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MOVIMIENTO OBRERO

SINDICALISMO DE BASE

El pichón de burócrata y los delegados de “doble confrontación”

Lejos de las “reformas” que hubo en las instituciones del régimen después del 2001, para la burocracia sindical nada cambió. Para seguir atornillados a sus sillones, debieron aceitar su sistema de “contención”. Una red de alcahuetes, patota, barras y también asesinos.

Eduardo Lusa

7 de junio 2012

Lejos de las “reformas” que hubo en las instituciones del régimen después del 2001, para la burocracia sindical nada cambió. Para seguir atornillados a sus sillones, debieron aceitar su sistema de “contención”. Una red de alcahuetes, patota, barras y también asesinos. Son los pichones de burócratas que cobraron preponderancia cuando los sindicatos se constituyeron en actores políticos de peso en la era K. El adiestramiento de estos pichones se basa en el dictado de cursos de “formación” donde se imparte la conciliación de clase. Con esa ideología, el de la amistad con los patrones, pregonan prácticas ajenas a los principios obreros. En respuesta a esta situación surge el sindicalismo de base. La potencialidad de esta avanzada obrera militante reside en plantarse como alternativa a la burocracia. La “doble confrontación” contra patrones y burócratas es el motor del movimiento.

Los delegados de base aplican el método de la asamblea ante cualquier resolución que implique el futuro de los trabajadores. Porque la decisión y el debate colectivo aumentan la confianza de los trabajadores en sus propias fuerzas, indispensable para dar pelea contra el atropello patronal. Los pichones de burócratas rehúyen a la asamblea, las boicotean o transforman en parodias. Desprecian a los trabajadores. Son portadores de la ideología paternalista emanada del peronismo.

Los delegados del sindicalismo de base sufren persecuciones, despidos y procesamientos. El cuadro encuentra a los delegados en desventaja: sin licencias, se la rebuscan para ejercer su rol, enfrentando las trampas gestadas en las oficinas de RR.HH. Los pichones de burócratas, en cambio, son parte en el engranaje de prebendas que se genera entre empresas y sindicatos. Tienen liquidaciones abultadas, viáticos y licencia permanente. Muy diferente a nuestros compañeros, que sufren descuentos compulsivos y hasta “liquidación 0” como le ocurrió a los delegados combativos de COTO.

Referentes del sindicalismo de base surgen de las luchas por la unidad de los trabajadores, porque TODOS son trabajadores. Para los pichones de burócratas, sólo sus afiliados, a veces, y si no desafían la “orgánica”. Los nuestros ponen el énfasis en los trabajadores precarios, tercerizados y contratados. En ocasiones, la convicción impone dar pelea ante los prejuicios e indiferencia de los trabajadores, dialogamos, debatimos, pero no cedemos. Los delegados de la burocracia amparan la división dando rienda suelta a los peores prejuicios machistas, raciales y homofóbicos.

Los nuevos delegados no acotan su actividad al terreno reivindicativo. Los descansos, las noticias diarias y los problemas de la vida cotidiana son disparadores que permiten sacar al trabajador de la condena que reduce su esfera humana al simple hecho “del trabajador que trabaja”. Intentamos que el trabajador se despoje de las tendencias alienantes y se reconozca como actor fundamental en la esfera social y política. El temporal, el crimen social en Once, una compañera con hijos abandonada, son encarados para promover nuevos valores de clase. Todo aquello que promueva la moral de nuestra clase tiene un carácter vital. El pichón de burócrata no asume aquello como una tarea y por lo general promueve las ideologías más desclasadas. Porque él es un desclasado.

Cuando los motores de la “doble confrontación” empalman con la izquierda clasista, estos se potencian y adquieren un carácter político. Los militantes y delegados del PTS son parte del nuevo sindicalismo de base. Junto a los compañeros que son parte de este movimiento promovemos el reclamo obrero en función de fundamentos estratégicos que apuntan a la emancipación de los trabajadores. A la penuria del trabajador respondemos alentando la llama que torna irreconciliable al obrero con el patrón. Los delegados de la burocracia evitan el reclamo colectivo. Temen a la movilización de la base y muy en especial a la maduración en la conciencia que la misma movilización genera. Se ponen fastidiosos y consideran prepotente el reclamo obrero. A menudo agitan su celular y hacen gala de sus contactos de alta esfera. Profesan la idea del “negociador iluminado”, ese que reemplaza al obrero como sujeto. Rinden cuenta a la “Comisión directiva”, o la “orgánica”, y claro, a la empresa, nunca al obrero. Se saben contentos en las oficinas del gremio y se deleitan con el cafecito o el almuerzo de algún gerente. En cambio, nuestros delegados se incomodan en territorio patronal, el de oficinas “modernas” y lujo gerencial, tan distinto a las condiciones de agobio de nuestros compañeros en el trabajo. En el andar denunciamos los enemigos políticos que promueven leyes y políticas contra los trabajadores. Para que los trabajadores relacionen la jugada de los de arriba: gobierno y políticos patronales, que amparados en el Estado, generan las políticas contra los de abajo.

Nuestros delegados promueven la independencia política de los trabajadores. Participamos en el sindicalismo de base con la certeza de que expresa las tendencias más avanzadas de las luchas de los últimos años. La “doble confrontación” contra las patronales y la burocracia es un punto de apoyo para una lucha superior contra el Estado capitalista y sus políticos. De ahí que el PTS busque aportar los centenares de años de experiencia y conclusiones de luchas, derrotas y victorias de la clase obrera mundial, que se sintetiza en la necesidad de construir un partido de trabajadores revolucionario.

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