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ENTREVISTA A ALICIA VILLAVERDE

“Estaba la sensación de que se iba a poder, que no estaba tan lejos”

PTS Neuquén

4 de abril 2009

¿Cuándo empezás con el teatro?

Empiezo teatro a los 11 años, en la Escuela de Bellas Artes, que en sus comienzos dictaba talleres. La escuela había sido armada por Saraco y el grupo de teatro Amancay. Mi maestra de actuación fue Alicia Fernández Rego. Yo llegué al teatro de casualidad, como casi toda la gente. Y me pareció que era una cosa fácil para hacer, me pareció un juego copado. Todo lo que hacíamos, aún las obras infantiles, tenían un sentido de la ética, de la justicia. Entre otras cosas nos hacían recitar a los poetas de la revolución española: Machado, Lorca.

Después Rego hizo un grupo independiente de la escuela de teatro, llamado El Grillo, en el ‘62 aproximadamente, donde yo estaba. Hacíamos giras todos los fines de semana, alquilábamos un colectivito para ir al interior. El grupo duró muchos años con el mismo nombre, pero haciendo distintas obras. Cuando yo tenía 18, se planteó con El Grillo el primer viaje a Latinoamérica con “Historias para ser contadas”, más profesional, que era la obra del momento histórico, sin vestuario, sin nada, todo lo tenían que hacer los actores.

Dragún, que es el autor de la obra, había roto todos los cánones de lo que eran los argumentos, los vestuarios. El Grillo hacía ese tipo de obras modernas y también muchos infantiles. En el ‘67 hicimos la gira en dos Citroën, que para subir la cordillera nos teníamos que bajar nosotros, bajar las cosas y empujar. Primero fuimos a Chile y de ahí a Perú, hasta Ecuador. Ibamos con “Historias para ser contadas”, llevábamos un recital de poesía que incluía poesía mapuche y también un espectáculo infantil. Nos fue muy bien, en Lima estuvimos en el teatro Segura, que es como el Cervantes de Argentina. Recuerdo que salió en Clarín, en televisión... era insólito que un grupo de Neuquén saliera a Latinoamérica. Fue el primer grupo neuquino en salir de gira. Con El Grillo hacíamos, por ejemplo, “Esperando a Rodó”, una obra sobre el filósofo político uruguayo. Rodó, en su libro “El Ariel”, planteaba que la juventud de América latina iba a surgir un día. Es un armado con unos estudiantes universitarios que están en un bar esperando a Rodó, al hombre latinoamericano, al hombre nuevo, pero que mientras tanto no hacen nada. Y la gente podía pensar en su cabeza quién sería el que iba a llegar: en su momento fue Perón... en cada momento histórico alguien que iba a venir a arreglar las cosas, un mesías... pero mientras tanto, no hacían nada. Eso tuvo mucho éxito. Otra gente hacía otro tipo de espectáculos, pero a nosotros nos parecía que tenías que subir al escenario y decir algo.

¿Y tu politización, cómo se produce?

En parte por el teatro, además de la gente que me rodeaba y el momento histórico. Por ejemplo, hicimos una obra que nos marcó bastante: “El kilómetro 1183”. Ahí el ‘Negro’ Patín estaba haciendo un trabajo comunitario con la gente de Puente 83. En el espectáculo, aunque no hicimos tantas funciones porque nos echaron del café concert, se hablaba de la pobreza, con textos de la gente del lugar. Era una creación colectiva, con guitarra, cantábamos...

Estaba también basada en textos de la revolución española. Patín recitaba y proyectaba las fotos del Puente 83. Era una novedad, la gente un poco se molestaba, porque los que iban a ese teatro no eran gente pobre, sino más bien intelectuales. Ya en esa época había canas en los teatros. Después de eso se arma Génesis, ahí entra lo más político. Estaba en el aire. En esa época conocí a Susana Mujica. No teníamos tanta conciencia, pero el lugar era ése... subirse al escenario para decir algo, que a alguna gente no le gustaba... y después tuvimos que pagar por eso. El grupo Génesis nace en el año 1973, en contacto con la gente de la Secretaría de Extensión Universitaria. Darío Altomaro, ‘Rulo’ Romínguez, Alicia Pifarré, Luis Arroyo, Horacio Sánchez y yo. Empezamos a ensayar una obra, “La vaca blanca” de Roberto Espina, que era una obra que criticaba a los Mussolini, a los Perón, a los Hitler... pero que estaba montada dentro del clima que se vivía en la Argentina. La obra estaba planteada como un juego, por ejemplo vos me elegís como líder y al rato yo empiezo a comprarme pieles porque soy ‘la figura’, era como una fábula que criticaba esas cosas.

Era la época de Allende, todo era posible, creíamos realmente que se podía. No tenías un carnet pero ibas para acá, para allá, recibíamos a gente de Chile tras el golpe. Estaba esa sensación de que se iba a poder y de que no estaba tan lejos. Y también otro tipo de reflexiones que tenían que ver con cuestiones individuales y eran temas de conversación, de discusión. Leíamos mucho, porque si vos no tenías el conocimiento, no podías discutir.

Cuando empezamos a montar “La vaca blanca”, fuimos al Primer Festival de Teatro Latinoamericano y al IV Encuentro Chicano. Eramos miles... de acá fuimos 6. Había gente de EEUU que se había ido en tren, chicanos, colombianos, gente del teatro popular, del teatro de barrio. Los milicos suponían que nosotros éramos correo; cuando me secuestraron se obsesionaban durante los interrogatorios con este tema. Estaban los que planteaban el teatro sin público, el teatro como factor de cambio. Toda la teoría de Santiago Boal, Buenaventura, los teóricos del teatro revolucionario. El cierre del festival se hizo en unas pirámides todas llenas de banderas rojas, todos estábamos convencidos de que íbamos a llegar a ese socialismo, que lo íbamos a lograr.

Seguimos de gira durante varios meses. Fuimos a Colombia, y se veía una pobreza... en Panamá. Empecé a militar ante el descubrimiento de tanta miseria, tanta pobreza, que en Neuquén no veíamos. Por ejemplo, el ‘Choconazo’... no teníamos nada que ver... estábamos enterados, pero no estábamos en El Chocón. Yo empecé a militar en el PRT, en la parte de prensa. La militancia... es difícil compararlo con el ahora; en las reuniones sociales se hablaba de otras cosas, había temas que no podías tratar porque te vendías. La militancia era clandestina, no como ahora.

¿Qué pasó tras el Golpe?

El 9 de junio del ‘76, en el primer operativo, nos agarraron a todos los del grupo Génesis. A mí me sacaron de Obras Públicas, de mi laburo. Vino el jefe de personal, que era ex milico, y me dijo que me buscan en mesa de entrada. Llegué y ví a dos tipos que me preguntaban si era Villaverde, me encañonaron, caminé. Había un montón de gente, eran las 3 de la tarde en una oficina pública y pensé: “se tienen que dar cuenta de que me están llevando”, así que empecé a gritar; igual me metieron en un Falcon. Después me contaron que el estacionamiento estaba lleno de tipos armados, o sea que si me hubiera querido escapar me mataban. Me pasearon por todo Neuquén y me preguntaban dónde estaba Pifarré, que vivía conmigo. Luego me llevaron a la Policía Federal, donde estaban Darío y Susana con su bebé. Después nos llevaron cerca del aeropuerto y escuché cuando llegó Alicia, su voz. Hacía mucho frío. La verdad es que no teníamos magnitud de lo que iba a pasar, pensábamos que iba a ser como con Onganía...

Después estuve secuestrada en la Escuelita de Bahía Blanca, eso dicen, porque yo nunca ví, me llevaron esa misma noche en avión, aparentemente acompañada por Guglielminetti. Cuando me desataron para ir al interrogatorio, antes de largarme, abrieron una caja donde tenían mis cartas, mis fotos familiares y comentaban, leían. Me preguntaban qué había ido a hacer a México. Estuve diez días, hasta que me soltaron en el campo y cerca de Choele Choel me tomé un colectivo.

Cuando volví, como les tenía que dar de comer a mis hijos, volví a trabajar en Obras Públicas. Un día me llaman por teléfono y una voz que en ese momento me pareció reconocer, me dice: “ya te perdonamos la vida una vez; o te vas de Neuquén o te matamos a vos y a tus hijos”. En el ‘78 me fui a México.

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