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Ellos no tienen salida, construyamos la nuestra

16 de octubre 2002

El punto final al juicio a la Corte culmina con una de las farsas más voluminosas de los últimos tiempos. Se quedan todos, a pedido del FMI. Menemistas y duhaldistas -demostrando que no tienen ninguna diferencia de principios- se unieron para salvar a una institución que en los términos constitucionales roza con la divinidad, pero que para la mayoría del pueblo es una cueva de delincuentes de la peor calaña: corruptos y responsables de haber legalizado el curro de las privatizaciones, los tarifazos, la impunidad para los milicos genocidas, el robo a los salarios y largos etcéteras. Todo en nombre de la “seguridad jurídica”, que no es otra cosa que la defensa irrestricta del patrimonio de los expropiadores del pueblo, los grandes capitalistas, la banca y los acreedores.
La centroizquierda del ARI y compañía demostró su total impotencia para maquillar, aunque fuera un poco, a la ‘excelentísima’ Corte, enviando al banquillo a un par de ministros del ala menemista. Su defensa de la legalidad constitucional y de las instituciones que emanan de ella es su principal escollo para conseguir, siquiera, mínimas reformas. Aunque hubiesen logrado que prospere la acusación de Nazareno y Molinne O’Connor, estos debían ser enjuiciados por los honorables Senadores, que necesitan asimismo los dos tercios para destituirlos. No hace falta ser muy perspicaz para imaginarse cómo hubiera terminado esta farsa de proceso.
Se ha impuesto un manto de impunidad (uno más, y van...) que sería más que ridículo considerar que podrá acabarse con nuevas acusaciones y pruebas, como promete la Carrió en el marco de su campaña electoral. ¿Qué hubiera pasado si se convocaban 30 o 40 mil personas rodeando al Congreso para exigir la destitución de todos los miembros de la Corte? El analista Rosendo Fraga -quien se hizo la pregunta- respondió que muy probablemente la pizarra hubiera cantado otros resultados. Claro que para los referentes del fenecido “Espacio Ciudadano” esa posibilidad, la de la lucha en las calles, no figuraba dentro de sus estrechos e infranqueables límites reformistas. Toda su “genial” estrategia estuvo basada en la confianza de los votos de los diputados de la UCR (¡!), Kirchner y Rodríguez Saá.
Esta impunidad sólo podrá ser liquidada por la movilización obrera y popular que tendrá como tarea barrer no sólo a estos nueve hombres, nombrados por Menem y Alfonsín, sino a una de las instituciones más reaccionarias y oligárquicas del régimen, anulando todos sus fallos contra los intereses de los trabajadores y el pueblo.
Se desvanecen las ilusiones en un cambio pacífico y ordenado del viejo régimen del Pacto de Olivos, que ante la impotencia de los reformistas, parece perpetuarse. Paralelamente a la redención de la Corte, salió un fallo que liquidó de cuajo las internas abiertas. Más allá del mamarracho jurídico con que fueron convocadas, éstas fueron presentadas como parte de una engañosa y limitadísima “reforma política”, que ahora queda en la nada. Este fallo fue festejado por todos los partidos patronales porque les permitiría ganar un poco más de tiempo para intentar resolver sus disputas intestinas y “posicionar” sus candidatos ante un electorado crecientemente esquivo.
La UCR ya es un cero a la izquierda, su base social terminó de romper con este centenario partido gorila luego de la desastrosa sobrevida que le había otorgado el Frepaso. En cambio el PJ se encuentra en una lenta –pero sin pausa– descomposición, fraccionado en tantos pedazos como caudillos. En este caso su sobrevida parte del hecho de que su histórica base social, las masas obreras, no ha entrado en la escena política de esta Argentina convulsionada a partir de diciembre.
Pero el hecho está en que ninguno de sus referentes puede ubicarse por encima de todas las fracciones partidarias y darle la seguridad al establishment patronal-imperialista que logrará imponer todas las cuestiones pendientes que deja Duhalde, contra los trabajadores y el pueblo. Y que tampoco nadie logra superar el 16% de intenciones de voto.
Una de las salidas podría ser la imposición de una ley de lemas. Pero esta perspectiva se hace muy poco probable, ya que se necesita una mayoría calificada para votarla en el Congreso y la UCR y la centroizquierda la rechazarían de cuajo. La división del PJ podría consumarse con la presentación de dos o tres listas presidenciales, una más reaccionaria que la otra.
Por su parte un Duhalde –sin candidato propio– sabe que cualquier intento de prolongar su mandato se chocará con el potencial “acuerdo” que estaría por firmar con el FMI para patear los próximos vencimientos. Toda firma está supeditada a que su gobierno deje el poder el 25 de mayo.
El plan de salida política de Duhalde está en crisis. El “veranito” económico que tanto gustan adular los funcionarios y sus periodistas a sueldo, está basado en una fenomenal e histórica caída del salario, en la pobreza de la mayoría nacional y en una distorsión de la realidad, habida cuenta que aún no se “actualizaron” las tarifas de los servicios públicos y no se renegoció la deuda externa.
Hoy, uno de los principales sostenes de este gobierno ilegítimo es la trampa electoral, la generación de la idea de que se va en siete meses, y que la gente –como única alternativa posible– va a poder cambiar algo con su voto en una de las elecciones más amañadas y restringidas de la historia. Por eso es un sinsentido lo que el Partido Obrero publicó en el último número de su prensa, refiriéndose a la caída de las internas: “Este desenlace ha dejado, como se dice, ‘en pelotas’ a todos los que apostaron al proceso político-electoral del duhaldismo, es decir a todos sin excepción, porque hasta los que plantearon recientemente la abstención o el boicot electoral dieron por cierta una perspectiva que acaba de naufragar” (P.O., 10/10).
El PO, para justificar su abstencionismo de hacer política frente a una de las principales cartas de engaño del régimen haciendo, como se dice, ‘viento con las pelotas’, quiere dar precipitadamente por muerta a la trampa. Pregonan la necesidad de “otro Argentinazo”, pero increíblemente promovieron que la próxima asamblea piquetera se reúna... en febrero, ¿un ardid escondido tras una fraseología izquierdista mientras especulan con presentarse a las elecciones duhaldistas?
¿Podrá asentarse, en medio de la crisis, la trampa electoral? No lo sabemos. De lo que es seguro es que hay que trabajar para derrotarla y, de no mediar una nueva insurgencia de masas con un horizonte claro de derrotar a Duhalde y su maniobra electoral, toda crisis se resolverá a favor del enemigo de clase, con salidas posiblemente más reaccionarias, como un eventual alargue de la gestión de Duhalde o la elección de otro presidente ilegítimo por parte de los odiados diputados y senadores a través de la Asamblea Legislativa.
En estas condiciones, ni hoy el “gobierno está acabado”, ni “naufragó” aún la trampa electoral para las masas obreras y populares, como sostiene el PO. Además de los candidatos peronistas, la Carrió ya prendió los motores de su campaña que lanzará con bombos y platillos en noviembre. A su vera, Izquierda Unida cumple el triste papel de legitimar por izquierda la trampa y las maniobras del ‘viejo régimen’ (ver pág. 10).
En una columna de la revista Veintitrés uno de los principales analistas del establishment, el citado Rosendo Fraga, alerta que si hubiese un 50% de abstención “el futuro gobierno sería legal, pero de discutible legitimidad, difícilmente podría mantener la gobernabilidad” (10/10). Ese es el desafío que tenemos por delante si se impone la salida electoral. La “construcción de poder” que esgrimen los electoralistas de izquierda para justificar su presentación en este escandaloso proceso –en el que ni siquiera se elegirán diputados– va a contramano de la tarea de desarticular la trampa para echarlo a Duhalde con la movilización obrera y popular. Otro de los argumentos de los ‘participacionistas’ es que “para lograr un boicot activo se necesitan millones en las calles”, y como estos no están, bailemos al ritmo de los dirigentes del PJ, el Congreso y la Justicia.
Por el contrario, el tiempo que intentan lograr todos los partidos y candidatos que convalidan la trampa electoral con la suspensión de las internas, debe ser aprovechado por todos los que nos pronunciamos en las calles para que se vaya Duhalde y que se vayan todos. No hay nada que impida que las asambleas e interbarriales (muchas de las cuales ya se han pronunciado por el boicot), los movimientos piqueteros (Coordinadora Verón, Bloque Piquetero, MIJD, Barrios de Pie), las fábricas ocupadas, el movimiento estudiantil combativo, Luis Zamora y todas las fuerzas de izquierda que no avalamos la trampa electoral, formemos un comando nacional por el boicot activo para organizar y canalizar el repudio de millones que hoy se demuestra en forma pasiva con una marcada apatía a las “ofertas” electorales. Un comando que promueva en cada barrio, escuela, facultad o establecimiento del país la conformación de comisiones por el boicot –como ya se ha convocado en La Plata– y organice masivas actividades de agitación y organización. Convocamos al Partido Obrero a dejar de rehuir a la batalla planteada y a sumarse ya a esta campaña, llamemos juntos a Izquierda Unida para no avalen la trampa del régimen.
El PTS impulsa esta política como parte de la preparación de una huelga general activa, que supere en organización a las jornadas del 19 y 20 de diciembre, para acabar con el gobierno de Duhalde. Contra las trampas, pactos a espaldas de la mayoría nacional, e intentos de perpetuación o engañosos maquillajes, imponer una Asamblea Constituyente Revolucionaria que barra a todas las instituciones que gobiernan, legislan y juzgan contra el pueblo, para que éste pueda discutir democráticamente la resolución a sus penurias.
Un congreso nacional unitario convocado por las asambleas, las organizaciones piqueteras, fábricas ocupadas, sindicatos y centros estudiantiles combativos sería una extraordinaria palanca para impulsar esta salida ante el pueblo trabajador. Nada impide que se dilate su convocatoria.

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