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El “sindicalismo de base”

Ruth Werner

24 de mayo 2007

Los medios de prensa se refirieron al surgimiento de un sindicalismo de base, un movimiento que no tiene a su frente al gremialismo tradicional y que recurre a la asamblea para decidir sus medidas de fuerza. Para ser precisos, el fenómeno no es enteramente nuevo. Hace ya varios años que sectores de la clase trabajadora recurren a la asamblea como instancia soberana para decidir sus medidas de fuerza. El proceso de recuperación de comisiones internas y los cuerpos de delegados tuvo su principal impulso tras la rebelión de diciembre de 2001 y llegó a instancias de coordinación a principios del 2005, en un encuentro nacional llamado por el cuerpo de a los delegados del Subte junto obreros de Zanon y el sindicato ceramistas de Neuquén. En el 2006 este proceso tuvo un nuevo avance con la lucha de los trabajadores tercerizados y precarizados, como se vio en los petroleros de Las Heras, la gran huelga telefónica de efectivos y trabajadores de las contratistas, de los call centers, o del mismo subterráneos.

Este proceso, que persiste y se desarrolla, ha cobrado nueva fuerza acicateado por el alza del costo de vida y la voluntad de recobrar las conquistas perdidas en los ’90. En los nuevos conflictos la asamblea sigue siendo la instancia soberana de debate y decisión del conjunto, la militancia del activismo es la garantía para la contundencia de las medidas de fuerza. Pero en algunos casos también aparecen nuevos organismos de representación y de dirección de los trabajadores. Así se ve en el surgimiento de un cuerpo de delegados por escuela de los docentes de Santa Cruz y en el Encuentro de delegados de base junto a municipales y estatales. En el Correo Argentino, los delegados logran superar la dispersión geográfica que les impone su trabajo y nuclearse en un organismo que reúne a los representantes de más de 20 sucursales. Es también el caso de Mafissa dirigida por una nueva comisión interna combativa. En FATE los obreros le impusieron a la seccional y a la dirigencia burocrática de la CTA una comisión de 10 representantes votados por sector.

Nuevos organismos y un nuevo programa de lucha

Como muestra la lucha subte, los medios de comunicación tomaron nota de este fenómeno menoscabándolo como una “interna” entre gremialistas. Dirigentes como el burócrata Daer de la Alimentación apuntalan esta campaña saliendo a diferenciarse ante el corte en Panamericana de Terrabusi denunciando que “son una minoría”. Lo que les alarma, tanto a los medios de prensa como a la burocracia, es precisamente que ese proceso que surge desde abajo se dote de instituciones propias y apunte contra el poder de los burócratas.

No hay que olvidar que en nuestro país, las comisiones internas y los cuerpos de delegados recuperados de manos de la burocracia, tanto en la “resistencia peronista” como en los años 70, supieron mostrar una gran combatividad, que le puso freno a la prepotencia patronal y a la ganancia capitalista. El nuevo cuadro de luchas obreras muestra en primer lugar la necesidad de fortalecer los nuevos organismos reconocidos por la base y proponerse que éstos unan al conjunto de los trabajadores de la empresa, sean efectivos, contratados, estén bajo convenio o no, y que los delegados sean revocables si no cumplen con el mandato de la base.

En segundo lugar, las luchas actuales muestran lo justo de una política que apunte a coordinar a todos los sectores en conflicto buscando la unidad para difundir los reclamos, organizar la solidaridad y apoyarse mutuamente ante cualquier golpe represivo o provocación que pueda montar el gobierno, para aislarlos y derrotarlos.

Por último, en este fenómeno de la clase trabajadora, en la mayoría de los casos, estuvieron y están al frente militantes de izquierda junto a compañeros independientes. Es una muestra de la pérdida de influencia del peronismo y plantea la posibilidad de construir oposiciones claramente antiburocráticas y antipatronales en las fábricas, en los establecimientos y en los sindicatos que agrupen al activismo, para que puedan dirigirse pacientemente a la base con el objetivo de organizar la lucha contra los planes del gobierno.

Para esto, en principio, es necesario levantar un pliego de reivindicaciones que ponga en el centro la pelea por el salario, por terminar con la precarización laboral y el enfrentamiento a las empresas privatizadas. Está planteado luchar por el salario mínimo equivalente al costo de una canasta familiar, valuada hoy en $2400. Y para que los aumentos salariales no se los coma la inflación hay que impulsar la escala móvil de salarios, una cláusula gatillo que establezca el aumento automático de los salarios en proporción a la suba del costo de vida. Por la efectivización de todos los trabajadores contratados. Por la estatización sin pago y bajo control de los trabajadores y usuarios de las empresas privatizadas.

Desde el PTS impulsamos esta perspectiva unitaria en el camino de ayudar a acelerar la experiencia de los trabajadores con el gobierno de Kirchner y luchar por la independencia política de los trabajadores.

Prensa

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