quedando por primera vez como tercera fuerza en un land, detrás de los socialdemócratas y los verdes. Esta combinación de crisis político-económica plantea el riesgo real de que las crisis de deuda se extiendan desde la periferia al centro.

Un ejemplo de ello es Bélgica a la cual Fitch amenazó con rebajar la calificación de su deuda. Incluso extra zona, la calificadora Moody’s rebajará la nota a 14 bancos de Gran Bretaña. La convulsiva situación política agrega nuevos elementos a la crítica situación económica y acerca más la posibilidad de que no pueda contenerse como hasta ahora las crisis de deudas para resguardar el euro. Un default en cadena o incluso una reestructuración afectaría con seguridad a España, víctima de una desocupación del 20%, un crecimiento de apenas el 0,3% y una grave crisis política que podría incluso por sí misma acelerar los ritmos. Los bancos españoles están entre los mayores deudores de los bancos alemanes y franceses. La crisis de España no podría contenerse con el actual fondo de estabilización del euro y haría más probable una quiebra de los bancos de los países más fuertes de la zona con lo cual las dos velocidades se convertirían en sólo una.

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