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Cultura

El "oficio de recordar": Compilando fragmentos de memoria de la dictadura en Jujuy

5 de mayo 2005

Con vida los llevaron, el libro de Reynaldo Castro, se basa en recuerdos y memorias de madres, amigos y familiares de desaparecidos de Jujuy. Según el autor “la cantidad de datos que me salieron al paso, me hicieron entender que tenía una historia que, hace décadas, esperaba ser contada”. El libro, editado hace un año por La Rosa Blindada, nos acerca, sin un orden cronológico, una completa variedad de fuentes que van desde archivos, documentos y artículos de la época, hasta poemas y canciones, a esa década en donde “las urnas se guardaron y empezó la mayor cacería de hombres y mujeres de la historia argentina contemporánea”.
Sus páginas dejan claro el papel jugado por los medios de comunicación y la iglesia, cuyo principal representante, el obispo José Medina afirmó: “algunas veces, la represión física es necesaria, es obligatoria y, como tal, lícita”, mostrando la relación entre el poder espiritual y la dictadura. También refleja los intereses que se jugaban los empresarios, como muestra la “Carta de un empresario de Jujuy al ministro de economía de la nación”, una carta de Blaquier a Martínez de Hoz (recordemos la complicidad que tuvo el dueño de la fábrica Ledesma con los militares para secuestrar a los trabajadores en el “Apagón”); y la situación por la que tuvieron que pasar los artistas jujeños, algunos exiliados, otros trabajando en la clandestinidad: “el terrorismo de estado comenzó a fines del "73, cuando López Rega (...) empezó organizar bandas armadas para apoderarse de todos los espacios de poder que Perón dejaría al morir. El nombre de la organización era tramposo: Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) (...) el calificativo comunista servía para eliminar a cualquier persona que pensara en forma diferente”. Se describe la odisea que tuvieron que pasar los detenidos en los campos y de sus familiares que luego de reclamar empezaban a organizarse con la consigna “aparición con vida” en diferentes organizaciones de derechos humanos.
Lo más reivindicable del trabajo de Reynaldo Castro es que viene a formar parte del conjunto de investigaciones que reflejan la actividad militante de los "70. Junto a esto, aporta a la “historia regional”, ya que con excepción del libro de Fidalgo existen muy pocos documentos sobre la dictadura en nuestra provincia.
Sin embargo, con la visión que el autor realiza desde la primera página diciendo que “el objetivo final era aniquilar la tendencia revolucionaria del peronismo” y luego, cuando postula lo que para él fueron las condiciones que llevaron al golpe de Estado: “el caos económico (...) la falta de autoridad de la presidente Martínez de Perón (...) y el accionar errático de las organizaciones armadas”, hace un análisis parcial, ya que no reconoce al verdadero protagonista de la década en que se puso en cuestionamiento la propiedad burguesa y las condiciones de explotación. A pesar que la mayoría de los trabajadores se reivindicaban peronistas, sus métodos de lucha y organización para combatir las políticas antiobreras eran más radicales y mostraban una ruptura con el peronismo. Así fue con los grandes paros y movilizaciones que se desarrollaron en las principales ciudades industriales desde el Cordobazo y que va hasta el Rodrigazo: un camino de independencia de clase.
Castro da –sin proponérselo- una pequeña prueba de esto cuando describe los hechos del “Aguilarazo”, el levantamiento que se realizó en el establecimiento minero más importante de la provincia en el 73. Los trabajadores de Mina Aguilar, después de meses de conflicto por reclamos salariales y de asistencia médica, decidieron en una asamblea secreta un plan de lucha que consistía en un paro masivo, la toma de plantas de usina y las comunicaciones y manifestaciones donde participaron mujeres y niños. El choque de los trabajadores y la gendarmería acabó con un enfrentamiento que dejó un obrero muerto y heridos. La patronal (con sus representantes maniatados) tuvo que ceder firmando un acuerdo que beneficiaría a los trabajadores y que sería anulado luego. Los dirigentes y mineros que habían participado de ese levantamiento fueron los primeros en desaparecer en la madrugada del 24 de marzo del "76, junto a muchísimos trabajadores, docentes y estudiantes.
Creemos, a diferencia de lo que dice el autor, que lo que obligó a la burguesía a instaurar el régimen militar no fueron las acciones “erradas” de agrupaciones guerrilleras (aunque la estrategia llevada a cabo por los diferentes grupos como el PRT-ERP estaba equivocada), ni de los militantes peronistas que no veían que las soluciones llegarían desde su gobierno. Las páginas del libro nos describen la vida de docentes que luchaban por la libertad de sus compañeros presos o a trabajadores de Zapla que sacaban boletines clandestinos en donde se denunciaban las acciones de la patronal y el abuso de los encargados; las luchas de los trabajadores de Ledesma, Vázquez y Weiss.
El genocidio de la dictadura se llevó lo mejor de la vanguardia obrera. Dice Castro que no hubo “excesos”: “su accionar fue el de una máquina represiva que actuó con un elevado nivel de eficacia. De esa manera logró propagar el pánico en forma masiva y así contrarrestó cualquier intento opositor”. Víctor Serge escribió: “La represión no se vale en definitiva más que del miedo. Pero ¿basta el miedo para anular las necesidades, el anhelo de justicia, la inteligencia, la razón, el idealismo, todas aquellas fuerzas revolucionarias que expresan la pujanza formidable y profunda de los factores económicos de una revolución? Valiéndose de la intimidación, los reaccionarios se olvidan que causaron más intimidación, más odios, más sed de martirio, que temor verdadero. No intimidan sino a los débiles: exasperan a los mejores y templan la resolución de los más fuertes”.
La obra de la dictadura argentina no pudo eliminar del todo las experiencias obreras, que hoy resurgen en los nuevos conflictos. Invitamos a leer el libro de Castro. La memoria narrada de los protagonistas de nuestra historia reciente.
 

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